El agotamiento de fin de año

El agotamiento de fin de año

Por Lic. Constanza Bonelli

Al llegar al final del año, es muy frecuente observar en las personas altos niveles de agotamiento y de estrés. Como una falta de energía para encarar todas las actividades del día a día. Esta situación es bien percibida en los consultorios ya que se incrementan las consultas tanto por situaciones emocionales como físicas.

El modo de vida que caracteriza a esta era llamada “la era del consumo” se define según todo lo que el individuo logre alcanzar, desde metas hasta bienes materiales. Como si se creyera que la felicidad viniera de la mano de los logros obtenidos. Esta mirada es la que transforma a este momento en un balance que en ocasiones puede resultar negativo. De allí los altos y crecientes niveles de ansiedad que se padecen. Esta modalidad de vida es la que se encuentra en la base de quienes llegan a esta fecha haciendo un balance que seguro tendrá más datos en el “debe” que en el “haber”.

En esta época del año es muy frecuente tener que asistir a distintos eventos según los grupos a los que se pertenezca, laboral, social, escolar. Otro tanto del estrés de estos días está provocado en las familias con hijos escolarizados, por sus exámenes y notas que serán parte inevitable de la organización del mes y, en ocasiones, de las vacaciones; los actos y reuniones escolares de fin de ciclo; las juntadas con amigos, etc. Es decir, la ansiedad no sólo puede venir por lo personal sino también por lo familiar. 

Llegar a fin de año luego de un año agotador no será una tarea fácil si se lleva un ritmo de vida intenso. Es frecuente que muchas personas lleguen a finalizar el ciclo con lo que se llama “síndrome de burnout” o de “cabeza quemada”, que cada vez más individuos padecen. Este síndrome es provocado por las grandes exigencias con las que se vive. El estrés laboral prolongado puede producir mal humor, cansancio físico y fatiga mental, con consecuencias negativas en la productividad normal de quien lo sufre. Por lo general este trastorno se caracteriza por un estado de agotamiento emocional que se ve reflejado en una actitud distante frente al trabajo, junto con sensaciones de ineficacia laboral y una frustración permanente. 

Una de las características más comunes de este síndrome es que se empieza a perder gradualmente el control sobre las emociones, generando estados de ansiedad o depresivos. Esta depresión se manifiesta como estado de ánimo negativo, cansancio o fatiga que no tienen relación con la actividad que se está realizando. Esto se da con tanta frecuencia que se habla de una “epidemia del agotamiento”.

Este síndrome se diferencia de una depresión ya que esta conlleva una pérdida de la autoestima que el burnout no. El enojo en este último va dirigido hacia afuera en cambio en la depresión va hacia adentro. 

El agotamiento de fin de año
El agotamiento de fin de año

Además de este diagnóstico de fatiga laboral encontramos en los consultorios pacientes que muestran una creciente ansiedad en estas fechas. Ansiedad que en ocasiones puede ser realmente difícil de transitar. Angustia, malestar, depresión. Todas las emociones que las altas exigencias traen al ser humano. 

Este es un momento “bisagra”, tiempo de cambio, de pensar en lo que ya pasó y en lo que vendrá. La etapa que termina es el reflejo de que lo que no se logró hasta ahora muy probablemente ya no se podrá lograr, por lo menos en lo que queda del año que está terminando. La mirada sobre lo que vendrá es a la vez alentadora y amenazante por ser desconocida. Aquello sobre lo que no conocemos siempre es vivido con cierta amenaza inquietante. Lo que no quiere decir que una vez que se comience a vivir no se transforme en algo muy parecido a lo vivido anteriormente. 

Como todo cambio genera una sensación de angustia porque se abandona lo conocido y se enfrenta lo desconocido. La ansiedad y la angustia con la que se viva este cambio variará considerablemente según el modo en que se miren las cosas. Estarán quienes con altas exigencias puedan hacer foco en lo que no se alcanzó y así el balance siempre será negativo, y quienes puedan con una mirada más optimista observar lo vivido, lo realizado y puedan sentirse gratificados aunque hayan quedado cosas por hacer.  

Aquí y ahora…

Un modo de contrarrestar el agotamiento y el malestar que el estrés de fin de año puede traer es mirar la vida con mejores ojos. Es decir, con una mirada más benévola sobre nosotros mismos y centrada en lo que realmente es nuestro. Más allá de lo proyectado en el pasado y lo que esperamos para el futuro, la realidad está basada en el presente. Lo único que sí nos pertenece, lo único que sí somos, es el presente, lo que estamos viviendo. Claro que somos el resultado de nuestra propia historia y que elegimos caminos pensando en llegar a ciertos lugares, pero más allá de eso, la realidad es hoy… “Siempre es hoy” nos canta Gustavo Cerati.

Inmersos en un mundo agitado, de consumo incesante, que deja poco espacio para la reflexión y el disfrute, hacer el intento de estar “aquí y ahora, siempre”, ayuda a soltar las exigencias que por excesivas enferman, y permite tener una mirada de corte transversal “aquí y ahora” en el continuo que significa vivir.

Lic. en psicología Constanza Bonelli (UBA) Mat.: 31906

Psicoanalista Asociación Psicoanalítica Argentina

 licbonelli@gmail.com

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