Amor, ¿reencuentro o creatividad?
Por Lic. Constanza Bonelli
Amor:
El amor es una mezcla de predeterminación y de elección, pero la porción de elección es menor que la de la determinación inconsciente. Del otro nos enamoran cosas que ya están en nosotros desde que éramos muy chicos. Sin embargo somos libres de ceder o no a ese atractivo que nos enamora.
El amor inicia en la relación primaria con la madre o sus sustitutos. Esta relación, además, nos convierte en seres hablantes pertenecientes a la cultura. Es decir, nos humaniza. La modalidad de ese amor inaugural estructura la subjetividad, nos hace ser quiénes y cómo somos. El yo se constituye en esta relación, a partir de la cual, y por motivaciones inconscientes, ocuparemos un lugar en la trama familiar desarrollando un singular modo de amar.
“Te conozco de toda la vida”:
Nos enamoramos de rasgos que tiene la persona que conocemos hoy pero que son rasgos que ya aprendimos en nuestra infancia y por eso nos enamoramos. Es esa sensación de “te conozco de toda la vida” con la que en algunas oportunidades nos encontramos. Esto sale bien cuando los rasgos que nos enamoran son resultado de amores iniciales saludables, pero también puede salir mal en los casos en los que el primer amor fue patológico y nos enamoramos entonces de rasgos negativos.
Los rasgos pueden ser la voz suave de una madre, la alegría de una abuela, el abrazo protector de un padre, la mirada cálida de un abuelo. Entonces nos enamoramos cuando volvemos a encontrar hoy esos rasgos del amor del pasado. Pero lamentablemente sucede algo similar cuando el primer amor fue violento, indiferente, o cualquier otro modo patológico. Nos enamoramos de esos rasgos negativos, reencontrando la violencia o la indiferencia, y construimos vínculos enfermos como los que nos hicieron tener cuando éramos niños.
En el caso de los vínculos patológicos que se repiten, que es lo que el psicoanálisis llama neurosis, es necesario trabajar analíticamente en terapia, para lograr romper ese impulso a repetir que nos está llevando a sostener relaciones peligrosas o dañinas. Esto nos permitirá conseguir libertad frente a la repetición impuesta por la neurosis. Es decir, a salir de una posición de víctima que repite una historia para dirigirnos a un lugar de responsabilidad sobre nuestras elecciones.
Entendemos el amor como un reencuentro no sólo por la experiencia actual que repite la infantil, sino también por el reencuentro con la madre al salir del útero. Momento de un cambio extremadamente significativo. Aquí el niño pasa paulatinamente de creerse una unidad con la madre a diferenciarse de ella y comenzarla a amar.
Otro momento en que el niño se separa de su madre es en el atravesamiento por el complejo de Edipo, a partir del cual se dirigirá a la búsqueda del amor fuera de los lazos familiares, luego de sortear culpas, rivalidades, envidias y celos. Estos sentimientos tendrán un rol protagónico en la insatisfacción neurótica. El modo en que esto suceda quedará como una marca que guiará los vínculos amorosos que se establezcan en el futuro.
Duelos:
La separación de la madre en el complejo de Edipo se da por la mediatización del padre. Se provocará así una pérdida inaugural, la madre como objeto de amor, de la que habrá que recomponerse mediante un proceso de duelo. Del resultado de este proceso dependerá la posibilidad de encontrar sustituciones satisfactorias futuras.
Si el duelo no es adecuado, se repetirán mecanismos inconscientes destinados a manejar la angustia de la separación no elaborada, lo que puede llevar a recrear el trauma original en las nuevas relaciones. En estos casos suelen observarse conductas erráticas como la búsqueda excesiva de protagonismo en la pareja, actitudes que manifiestan una clara necesidad de control sobre la otra persona, como también excesivos temores frente al encuentro con el otro, es decir, modalidades fóbicas de aislamiento o de excesiva distancia que intentan evitar el posible fracaso de la relación.
Creatividad:
El estado de enamoramiento difiere del amor. El amor es el resultado de las experiencias compartidas mientras que el enamoramiento es la proyección rápida sobre el otro que recién conocemos de nuestras ilusiones, en un modo que intenta evitar la reedición del duelo de la primera infancia. Una especie de autoengaño temporal por un sentimiento de plenitud, como el que perdimos años atrás, que sucumbe en el contacto con la realidad que nos desilusiona inevitablemente, llevándonos al duelo evitado.
Si bien el amor para el psicoanálisis es principalmente repetición, el dispositivo inventado por Freud brinda la posibilidad, a través de la transferencia, de realizar un nuevo intento dejando atrás viejos hábitos y creando nuevos. La vida saludable es la vida creativa.
Amor, ¿reencuentro o creatividad?
Lic. en Psicología UBA
Psicoanalista APA
Mat.: 31906
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Cel.:156-272-29
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