América Latina: cada vez menos hijos
La región vive un envejecimiento a la europea y las generaciones más jóvenes se cuestionan tanto como cuándo criar hijos como si quieren hacerlo. Las maneras de ser familia y los cambios en los roles de género ejercen también su influencia en la toma de decisiones.
Existen cambios demográficos como la disminución de la tasa de crecimiento de la población y el progresivo envejecimiento, pero además hay una aceptación bastante generalizada de la inserción de las mujeres en el mercado laboral. Esto implica que tanto varones como mujeres suelen considerar que previamente a la crianza tienen que estar afianzados laboralmente.
Tanto maternidad como paternidad son construcciones socioculturales, por tanto cambiantes. El ejercicio de la paternidad hoy nos lleva a encontrar padres mucho más involucrados en la crianza de sus hijos.
Envejecimiento de la población
América Latina está envejeciendo paulatinamente, pero inexorablemente. Un nuevo informe del Observatorio de Tendencias de Trendsity profundiza este escenario en las vísperas de un nuevo Día del Padre.
“En las últimas décadas, los países de América Latina han registrado profundas transformaciones demográficas, entre las que se destacan la disminución de la tasa de crecimiento de la población y el progresivo envejecimiento de los habitantes. Esta evolución responde a la acelerada baja de la fecundidad y al descenso sostenido de la mortalidad. A mediados del siglo pasado, la tasa de crecimiento anual de la población regional era de 2,8%, en la actualidad es de solo 1,2%”, explica Mariela Mociulsky, CEO de Trendsity.
Quedan atrás los tiempos en que América Latina era calificada como “ joven”. Más bien, tiene lugar un fenómeno más al estilo europeo donde las personas viven más y tienen menos hijos. La edad promedio de la población en la región era en 1950 de 19,8 años y en 2020 de 31 años. Según las proyecciones la edad promedio será en 2050 de 40,8 años y en 2100 de 49,6 años.
“El acelerado proceso de envejecimiento de la población se refleja en un aumento de la proporción y el número absoluto de personas de 65 años y más. En la región se proyecta que 1 de cada 5 habitantes será una persona mayor de 65 años en el 2050. En Latinoamérica la tasa global de fecundidad (TGF) se estimó en 2.04 en 2015-2020, es decir, por primera vez estuvo debajo del nivel de reemplazo (2.1 hijos por mujer)”, agrega el informe.
El impacto de los cambios demográficos
Los cambios sociodemográficos de la región encuentran eco en ciertas perspectivas que hoy tiene parte de la generación Z: una proporción creciente de personas de esta generación duda sobre la decisión de tener hijos o ya afirma que elige no tenerlos.
Detrás de esta consigna, aparecen variedad de motivos, Entre ellos algunos de los ya mencionados. “Las condiciones socioeconómicas donde se hace difícil pensar en sostenerse en forma independiente, la incertidumbre general que no permite proyectar (nos referimos a un contexto aún influenciado por la pandemia, además de guerras, inflación entre otros factores). En todo este imaginario no queda fuera el impacto del desarrollo profesional y la inserción laboral de las mujeres. Además, un factor de enorme incidencia en la actualidad para esta generación es la crisis climática. La sumatoria de estos factores impacta y genera una enorme dificultad de tomar una responsabilidad a tan largo plazo, en épocas de incertidumbre y angustia relacionada con el propio futuro”, señala Mociulsky.
El cuestionamiento de las nuevas generaciones respecto a tener o no hijos se ha incrementado como efecto de la pandemia.
El Observatorio de Tendencias de Trendsity señala algunos datos que dan contexto: 30% de los empleos perdidos en 2020 aún no recuperados en 2022, un tercio de los hogares con ingresos informales en la mayoría de los países, y presiones inflacionarias presentes en la mayoría de los países de la región.
“No hay que perder de vista que la pandemia expuso desigualdades que anidan dentro de los hogares. El apoyo en las tareas escolares o homeschooling de los hijos es realizado exclusivamente por la madre, según el 39% de los encuestados” (*). Para 2022, CEPAL proyecta una tasa de desocupación de 11,5% para las mujeres -levemente inferior al 11,8% anotada en 2021, pero aún muy superior al 9,5% existente antes de la pandemia en 2019-, mientras que para los hombres sería de 8,0% este año, casi igual a la de 2021 (8,1%), pero todavía muy por encima del 6,8% anotado en 2019”, puntualiza Mociulsky.
Maternidad y paternidad son construcciones socioculturales
Hoy puede verse un escenario diferente con una nueva perspectiva en la conformación de las familias.
“Por un lado, diversidad como consigna de la nueva época. Una confluencia de edades en las nuevas familias donde conviven varias generaciones, producto de la mayor expectativa de vida y la extensión de la edad para tener a los primeros hijos. Familias más pequeñas, distintos tipos de familias con menos hijos y más mascotas por familia, con un enorme protagonismo de estas últimas. Vemos que todos los fenómenos citados confluyen y conforman una nueva realidad para la familia con fuerte acento cambios en los roles de género y mucho más dinamismo en la estructura familiar”, aporta Mociulsky,
En el ejercicio de la paternidad, hoy encontramos en las nuevas generaciones que se están iniciando en el rol, padres mucho más involucrados en la crianza de sus hijos. No quieren ser padres presentes ausentes, sino que se proponen una participación más activa en tareas que eran exclusivas de las mamás, por ejemplo, llevar a los hijos al pediatra, a vacunarlos, buscarlos a la escuela, llevarlos a actividades extraescolares o ayudarlos a hacer la tarea escolar. No quieren repetir antiguos esquemas sino sentirse parte de las decisiones. La familia tipo es más pequeña, convive con diferentes tipos de familias, a mayor edad, pero también se vislumbra una mayor responsabilidad.
Si bien estos cambios no son generalizados, ni alcanzan a todos los sectores sociales, marcan una tendencia auspiciosa, que esperemos se vea incrementada en los próximos años en pos de una mayor equidad entre varones y mujeres en la vida familiar.
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