Trastorno por déficit de naturaleza
Por Lic. Constanza Bonelli
Entre muchos otros conflictos, la pandemia y la eterna cuarentena que hemos atravesado, nos ha privado en muchos casos de la naturaleza. Si bien esto dependerá de la zona de residencia, la mayor parte de la población durante largos meses ha sido privada del contacto necesario con las actividades al aire libre.
Más allá de lo temporal de la pandemia, este déficit ya viene siendo una problemática frecuente de este siglo. La hiperconectividad, las redes sociales, los juegos online y el creciente trabajo home office, establecen un tipo de vida multipantalla que nos aleja cada vez más de la vida al aire libre.
Este trastorno entra dentro de un conjunto de problemáticas que tienen que ver con una relación patológica o deficitaria del sujeto con su entorno. Si pensamos en la historia de la humanidad, ha sido considerablemente mayor el tiempo en el que la vida era al aire libre, fuera de dispositivos electrónicos y juegos en red. La recreación de los más chicos hace no tantos años era impensada frente a una pantalla, lejos del sol y la vegetación, incluso lejos de los animales. Este cambio de hábitos puede ser perjudicial para la salud tanto física como psíquica y es importante que lo tengamos en cuenta a la hora de programar nuestras actividades y las de nuestros hijos.
El desarrollo físico y emocional depende de una buena relación con la naturaleza. De ella aprendemos muchas cosas y nos nutrimos. A los niños les aporta autonomía, libertad, mejora la concentración y la salud en general. Es un gran aporte frente a situaciones de estrés en todas las edades.
La falta de contacto con la naturaleza provoca estrés, irritabilidad, ansiedad, problemas por falta de vitamina D y enfermedades respiratorias, obesidad por sedentarismo, hiperactividad, etc., que se agravan en las personas que viven en lugares urbanos de mayar densidad.
Vivir con la naturaleza es una cuestión de actitud. No es necesario vivir en lugares menos urbanizados. Siempre podemos pensar actividades al aire libre, salir a caminar o a correr, un paseo en bici con los hijos, trabajar con plantas, observar animales, entre muchas otras más.
Existen distintas terapias que toman en cuenta el aporte saludable que la naturaleza y el reino animal dan al ser humano. La ecoterapia o terapia verde, por ejemplo, incluye una serie de actividades como cuidar animales o un jardín al aire libre, y así la naturaleza se utiliza como coterapeuta.
La pandemia ha aumentado considerablemente el número de consultas psicológicas. Tener en cuenta este trastorno será de gran ayuda al trabajar los distintos padecimientos que presenten los pacientes. El encierro, el aislamiento, las fobias sociales tan incrementadas a consecuencia, las depresiones, podrán trabajarse mejor en muchos casos si se considera este déficit del entorno natural.
En pacientes graves la utilización de la naturaleza es realmente importante. La utilización de animales en terapias para autismo o psicosis graves, el contacto con la tierra en internaciones por adicciones, entre otros, tienen muy buenos resultados.
El contacto con la naturaleza tiende a calmar a personas sobreestimuladas, lo que contrarresta el ritmo de vida actual de hiperactividad e hiperconectividad.
El ser humano y la naturaleza están profundamente interconectados, somos parte de la naturaleza y necesitamos estar en contacto con ella.
Lic. en Psicología UBA
Psicoanalista APA
Mat.: 31906
licbonelli@gmail.com / Ig: lic.constanzabonelli
Cel.:156-272-2973
Leer también: Estética y mirada saludable