Viajar
Por Lic. Constanza Bonelli
Viajar es una actividad muy saludable. Ya sea que se haga un viaje corto y cerca como uno largo y muy lejos. Existen distintos tipos de viajes y en todos ellos encontramos una experiencia para aprender y crecer. Viajes de placer, viajes laborales, viajes de estudios o por festejos, todos ellos aportan la posibilidad de transitar una experiencia enriquecedora. Lamentablemente la pandemia redujo mucho esta actividad pero a medida que se controle la enfermedad a nivel mundial volverá a ser una actividad habitual.
Cuando viajamos ponemos un corte, una pausa en nuestra rutina que nos permite mirar más allá, mirar fuera de nuestro mundo cotidiano, y en gran parte allí es donde la experiencia nos enriquece.
Los viajes comienzan desde el momento en el que empezamos a idearlo, a buscar pasajes o pensar el modo en el que nos trasladaremos y al elegir el lugar al que iremos. Viajando podemos explorar nuevos lugares, nuevos climas, y lo más importante, nuevas y distintas culturas.
Beneficios psicológicos de viajar:
Existen numerosos estudios que se ocupan de investigar los aportes que la experiencia de viajar nos brinda, y suelen ser muchos y muy buenos. Se considera que viajando mejoramos nuestra calidad de vida, que adquirimos vivencias que se asocian a la felicidad, que aprendemos cosas nuevas, y todo ello puede relacionarse con la posibilidad de enfermar menos y vivir más. Siempre que mejoremos nuestra calidad de vida en todos los sentidos en que podamos, estaremos aportando algo positivo a nuestra salud física y mental.
Si bien todo tipo de viaje será una fuente de beneficios, algunos aportarán más que otros. Cuando vamos a culturas muy distintas a la nuestra la vivencia requerirá mayor esfuerzo psíquico, emocional, cognitivo, social, etc., mientras estemos en ese lugar desconocido. Todo ese esfuerzo pondrá en movimiento nuestros recursos psíquicos y nos hará desarrollar nuevos recursos lo que mejorará nuestro mundo interno.
Viajar permite reducir el estrés que la vida cotidiana, la vida laboral, las exigencias en general traen aparejadas. Mientras estamos de viaje conectamos más con el presente, con lo que estamos haciendo, experimentando y conociendo. De esta manera soltamos durante un período delimitado de tiempo la preocupación por las obligaciones, las tareas pendientes, las preocupaciones, etc.
La salida de la rutina nos saca de la zona de confort. Lo conocido, lo que hacemos siempre, lo hacemos con un registro vivencial que torna nuestra actividad cotidiana en algo cómodo de realizar. Salir de esa comodidad puede ser un esfuerzo sobre todo para las personas que se sienten más a gusto en lo repetitivo. Pero es justamente ese esfuerzo el que nos permite crecer y desarrollar nuevas capacidades de respuesta que luego podremos utilizar en la vuelta a nuestra rutina.
A nivel social, el conocer nuevas sociedades siempre es enriquecedor. Si bien hace tiempo que vivimos globalizados y tenemos consciencia de la existencia de otros modos de vivir, pasar por la experiencia vivencial nos enseñará mucho más. De este modo aumentamos nuestras habilidades sociales y comunicativas.
Conocer el afuera nos permite conocernos mejor a nosotros mismos. Observar que existen distintas perspectivas nos permite cuestionarnos a nosotros mismos y redescubrirnos. De la misma manera podemos cuestionar la visión de las cosas en general ampliando nuestra mirada.
También resulta muy importante que al tomar conocimiento de otras realidades, mejores, iguales o peores que las que nos toca vivir, podemos desarrollar nuestra capacidad de empatía, de consideración de los demás.
Sea un viaje por trabajo a otro país, unos meses en culturas muy distintas a la nuestra para aprender, una viaje con fines de descubrimiento espiritual, viajes relacionados a actividades deportivas, de mochileros, recorriendo el país o yendo a lugares muy, muy lejos, viajes en pareja, en familia, con amigos o solos, toda experiencia de viajar nos permitirá crecer y mejorar nuestra calidad de vida.
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