Por Lic. Constanza Bonelli
@lic.constanza.bonelli
El 14 de febrero se festeja en todo el mundo el Día de San Valentín, el Día de los enamorados. A fuerza del marketing, este festejo cada vez tiene más adeptos y, salvando las particularidades de la pandemia, en los últimos años en esta fecha no ha sido fácil encontrar lugares disponibles para salir a festejar. Por lo cual era recomendable reservar con anticipación si se pretendía una cena romántica en pareja.
La fecha recuerda el martirio de un sacerdote de Roma del siglo III, llamado Valentín, que casaba a parejas en secreto. Era la época en que el emperador Claudio II había prohibido la unión de jóvenes en matrimonio por considerar que siendo solteros reunirían mejores condiciones para desempeñarse en la lucha como soldados. Al enterarse de las acciones de Valentín lo sentencia a muerte el 14 de febrero del año 270, alegando desobediencia y rebeldía.
No sólo se festeja el día de los enamorados, en algunos países también se festeja el día de la amistad. Para esta época del año también se festejaba el apareamiento de los pájaros como símbolo del amor y la creación, en algunos países nórdicos, parte de la historia de este festejo.
Para el ser humano es difícil sustraerse al influjo del amor, ya sea por su presencia o ausencia, por su exceso, su falta, sus vaivenes. Las marcas de la experiencia del amor son parte de la construcción de nuestro psiquismo, tanto las de la infancia como las de la vida adulta. Los modos en los que transitemos las vivencias amorosas determinarán y serán determinados por nuestra personalidad, por nuestro psiquismo, por nuestra capacidad o incapacidad para amar. Muchas canciones dan cuenta de las vicisitudes del amor… amamos para no enfermar y enfermamos si no somos capaces de amar.
Freud y el amor
S. Freud sostenía que la salud psíquica iba de la mano de la capacidad adecuada de amar. Amar es una capacidad que se construye a lo largo de la vida comenzando por las experiencias infantiles, dependiendo principalmente de cómo hayamos sido amados (o no) por nuestros padres o sustitutos. De esas vivencias quedarán marcas, como un sello, una impronta, que nos empujará a repetir ciertos modelos de vínculos y, por ende, ciertos modos de amar.
Podemos explicar el amor desde el funcionamiento químico, cerebral, emocional, conductual, etc. Somos el resultado del trabajo de varios sistemas que confluyen y determinan lo que somos. También podemos diferenciar teóricamente lo que se entiende por enamoramiento y amor. Y reconocer que existirán tantas definiciones de amor como amores existan ya que se trata de una vivencia singular entre personas que se aman. Dentro de esas definiciones también podemos diferenciar las que se acerquen más o menos a experiencias saludables, o por el contrario, a la patología.
Modelos que distinguen el amor
Los modelos en los que se despliegue el amor serán condicionados culturalmente. Hace un siglo las cosas eran de un modo distinto a lo que fue cincuenta años después y a lo que vemos hoy. La sexualidad actual se encuentra en un cuestionamiento del paradigma clásico anterior, construyendo nuevas identidades y nuevos modos de vivir el amor. Pero más allá de la moda… estamos hablando de amor.
Si pensamos en alcanzar cierta felicidad como sinónimo de salud, el amor es una de las claves para ello, entendiéndolo como experiencia adecuada de reconocimiento y elección de un otro con el que nos relacionamos y vivenciamos el amor. Alejándonos de la idea de la “media naranja” que representa al amor narcisista patológico que borra la existencia del otro, de lo distinto y realza lo propio, lo egoísta, lo egocéntrico.
Es interesante poder pensar el amor como un acto creativo que nos sorprende con la incorporación del afuera, lo diferente, lo que nos permite aprender, no sin incomodidad, no sin necesidad de adaptación. Amar sanamente no es un acto cómodo, no se trata del encastre perfecto de dos piezas de un rompecabezas, sino de la capacidad de tolerar una unión imperfecta, un encuentro inexacto que nos permita el cuidado y el registro del otro a la vez que somos registrados y cuidados por el otro. Amar y ser amados.
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Asociación Psicoanalítica Argentina
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