Violencia simbólica
Por Lic. Constanza Bonelli
El concepto de violencia simbólica fue desarrollado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu, y se refiere a las formas de dominación más fundamentales, ya se trate de dominación cultural patriarcal de los hombres sobre las mujeres, de la dominación de una etnia sobre otra, de los blancos sobre los negros, todas ellas difíciles de comprender por el modo en el que se ejercen. Podemos observarlas a través de presiones objetivas, por ejemplo los espacios prohibidos para negros, los sectores separados como hace algunos años eran las escuelas para hombres y para mujeres, o lo que podemos ver hoy en día, que sin ser prohibiciones, existen espacios y ocupaciones más habilitados para los hombres que para las mujeres. Pero además estas divisiones objetivas se convierten en principios de división, que son a la vez, principios de visión del mundo.
Bourdieu se basa en el estudio de sociedades arcaicas que se estructuran conforme a la oposición masculino-femenino, de modo binario, y reflexiona sobre nuestra sociedad actual encontrando la misma oposición. Las mujeres ocupan un subespacio, más referido al hogar, en el interior de un mundo masculino más amplio, público y exterior. Esta división existe objetivamente pero también existe en las estructuras mentales bajo formas de opuestos, de adjetivos. La concordancia entre esos opuestos objetivos y los principios de división hace que todo parezca natural. Así es como se naturalizan estas divisiones de modo tal que las aceptamos sin cuestionarlas. Se trata de esa estereotipación de los roles masculinos y femeninos propios de nuestra cultura patriarcal que con el movimiento feminista se está cuestionando fuertemente hoy en día.
Estas divisiones están incorporadas en nosotros de modo tal que actúan inconscientemente. Además se refuerzan permanentemente en la comunicación. En cuanto a la violencia simbólica sobre la mujer es cuando es considerada más como objeto que como sujeto. Si pensamos en la distribución de ocupaciones, la mujer está siempre representada en funciones en las cuales se la trata esencialmente por su forma de hacer las cosas, por su vestimenta, por tareas del hogar y cuidado de los hijos. Y lamentablemente, la dominación simbólica se ejerce con la complicidad de quien la sufre, justamente por estar arraigada en el inconsciente de las víctimas y avalada culturalmente.
Es muy común ver publicidades que venden productos de limpieza sólo para mujeres, marcas que ofrecen un modelo de belleza único, mujeres como productos de consumo. La violencia simbólica es cuando se presenta a las mujeres en roles estereotipados, cuando se les asigna un valor inferior al de sus pares varones, se las muestra ocupando roles domésticos y de reproducción. Esto está tan naturalizado que muchas veces es difícil identificar.
Las publicidades televisivas con sus mensajes muestran valores que se naturalizan en la sociedad, son un instrumento de reproducción y construcción de sentido. Estos mensajes implícitos pueden ser algunas veces inofensivos pero otras no. Legitiman de este modo la desigualdad de géneros.
La Ley Nacional de Protección Integral a las Mujeres define la violencia simbólica como la que a través de mensajes transmite y reproduce dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer.
Se refuerzan así mandatos ancestrales en los cuales la mujer se encuentra en una relación asimétrica de poder en relación al hombre. El patriarcado es el ordenamiento social en el cual lo masculino entendido como lo poderoso, lo fuerte, lo racional, como aquel que tiene el conocimiento, es el que construye una cultura en la que lo femenino es considerado inferior.
La agresión, la pulsión de dominio son propias del ser humano. Y nuestra cultura tiene incluso en la base de su construcción a la violencia. Freud establece, estudiando pueblos primitivos, cómo se introyecta la ley desde el asesinato del padre de la horda primitiva. Momento en que se crea la cultura, en el que nos convertimos en seres culturales. Es decir, que el acto mítico que nos convierte en seres humanos distintos de los seres primitivos es violento, es un asesinato. Además, como pulsiones propias de nuestra naturaleza encontramos la agresión y la dominación sobre otros.
Más allá de esto constitutivo del ser humano, la violencia simbólica debe ser cuestionada y eliminada. Entendiendo que más saludable será una sociedad sin desigualdad, que habilite las pulsiones agresivas y de dominio de modo que circulen entre las relaciones sin asimetrías de poder.
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Violencia simbólica
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