VIOLENCIA Y CULTURA
Por Lic. Constanza Bonelli
La relación entre violencia y cultura parece indisociable si analizamos el inicio de la cultura. Freud en “Tótem y tabú” El mito de la horda primitiva, intenta dar cuenta del inicio mismo de la cultura desde un paralelismo entre el surgimiento del totemismo y la exogamia, la prohibición del incesto y del parricidio, el complejo de Edipo, como el momento de surgimiento de las leyes sociales que nos convierten en humanos distintos de los seres primitivos.
Según Freud los primeros grupos humanos se organizaban en torno a un padre, macho alfa, que se regía por la fuerza, gozaba de todas las mujeres y hombres del clan, reproduciéndose con las hembras y teniendo bajo su control a todo el clan. Si alguno quisiera disputarle su lugar, lo echaba del grupo o lo mataba.
Cansados de estos abusos los hijos, hermanos entre sí, se alían con las mujeres del clan para matar a este padre terrible. En esta “Comida Totémica” devoran al padre y en ese acto introyectan su poder. Luego de este acto canibalistico, se introduce la culpa al considerar los buenos aspectos de este proto padre asesinado.
Es así que se interioriza la Ley de prohibición del incesto y la prohibición del asesinato, que era lo que encarnaba este padre terrible. Es decir comienzan a regir nuevas leyes partiendo de los comportamientos del padre asesinado e introyectado, creando de este modo la Cultura Humana, que regula bajo ciertas prohibiciones las relaciones sociales a la vez que cuida la continuidad de la especie bajo la exogamia. Para Freud el complejo de Edipo reedita este mito antiguo en cada nuevo pasaje generacional.
La violencia en la sociedad debe ser entendida, además, desde la consideración de ciertas pulsiones del individuo. Existen dos grupos de pulsiones, las de vida, Eros, y las de muerte, Thánatos. Eros se relaciona a la autoconservación y a lo sexual, y Thánatos es todo impulso destructivo hacia uno mismo y hacia los demás. Es la destrucción, la agresión, el odio.
El ser humano se encuentra en una lucha constante entre la satisfacción de estas dos pulsiones contrapuestas. Entonces la violencia debe ser entendida desde lo cultural y desde la naturaleza humana.
En nuestra sociedad existen muchos tipos de violencia. Violencia de género; maltrato y abuso a niños; violencia entre pares como el bullying, el cyberbullying y el mobbing; violencia institucional, y muchas otras formas de violencia.
Bajo la idea de “La ley del más fuerte” que representa no solo al padre de la horda primitiva sino a nuestra cultura patriarcal, se naturaliza la violencia en todas sus formas. El movimiento femenino actual, en busca de la igualdad de géneros, va en contra de este imaginario social, por lo cual vemos una “crisis de la supremacía masculina” que se resiste a su decadencia incrementando cada vez más su violencia. Los femicidios en aumento son una muestra de ello.
La naturalización de la violencia también se ve reflejada en los ataques de patotas, en los crímenes pasionales, en la delincuencia, que ponen de manifiesto la exclusión de lo distinto con supuestas leyes propias de quienes creen tener el poder.
En esta “cultura del espectáculo” en la que vivimos, los opuestos son remarcados, estereotipados, y esta estigmatización de los perfiles distintos agranda la brecha de las diferencias fomentando cada vez más violencia. Junto a la espectacularización de lo perverso, lo traumático atrapa, y la sociedad lo consume en los noticieros diarios y en las series que explotan esta situación.
La nueva generación trae consigo una mirada integradora, inclusiva, global, empática con lo diferente, con más igualdad, que considera la libertad de cada uno para construirse como quiera ser. Aunque todavía esto es muy reciente y los buenos resultados podrán verse más adelante.
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