Argentina, un país infeliz
por Constanza Bonelli
Según un estudio reciente Argentina se encuentra entre los países más infelices del planeta. Una encuesta global realizada por la consultora Ipsos Gloval Advisor que midió el índice de la felicidad en 28 países, dejó a la Argentina como el país más infeliz del mundo. Sólo 34 de cada 100 Argentinos afirma ser feliz. Mientras que Australia, Canadá, China y E.E.U.U. se encuentran entre los más felices. En Europa, Francia y Gran Bretaña son los más felices y España el más infeliz. A nivel mundial el índice de felicidad disminuyó 6 puntos respecto del año anterior.
Las variables utilizadas en esta encuesta son el tiempo en las redes sociales, mudarse a otro país, seguridad, las posesiones materiales, las amistades, el bienestar del país, salud, familia, relaciones de pareja, entre otras.
Para los Argentinos la felicidad se relaciona, principalmente, con tener buena salud y bienestar físico, los hijos y las relaciones sentimentales. Estas fueron las variables a las que mayor satisfacción les atribuyeron los argentinos. En un momento de crisis como el que estamos viviendo es difícil estar felices, pero pensar la felicidad implica tener en cuenta diversos caminos que pueden llevar hacia ella.
En principio la felicidad no es un estado que pueda mantenerse en el tiempo de modo invariable, se trata más de algo episódico que marca una diferencia con otros estados de ánimo. La felicidad que se mantiene en el tiempo se convierte en bienestar y pierde esa característica de exaltación que sentimos cuando estamos felices.
Podemos diferenciar los caminos hacia la felicidad en dos grupos. En uno encontramos los objetivos intrínsecos, que se refieren a la búsqueda de la satisfacción de necesidades internas, y en el otro los extrínsecos, enfocados en lo externo al individuo. Los objetivos intrínsecos se relacionan con el crecimiento personal, la valoración de los lazos afectivos y la consideración de la comunidad. En cambio los extrínsecos se asocian a la adquisición de bienes materiales, a la recompensa, a la alabanza, al éxito económico, la sobrevaloración de la imagen, la búsqueda del estatus y la popularidad, muy característico de la era de consumo en la que vivimos.
Freud, padre del psicoanálisis, consideraba que el hombre tiene como propósito de vida alcanzar la felicidad y mantenerla, y lo hace buscando el placer mientras se aleja del dolor. Esta mirada considera que el dolor proviene principalmente del cuerpo, del mundo que nos rodea y de las relaciones con otros seres humanos. Plantea la libertad como salida de este dolor. Aceptar las limitaciones y así liberarse del dolor. En este sentido hasta la muerte se presenta como algo que debemos aceptar para encontrar la paz interior y la felicidad.
Desde la filosofía se describen varios caminos posibles en esta búsqueda de ser felices. Uno de ellos considera la felicidad como el resultado de la adquisición de bienes materiales, muy característico de esta Era. A mayor consumo, mayor felicidad. Esta idea se asocia a la desigualdad social y a la alienación. Es claramente extrínseca al individuo.
Otro camino es el que relaciona la felicidad al saber, un objetivo intrínseco que pone el acento en la incorporación de conocimientos para ser más felices. En esta idea se busca mediante el saber, mediante la razón, encontrar un equilibrio dominando nuestros instintos naturales.
El interés por el compromiso social y la idea de construir una nueva realidad mejor que la actual, es otro camino posible para ser felices. Comprometidos con la felicidad de los otros y buscando mejorar el mundo podremos, en un futuro, alcanzar la felicidad.
También están quienes entienden que la felicidad va de la mano del deber, del cumplimiento de las normas que nos llevan a respetar a los demás y a ser respetados, y luego se busca la felicidad de modo privado, es decir, eligiendo el camino que cada uno quiera. La vuelta hacia la naturaleza original es para otros la mejor opción para ser felices.
Así observamos que existen muchos, y bien distintos, caminos posibles hacia la felicidad. Aquellas personas enfocadas en objetivos extrínsecos suelen mostrar mayor insatisfacción en sus vidas, presentar mayor cantidad de síntomas depresivos o de ansiedad, y en general se sienten menos vitales. En cambio, quienes se dirigen intrínsecamente, parecen estar más felices, más vitales, con menor cantidad de síntomas de estrés o depresión.
Habiendo tantos caminos posibles podemos entender la felicidad como una búsqueda personal, como una elección. Saber de nuestras limitaciones, aceptarlas, y comprender que los distintos caminos nos brindarán diferentes modos de encontrar la felicidad, será sustancial para estar comprometidos con nuestras elecciones y, por lo tanto, con nuestro modo de ser felices.
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