Después de cenar, todas las noches, nos vamos al living con mi marido a charlar y tomar algo. Es mi momento de escribir, siempre en el mismo sillón y con mi música (mejor no pregunten cuál 😂).
Sin embargo, mi paz no llega cuando se duermen los chicos, sino cuando digo «publiqué el post de Instagram!» Y mi amor me sonríe y me lee inmediatamente.
Es en ese exacto momento cuando me siento libre de correr a mi habitación a ver «mi serie o leer mi libro».
Pero, el camino no es sin escalas, a medida que paso por cada ambiente, acomodo, guardo, limpio y devuelvo todo a su lugar para despertarme mañana en la casa que quiero.
👉 En la cocina: si quedó algo dando vueltas, lo junto y lo lavo.
👉 En el estar: si quedaron juguetes, los llevo al cuarto de juegos. Si hay una campera la guardo y si hay un ipad lo pongo a cargar.
👉 Paso por las habitaciones de mis hijos a darles un beso y decirles que los amo: si hay papeles de caramelos, un postrecito vacío o un platito, vuelvo al punto cero: cocina 😂.
👉 Paso por los baños y tiro las cadenas y acomodo las toallas.
👉 Y finalmente llego a MI HABITACIÓN: cierro las cortinas, guardo lo que esté fuera de lugar, a veces hasta vuelvo al punto cero a guardar una botella de jugo caliente o llevar ropa al lavadero.
Le robo el control remoto al marido y le digo: me lo merezco.
TU ESPACIO ORGANIZADO