LA MATERNIDAD EN LA ACTUALIDAD
“Ser madre” es una función determinada por el entorno histórico y psicosocial del que se trate. Dicha función no será llevada a cabo de la misma manera en las distintas culturas que existen. No sólo encontramos estas diferencias sino, y sobretodo, la época en la que analicemos el término determinará su sentido. Asistimos hoy a un verdadero cambio de paradigma en lo que concierne al papel de la mujer en la sociedad y eso incluye su función maternal.
Desde una mirada psicoanalítica sabemos que la feminidad, el rol de la mujer, el deseo de ser madre, el deseo de hijo, es algo que excede ampliamente la disposición biológica. Tanto la elección sexual como los deseos que se desarrollen a lo largo de la vida, si bien poseen una base biológica que nos ubica como pertenecientes a un determinado sexo, hombre o mujer, la sexualidad y la función de la misma será el resultado de una elección que se realiza siendo atravesados por la cultura.
El notable cambio de paradigma de lo que significa “ser mujer” viene dando claras muestras de que se trata de una función que se construye culturalmente. En los últimos cien años el rol de la mujer ha ido mutando, ha ido transformándose desde una posición pasiva en un mundo patriarcal hacia un modo más activo, independiente y libre, situación que atañe a la mujer en su totalidad. En este escenario la maternidad ha experimentado cambios en toda la amplitud del término. Desde el deseo de ser madre, el modo de llevarlo a cabo, hasta la gratificación que se espera de la realización.
Si pensamos la maternidad como función, “ser madre” como la acción que significa dicha función, vemos que puede ser cumplida de diversas maneras. Los modelos parentales en la actualidad y los diversos modos en los cuales la ciencia facilita hoy la procreación, junto a la adopción, dan cuenta de ello. Si entendemos esta función unida al “deseo de hijo” más se comprende la extensión de la misma más allá del modelo tradicional. Hoy puede “ser madre” una mujer con un hombre de modo natural, o pueden recurrir a métodos artificiales, tanto como pueden hacerlo dos mujeres, dos hombres o sólo una/o de ellos. Y así el “deseo de hijo” puede gratificarse por distintos caminos, fertilización asistida, donación de espermatozoides y óvulos, alquiler de vientre y adopción. Y cumplirá la función materna quien desde el “deseo de hijo” realice dicha acción. Podríamos decir entonces que “es madre” quien se identifique como tal y cumpla dicha función, más allá de su disposición biológica y de la capacidad de procrear.
Más allá de las variaciones actuales determinadas por los nuevos modos de parentalidad, si pensamos en la mujer hoy, observamos una modificación notable en el desempeño de su rol femenino. El desarrollo laboral, la independencia económica, psíquica y social, el deseo de una realización profesional, ubican a la maternidad en un lugar muy distinto al que ocupaba en años en los que la mujer no era la que es hoy. Muy probablemente en la mayoría de las mujeres de principios de siglo la realización personal estuviera gobernada por la concreción de la maternidad. En aquella época la libertad y el desarrollo de la mujer en ámbitos fuera de lo familiar era casi inadmisible. Con el transcurrir de los años en la lucha de la mujer por alcanzar una igualdad de género, la maternidad no tiene dimensiones similares a las que tenía, o no en todas las mujeres. Si bien para muchas de ellas continuará siendo hoy la función femenina principal, para un gran porcentaje de mujeres serán otras cosas las que les brindarán esa sensación de logro femenino. Igualarse al hombre saliendo del modelo patriarcal, construyendo un nuevo paradigma que ofrezca iguales posibilidades a todos más allá del sexo al que pertenezcan, es la idea que gobierna la cultura actual.
Muchas mujeres son madres, profesionales, trabajan fuera de casa, tienen una vida social activa, son independientes y libres. Siguen eligiendo “ser madres” pero ese deseo comparte interés con el intento de realizarse en otros ámbitos de la vida, por ello pierde exclusividad creando nuevos modos de cumplir la función materna. Como todo cambio de nada sirve oponerse o negarlo. Quien se sienta identificado con lo nuevo vivirá de buen modo la transformación y contará con las herramientas necesarias para la adaptación. Quienes no, necesitarán de un esfuerzo mayor para adaptarse al nuevo modelo o podrán elegir identificarse a un modelo más tradicional, en un claro ejemplo de que lo nuevo siempre convive con algo viejo, del pasado, que puede quedar como resabio de una época anterior.
Las nuevas generaciones que nacen con este cambio ya producido, aunque continúa en una transformación dinámica, disponen de una mentalidad que no necesita adaptarse ya que el nuevo modelo más igualitario es la cuna en la que comienzan a vivir. Ya desde los millennials observamos una mirada mucho más libre sobre el modo en el que cada uno elija vivir y dividen su interés en todas aquellas cosas que les brinden gratificación, incluyendo la maternidad y la paternidad entre ellas.
Lic. Constanza Bonelli
Consultorios en Nordelta y Belgrano: 4871-6634 / 156-272-2973
UBA matrícula 31906
Candidata de la Asociación Psicoanalítica Argentina
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