HACER LO QUE TE HACE FELIZ
Definir el concepto de felicidad dependerá de los distintos valores de quienes la experimenten. Habrá personas que la asocien a la posibilidad de obtener bienes materiales, otras a los logros alcanzados; también están quienes la relacionan al interés sobre el enriquecimiento emocional y de experiencias, es decir, a la observación sobre el mundo interior; a la paz; al compromiso social; al bienestar familiar; a la salud; al conocimiento; al retorno a la naturaleza; etc, etc.
La felicidad puede ser buscada por medio de objetivos intrínsecos o extrínsecos. Los primeros se refieren a la búsqueda de gratificaciones de necesidades internas como el crecimiento personal, la valoración de los lazos afectivos, el conocimiento de uno mismo. Los extrínsecos están centrados en la mirada de los demás, en la recompensa y en el conseguir bienes materiales, lograr estatus social o popularidad; en la imagen de uno mismo más que en lo que uno interiormente es.
Quienes siguen el modelo extrínseco pueden tener mayores probabilidades de encontrar insatisfacción en sus vidas o sentir que nunca es suficiente. Suele asociarse a ésto los síntomas depresivos y de ansiedad. Quienes logran el camino intrínseco en la búsqueda de la felicidad suelen tener más éxito en alcanzar mayor cantidad de momentos felices tolerando de mejor modo aquellos que no lo sean. Suelen presentar menor probabilidad de síntomas de estrés, ansiedad y depresión. Enfocarnos en la búsqueda sobre quiénes somos en lugar de obtener más y más bienes nos brinda la posibilidad de recorrer un camino con gratificaciones más profundas, estables y duraderas.
Podríamos pensar en la felicidad como una habilidad similar a tocar un instrumento musical o practicar un deporte. Es decir, podemos pensarla como la posibilidad de aprender y mejorar nuestra capacidad de ser felices. Pareciera ser que no existe una fórmula única para alcanzarla. Según los valores de cada individuo, la sociedad en la que vive, los intereses que persiga, se elegirá alguno de los distintos caminos que conducen hacia ella. La fórmula general podría ser “vivir la vida que a cada uno lo haga feliz”. Como existen distintos caminos hacia la felicidad, será necesario hacer un reconocimiento de nuestros valores e intereses para elegir cuál de ellos seguir.
Algo importante a tener en cuenta cuando analicemos “la felicidad” es que no puede ser mantenida de modo constante en el tiempo. Sólo puede obtenerse por contraste a otras emociones no felices y por un breve período de tiempo. Si ella se sostiene en el tiempo se transforma en bienestar perdiendo el plus característico de la emoción de felicidad.
Más allá del modelo que cada uno elija entendemos que en reglas generales el individuo sano busca sentirse feliz. Cuando no lo logra en ocasiones recurre al analista demandándole la respuesta para encontrar la felicidad. El analista acepta la demanda pero en lugar de darle la respuesta, al no creer en ese saber que le infiere el paciente, como lo harían probablemente otras corrientes como las terapias de la conducta, los gurúes, o las religiones, transfiere esa demanda de felicidad en deseo de saber. Pero se trata en este caso de un saber especial, distinto. No es una respuesta, sino saber del vacío, de la característica del sujeto que para que sea tal se relaciona a un objeto que nunca será el que colme su deseo. Es decir, un saber sobre lo que falta y siempre faltará, que nos mantendrá vivos, en permanente búsqueda de satisfacciones insuficientes, hasta la muerte.
Podría pensarse que la felicidad puede encontrarse justamente en la búsqueda que cada individuo realice, en el camino que elija para buscar satisfacciones parciales de sus deseos, entendiendo que nunca encontrará una respuesta única y total, porque ese saber no existe.
Como podemos ver no es tarea sencilla la de encontrar la felicidad, por ello “hacer lo que te hace feliz” puede transformarse en una guía útil para tener más acceso a la felicidad. Evaluar los caminos más acordes a cada uno entendiendo que sólo podrá alcanzársela por momentos y que convivirá con emociones poco felices a lo largo de nuestras vidas.
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