Hablar con el sacerdote José Luis “Cote” Quijano dá mucha paz, y a los pocos minutos de estar con él, uno se olvida de la investidura de sacerdote y se conecta con el hombre común y corriente que es.
Con la ventaja de conocerlo hace más de 20 años cuando recibí la noticia de lo que él cuenta que le sucedió en la celebración de una misa hace unas dos semanas cuando dice haber visto la cara de Jesús en la hostia me conmoví. Además un laico que lo acompañaba afirmó que él también la vio. Es que al conocerlo sé que lo extraordinario o esotérico no es propio de él. Quienes lo conocemos sabemos de su profesión consecuente de la fé católica, de su profunda fé y de su trabajo permanente por transmitir la palabra de Dios.
Pero también conocemos al hermano, al hijo al amigo. Cote tiene 62 años y desde hace 35 años es sacerdote y desde hace tres años es párroco en Tigre. Estudió Economía en la Universidad Católica Argentina y es miembro del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) y del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. El papa Francisco lo designó misionero de la misericordia, un cuerpo que integran 1000 sacerdotes de todo el mundo.
«Yo no tengo dudas del hecho, de lo que ví. Soy una persona común que vive de lo ordinario, no de lo extraordinario. Lo que pasó me shockeó y aún me tiene sensibilizado», dijo Quijano en una entrevista con LOCALLY donde además dejó en claro que no quiere hablar de milagro, sino de una «gracia especial».
Dejé pasar un tiempo antes de poder juntarme con él porque sabía que las emociones luego de haber sido protagonista de lo que él cuenta, podían ser tan grandes que difícilmente pudiese decantar la situación y reflexionar sobre ella.
En el video a continuación Cote cuenta en primera persona cómo fue su experiencia cuando al estar por elevar la hostia ya consagrada en una misa dice haber visto la cara de Jesús allí tan clara que no tuvo duda:
Estos son los hechos, ahora bien, lo que quisimos hablar en esta oportunidad con el sacerdote es qué piensa el que puede dejar esta experiencia vivida a él y a la comunidad con la que compartió su vivencia.
“Los hechos que nos ocurren en la vida nos impactan de un modo muy fuerte” cuenta, “Lo primero que pienso es que la vida se juega en lo ordinario, y que si hay un hecho extraordinario, bueno, viene para ayudar, pero nos jugamos y debatimos en lo de todos los días.
A lo mejor lo que hace diferente a la vida es vivir lo ordinario de manera extraordinaria”, comparte profundamente el sacerdote para lograr trasmitir lo que siente y que también pueda ser de utilidad a la comunidad “Otra cosa para compartirles de lo que pensé es que estar lejos de los hechos es ponerse distante al punto tal de que no te impacten. Entonces hay que animarse a vivir los hechos y la Semana Santa es una oportunidad para vivir junto a la comunidad la muerte de Cristo, morir con él; la Resurrección, volver a resucitar. Los hechos ocurren cuando uno los vive, no cuando te los cuentan. entonces es importante hacernos protagonistas de hechos religiosos”, explica el sacerdote quien cuenta que al vivir el en lo ordinario, en lo común, cuando le sucedió esta vivencia que cuenta, vino para reforzar y comprometerse más, pero no para sorprenderlo, porque su fé y creencia de Jesús en la hostia hecho cuerpo es absoluta.
“Esto nos invita volver al lo trascendente, la vida se volvió muy inmediata, muy veloz, muy loca, volver a lo esencial, volver a Dios, estar cerca de Jesús”, de esta forma el padre invita a cada uno a la reflexión a no esperar algo extraordinario, que en muchos casos lamentablemente puede ser una enfermedad o una muerte, que nos hace recalcular y valorar el tiempo, los afectos, las vivencias, las personas, lo logrado, lo que se tiene, la naturaleza, todo lo que nos rodea y que estará allí más allá de uno.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, escribió una carta a la comunidad parroquial en la que llamó a agradecer ese «don especial», ese «regalo», pero pidió no hacer una «interpretación apresurada que distorsione o agregue significados» a lo ocurrido. “Y lo bueno es que la comunidad de Inmaculada concepción (la Iglesia de Tigre donde el sacerdote es párroco) tomó de manera muy respetuosa todo esto”
Vivir en lo ordinario como si fuese extraordinario, ser protagonistas de nuestras vidas y vivir hechos, no quedarnos con los relatos, conectarnos, vivir en lo trascendente y no pensar que sólo el aquí y ahora es lo que importa son algunas de las frases que quedan resonando en mi cabeza, al terminar una larga y profunda charla con Cote la cual agradezco.