Por Carlos Ricur
El 1 de diciembre, acompañados por un gran público, celebramos la finalización del Ciclo “Música en Familia” 2018 que organizó la Parroquia Sagrada Familia, para que la buena música pueda llegar a todos. La Iglesia, su rica liturgia y la vida de los Santos, ha sido históricamente fuente de inspiración para los músicos de todas las épocas y fueron los templos, los ámbitos donde ésta se escuchó desde siempre. La música constituyó así un importante medio a través del cual, la Buena Nueva llegó al corazón de los fieles, a la vez que les brindó la oportunidad de incorporar a sus vidas esta experiencia que enriquece su acervo cultural.
Repitiendo la experiencia iniciada el año pasado, y para recuperar para los nuestros la música, la Parroquia organizó un Ciclo de 6 Conciertos que termina con una obra que sintetiza las promesas del Creador, ¡La llegada del Mesías! Y que llega a nuestro país en un día memorable, el G20 que, con su panorama de restricciones, llenó de dudas la posibilidad de realizarlo
Sin embargo, con gran esfuerzo y sacrificio, 25 músicos con sus instrumentos que incluían trompetas, timbal, oboes, fagot y un numeroso grupo de cuerdas acompañó a los 50 coreutas y a 4 reconocidos solistas; Marisú Pavón, soprano, Martín Oro, contratenor, Santiago Ballerini, tenor y Roberto Ochova, barítono, todos bajo la excelente dirección de Santiago Andrés Cano.
El Banco Santander Rio fue, en esta oportunidad, el sponsor que nos permitió disfrutar del Oratorio “El Mesías” de Häendel que nos ofreció el Coro de Martínez de la Iglesia Evangélica Alemana en Buenos Aires y la Orquesta Barroca Soli Deo Gloria. En el texto de su publicidad dice “queremos hacer crecer a las comunidades” Gracias por este invalorable apoyo.
Génesis de “El Mesías”
En 1741, Georg Friedrich Häendel tiene serios problemas de salud. Su compañía de ópera está en la quiebra y se ve agobiado por las deudas. Lord William Cavendish, lugarteniente del rey en Irlanda, lo invita a ir a Dublín donde la gente, a la que ha llegado su fama, le admira sin reservas. La residencia que le ofrecen está cerca del Neal’s Music Hall, una sala de conciertos nueva, con buena acústica y donde pronto sonarán sus obras. Con unos cantantes de primera línea y una estupenda orquesta, se hace una suscripción para ofrecer seis conciertos con sus obras y, ante el éxito obtenido repite la experiencia.
Comienza entonces los preparativos para estrenar un oratorio nuevo que ha traído consigo y el 12 de abril de 1742. Un auditorio de setecientas personas escucha por primera vez “El Mesías” en Dublín, en un concierto con fines caritativos. El éxito es tan grande que es repuesto varias veces antes de volver a Londres. El estreno londinense produce tanta emoción al rey Jorge II, que se pone en pie al escuchar el célebre “Aleluya” y todos los presentes lo imitan. Desde ese momento y hasta la pérdida de la visión, en 1753 Häendel lo dirigiría todos los años, a beneficio del Hospital. Con este oratorio el compositor logró en vida el reconocimiento de su genio y su incorporación como músico de la corona. Su obra fue interpretada ininterrumpidamente desde el día de su estreno hasta hoy. El Mesías fue escrito en solo 23 días, entre el 22 de agosto y el 14 de septiembre de 1741.
La obra, que se divide en tres partes, está compuesta por recitativos y arias a cargo de los solistas y partes corales que se alternan siguiendo textos del antiguo y nuevo testamento, incluyendo salmos y la carta de San Pablo a los romanos.
Primera parte
Comienza con una obertura de gran serenidad y placidez, a la cual le siguen las profecías del Antiguo Testamento en que se anuncia la venida del Mesías. El tenor llama a consolar a Jerusalén y predice que Dios ha perdonado sus pecados pasados y le enviará a su hijo, hecho hombre. Esto da paso a uno de los números más hermosos, también para tenor, “Every valley”, apelación a la naturaleza para que “lo torcido se ponga recto y lo arrugado se aplane”.
El maravilloso coro nos remite al nacimiento de Jesús con el maravilloso coro que lo llama, Wonderful, Counsellor, The mighty God, y también The prince of Peace. La iglesia se ha llenado de música. La soprano llama a un sereno regocijo “Rejoice greatly, o daughter of Zion” y concluye esta parte un ágil coro apoyado únicamente en dos frases de este dúo,”His yoke is easy”. Y llegaron también los aplausos, apenas contenidos hasta este final!
Segunda parte
El coro con el que comienza trae una de las pocas fórmulas de la liturgia católica que aparecerán en la obra, el “Agnus dei” para pasar al aria que nos trae el contratenor. La languidez de numerosos momentos de la primera parte se ha ido perdiendo y la música adquiere, un aire profético, pues presagia esa explosión de solemnidad y triunfo del último número de esta parte, cuando las escrituras se vean hechas carne. El estallido del “Aleluya” con que concluye esta segunda parte, donde se une todo el coro y la totalidad de la orquesta, se ha transformado en el símbolo de toda la obra y el público deja salir la emoción reprimida con una ovación brindada de pié, con la misma actitud que movió al rey Jorge III.
Tercera parte
Esta parte es la más breve del oratorio, con apenas una decena de números y luego del Aleluya es notable la extraordinaria mansedumbre del aria “I know that my Reedemer liveth” y la del coro “Since by man came death”. Si el comienzo del oratorio remitía a las profecías del Antiguo Testamento sobre la venida de Cristo, su parte central nos recuerdan los acontecimientos previos a su Pasión, la tercera implica un largo período transcurrido y toma textos de la carta a los Corintios y Romanos de San Pablo y el Apocalipsis, libros situados al final del Nuevo Testamento.
La profecía de la muerte del Señor es expresada a través del aria para bajo “The trumpet shall sound. El coro se convierte en el protagonista de los últimos números y proclama al Cordero que con su sacrificio nos redime con su sangre y es digno de recibir toda alabanza, en un hermosísimo himno que termina con un extenso “Amén” que pone punto final a una obra que es en sí toda esperanza.
No podía faltar el bis, reclamado con insistencia y tuvimos la alegría de reencontrarnos con el magnífico Aleluya, antes de compartir un largo tercer tiempo donde público y artistas pudieron intercambiar sus impresiones.