Mientras dormimos
Freud, padre del psicoanálisis, decía que a lo largo de la historia hubo tres grandes sucesos que modificaron para siempre el pensamiento del ser humano. Hablaba de tres grandes humillaciones del hombre. El descubrimiento de Galileo sobre que no somos el centro del universo, la teoría de Darwin sobre la creación y la evolución, y su propio descubrimiento sobre la existencia del inconsciente. Desde la “Interpretación de los sueños”, uno de los escritos más importantes de su obra, muestra cómo podemos conocer la vida anímica de las personas analizando los sueños.
Freud definía a los sueños como producciones psíquicas de carácter enigmático. Como efecto de deseos inconscientes. En los adultos son realizaciones enmascaradas de deseos reprimidos; en cambio en los niños, por tener un psiquismo aún en formación, son realizaciones no enmascaradas de deseos no reprimidos. También podemos diferenciar las pesadillas y los sueños de angustia, que terminan despertando al soñante. Aquí podemos pensar que se trata de realizaciones no enmascaradas de deseos reprimidos.
Una de las funciones principales del sueño es ser el “guardián del dormir”, así lo llamaba Freud. Este cuidado lo logra gracias al modo en que mediante distintos mecanismos desfigurativos conforma la trama del sueño. En él encontramos un contenido manifiesto, es aquel que recordamos, el sueño en sí mismo, junto a un contenido latente al que llegamos luego del análisis del mismo. Esta desfiguración es la que permite por un lado expresar el deseo inconsciente, pero de modo tal que sea tolerado por la conciencia, para permitir la continuidad del dormir.
Los sueños son la vía regia de acceso al inconsciente. Existen otras vías que son los síntomas, los lapsus, los actos fallidos, e incluso, los olvidos. Todos ellos son distintos caminos que nos permiten entrar al inconsciente. El sueño presenta tres elementos, los restos diurnos, que son aquellos pensamientos que quedan del día y que se utilizan para la conformación de la trama del sueño; los deseos reprimidos que se expresan en el contenido del sueño; y por último el deseo de dormir.
En cuanto a los mecanismos desfigurativos que actúan en la constitución del sueño encontramos la condensación, que es el modo de conjugar en un objeto características de distintos objetos; el desplazamiento, se trata de trasladar características de un objeto hacia otro; la figurabilidad, que es aquella por la cual el sueño se presenta en imágenes; y la elaboración secundaria, que es un mecanismo por el cual al despertar y relatar el sueño, agregamos una coherencia que no era tal al momento de soñar, con el fin de enmascarar su verdadero significado.
Los sueños y los síntomas se conforman de un modo similar. En ambos encontramos un contenido manifiesto y un contenido latente. Podríamos decir que son formaciones de compromiso. Es decir, podemos ver en ellos deseos de las distintas instancias psíquicas conjugados a fin de ser posibilitada la descarga de esos deseos. El soñante necesita dormir. Es una función imprescindible para la vida. Al dormir se da un estado fisiológico que colabora en la formación del sueño. Se rebajan considerablemente las funciones motoras por lo cual está posibilitada la actividad onírica sin riesgo de llevar a la acción aquello que estemos soñando. Este modo natural se ve alterado en las pesadillas, en los sueños de angustia, en los terrores nocturnos y en el sonambulismo. Pero en el sueño normal lo que sucede es que la parte motora está inactiva y sólo se trata de una actividad mental. De hecho la formación de compromiso realizada mediante los mecanismos que desfiguran el contenido del sueño para no ser angustiante para el consciente del soñante, posibilita el desarrollo del sueño y resguarda la continuidad del dormir. Así se ven los dos deseos realizados, el deseo inconsciente que se expresa en el sueño, y el consciente que es el deseo de dormir.
Como trastornos del sueño encontramos los terrores nocturnos, el insomnio, las pesadillas, los sueños de angustia y el sonambulismo. Todas situaciones que alteran la posibilidad de dormir. Estos trastornos pueden ocasionar otros secundarios como miedo a ir a dormir, irritabilidad, agotamiento durante el día, crisis de angustia antes o durante el dormir. Durante la infancia pueden ocurrir estos trastornos y generar conflictos no sólo en el niño sino también en los padres al verse alterado el sueño de todos ellos. Es frecuente que frente a estos episodios los niños se rehúsan a dormir sólos en sus cuartos necesitando la presencia de alguno de sus padres en sus habitaciones o insistiendo en dormir en la cama de los padres. Esta situación genera un alto estrés en todo el núcleo familiar, incluyendo a los hermanos que pueden ver interrumpidos sus sueños si las crisis de angustia de quien padece el trastorno son fuertes.
Los sueños de angustia presentaron para Freud la necesidad de ser pensados de un modo diferente a los sueños normales. Es así que conceptualiza la pulsión de muerte para entender no sólo los sueños de angustia sino todas aquellas situaciones psíquicas que ponían en evidencia tendencias anímicas provenientes de un sector distinto del ser humano al que ya se conocía hasta ese momento. De aquí también se explica toda fuerza destructiva del psiquismo humano. Es en 1920, en el texto “Más allá del principio del placer” en donde conceptualiza la noción de pulsión de muerte que junto a las pulsiones de vida constituyen al ser humano. Las pulsiones son fuerzas existentes entre lo psíquico y lo somático, las de vida son aquellas que nos empujan a vivir y las de muerte a morir, como una tendencia inevitable a volver al estado inorgánico previo al comienzo de nuestras vidas. De esas fuerzas proviene toda la destrucción propia del hombre, hacia sí mismo y a hacia los demás. De allí también proviene lo que se representa en los sueños de angustia, éstos se desprenden de esas fuerzas destructivas por lo cual el soñante se ve llevado al encuentro con eso que está más allá del principio del placer. Es decir, no se trata solamente de sueños que sean la realización de deseos reprimidos sino que observamos además la representación de esas fuerzas destructivas que en nada se asemejan al deseo.
Dormir es una actividad vital necesaria para un buen desarrollo durante la vida de vigilia. Podría pensarse que es el modo en que cada noche se repara la actividad cognitiva luego de la actividad diurna. Como si se tratara de una limpieza de pensamientos a partir del descanso. Guardar aquellos contenidos necesarios y desechar los innecesarios. En contraposición al estado de vigilia el sueño se caracteriza por bajos niveles de actividad fisiológica, como la presión sanguínea, la respiración, los latidos del corazón. Es un estado en el que se dan cambios de funciones corporales, además de actividades para el equilibrio psíquico y físico, en los que se producen modificaciones hormonales, bioquímicas y metabólicas indispensables para el buen funcionamiento durante el día. Por ello cuando esta actividad se encuentra alterada es tan poco saludable. Según la edad que tengamos necesitamos de una cierta cantidad de horas diarias para dormir sin las cuales nuestra salud se verá descuidada. En los niños que se encuentran en permanente desarrollo dormir es realmente importante, por ello cuando aparecen conflictos en esta actividad se ven muy perturbados.
Las consecuencias generales de dormir mal son efectos negativos en el aspecto emocional, en lo conductual y en las funciones cognitivas. En los niños encontramos cambios de humor, irritabilidad, falta de concentración, hiperactividad diurna, pérdida de atención, enlentecimiento cognitivo, dificultades en la memoria y en el aprendizaje. Si el trastorno continúa comenzarán a desencadenarse alteraciones físicas de menor a mayor gravedad.
Es por todo ello que es necesario diagnosticar cuál es el problema puntual que está sucediendo para poder elegir el mejor modo para solucionarlo. En ocasiones será necesario un tratamiento para poder comprender el conflicto que está alterando la posibilidad de conciliar un sueño adecuado. Puede tratarse de un conflicto interno propio de quien no pueda dormir, o puede ser también que sucedan conflictos en la trama familiar por lo cual la dificultad de dormir esté más asociada a lo que sucede en los vínculos familiares. Será necesario entender cuál es la situación para poder encarar la mejor solución posible. Cualquiera sea el caso es necesario atenderlo para salir de esta dificultad tan poco saludable.
Lic. en psicología Constanza Bonelli
Consultorios en Nordelta y Belgrano: 4871-6634 / 156-272-2973
UBA matrícula 31906
Candidata de la Asociación Psicoanalítica Argentina
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