Desde los cuatro años tiene memoria visual de los libros de pájaros que veía en lo de sus abuelos holandeses, amantes de la naturaleza y los animales. En su casa se hablaba inglés, ya que así se comunicaban entre los parientes y amigos de diversos orígenes europeos. Sin embargo ella a los 13 años decidió estudiar francés por su rebeldía interna, por amor al idioma del arte. Dos condimentos que no le faltan a su camino como artista: por un lado el tesón, la prolijidad y lo estructurado gracias a sus genes holandeses. Por el otro su personalidad inquieta y el gusto y la curiosidad por descubrir cosas nuevas, experimentar con libertad y sin miedo.
“Me gustan los desafíos y me gusta cambiar todo el tiempo. Yo siempre juego, para mi el arte es una pasión que no es sólo la pintura, sino que es la cerámica, el bordado, el collage. Todo el proceso de aprendizaje y el proceso creativo , es lo que más me llena. Al hacerlo entro en una especie de meditación, de conexión espiritual. Lo disfruto un montón y estoy en mi mundo”.
Además de encontrar inspiración en la lectura, la poesía y en toda imagen gráfica que pasa por sus ojos, también la inspira la música y en particular algunas frases de sus canciones favoritas. “Siempre trabajo con música y cuando siento que el cuerpo me avisa que debo descansar un poco…bailo sola en mi taller”.
Desde chica le atraía todo lo relacionado a habilidades manuales: pintar, bordar, collage, usar distintos materiales. A los 22 años comenzó un taller de escultura y cerámica con la profesora Graciela Martínez, en San Isidro. “Fue excelente, ella fue muy importante en mi formación, me motivó muchísimo. Súper exigente a nivel técnico, me hacía lograr cosas que ahora no podría hacer. De ella aprendí un método. Por eso creo que soy seriada, trabajo en series.”
Su camino continuó, compartiendo saberes y habilidades dando clases en talleres de pintura decorativa, que empezaron a llenarse de alumnos. “Di clases durante muchísimos años. Además trabajaba con decoradoras, patinando muebles, reciclando objetos. Hasta que un día me propusieron salir en un programa de televisión, que se llamaba “Manos a la obra”. Fue como un juego, dijo que sí. Así fue como tuvo su etapa participando en programas de T.V., ferias de diseño y arte decorativo. “Por suerte pude trabajar con empresas como Windsor & Newton, y otras marcas muy buenas, que me daban materiales y productos para utilizar en los workshops y talleres. Me decían ¡vos experimentá! y eso fue maravilloso, porque pude usar y probar materiales a los que no hubiera accedido. Después también se hizo la revista “Manos a la obra” , y allí también me dediqué a la producción y estilismo de notas.”
Luego, se le ocurrió ir a un taller para aprender acuarela, que era una técnica que le faltaba y terminó trabajando con pasteles al óleo, a la tiza, dibujo con carbonilla, etc. Dibujaba sobre sillas antiguas, desarrollando su serie de “Sillas y sillones”. “Siempre me habían gustado los objetos, y a la vez había trabajado mucho con decoradoras interviniendo muebles, paredes, pátinas, reciclados. Hasta que un día dije ¡Basta! Me voy a dedicar al arte: voy a ser artista plástica. Voy a desprenderme de todo lo decorativo, que es bastante difícil una vez que te catalogan. Pero decidí tirarme de cabeza a hacer mi camino como artista plástica. Seguí dando menos clases, pero ya no tuve más producción de objetos.”
Luego se dedicó a indagar en su mundo interno, descubrir sus pulsiones y motores, realizó distintos y variados talleres, clínicas, seguimiento de obra con Fernando Goin, Laura Messing, Kiki Lawrie, Dani Alonso en porcelana, muchísimos más. “Bordar bordé toda la vida. Mi mamá y mi abuela me enseñaron a tejer, bordar,coser. Aún así hice workshops de bordado con Mechi Güiraldes, para refrescar puntos. Hoy utilizo el bordado como trazo, no como bordado en sí”.
Trabaja en forma seriada, cada cuatro años aproximadamente cambia rotundamente de temática, soporte, técnica o paleta de color. “Es un trabajo interno muy fuerte”. Para desarrollar la serie “Pájaros” estuvo dos años investigando el concepto de vacío para los occidentales y para los orientales. El pájaro en su obra significa la representación abstracta de un ser, de su esencia. “Esa etapa fue de mucha alegría y felicidad, necesitaba compartir y transmitir eso, que está casi vedado en el arte: la palabra alegría no debes usarla (risas). En ese momento lo plasmé con colores intensos, pájaros, tramas, flores, fondos texturados, grafismos. Hasta que pasé a los fondos planos, que me costó un montón. Luego llegué a los fondos blancos, representando el vacío. Para los orientales el vacío es la posibilidad de lo nuevo. Para los occidentales el vacío es tremendo, es la nada, por eso en nuestra cultura tenemos la necesidad de llenar el vacío. Así mostraba la diferencia y contraste entre uno y otro concepto.” Cuando le consultamos cuál pensaba que es el hilo conductor en toda su obra respondió: “Creo que mi historia personal, mi biografía plasmada en imágenes es una gran fuente. Temas como la niñez y la infancia, la crianza y cómo te condiciona la educación que recibiste, y al mismo tiempo me moviliza y sorprende cómo romper con eso. En mi caso soy obsesiva, soy ordenada , seriada, pero a la vez tengo una rebeldía interior muy grande y siempre la expreso. Necesito visualmente sacudir a la gente, me voy moviendo, voy al cambio y lo provoco, no me quedo siempre en lo mismo“.
“La siguiente serie, “Recorridos”, tiene que ver con mundos que se empiezan a transformar, pasan de ser circulares a ser formas orgánicas, que se conectan por caminos, atajos, senderos. Empiezo a incorporar el papel pintado, dibujado e intervenido, hasta que aparecen los personajes, que son los que van recorriendo esos caminos, diferentes historias que voy contando. Así llegó a la serie “Recorridos” en arte textil , sobre lino y sobre tela , con el bordado como trazo y el collage de las figuras intervenidas. Ahora estoy enamoradísima del papel, trabajando mucho en collage y hasta bordado sobre papel.”
En cuanto a la serie de los platos, cuenta que es un trabajo en el que se inspiró a partir de la técnica japonesa del KINTSUGI. Consiste en reparar lo que está roto o fracturado con oro resaltando las grietas. Al hacerlo se otorga a esa pieza mucho más valor. “Así nos pasa a las personas que con las heridas y dolores a lo largo de la vida nos vamos haciendo más fuertes y a la vez mejores personas, atravesando esos momentos duros o de crisis. Para mí cada pieza cuenta una historia mínima, un micro relato que a la vez va conectando unos con otros. Voy volcando sentimientos y emociones, así como la figura de la mujer y el tema de la niñez, siempre presentes en mis producciones. Podés hacer surgir la belleza de una loza común actual o de una porcelana antigua inglesa. Cada pieza rota o quebrada que me regalan tiene mucha historia afectiva, y me emociona esa generosidad y ese amor cuando me los dan. Luego me dedico a embellecerlos, a contar sus historias mínimas, con collage, fotos o figuras intervenidas, distintas técnicas que voy aplicando, hasta hacer casi desaparecer esas roturas o grietas”
Lo más reciente que se encuentra desarrollando es la serie “Latidos” , arrancando esta nueva aventura junto a una escritora talentosísima y otros artistas. “Tiene que ver con lo que me impulsa y motiva en el arte y en la vida, las pulsiones internas, las relaciones humanas, lo que me hace latir y seguir. Se trata de un proyecto del cual no puedo contar mucho pero estoy fascinada“
Texto y fotos: Adriana Lopaczek
adri.lopaczek@gmail.com
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