El invierno, la estación fría en los climas templados caracterizada por días más cortos, noches más largas y temperaturas más bajas a medida que nos alejamos del Ecuador, es causado por la inclinación de 23,44 grados del eje terrestre sobre su plano orbital, al igual que las demás estaciones climáticas. Desde un punto de vista astronómico, inicia entre el 20 y el 23 de junio en el hemisferio sur, en coincidencia con el solsticio de invierno (solsticio del latín sol, ‘Sol’, y sístere, ‘permanecer quieto’) que corresponde al instante en que la posición del sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste.
Desde tiempos remotos, este hecho tiene fundamental relevancia en numerosas culturas y la mayoría de ellas lo reconoce como un período de renovación y renacimiento, que conlleva rituales y celebraciones, donde ese vínculo intrínseco astronomía-cultivos cobra especial protagonismo.
Los ejes principales de los sitios arqueológicos de Newgrange (Irlanda) y Stonehenge (Gran Bretaña) del neolítico tardío, parecen haber sido cuidadosamente alineados según la salida y puesta del sol del solsticio de invierno, respectivamente.
En America, los aymaras celebran el 21 de junio de cada año en la ciudadela preincaica de Tiahuanaco el «Willka Kuti», o «retorno del sol». “We Tripantu” (“nueva salida del sol”) es la celebración del año nuevo mapuche que se realiza entre el 21 de junio y el 24 de junio. Conforma la noche más larga del año y el momento en que el sol recupera su fuerza y la tierra comienza a renacer.
Trayendo el foco a nuestros jardines, como las bajas temperaturas y elevada humedad son condiciones que no resultan confortables para la mayoría de nuestras plantas, “sin capacidad para moverse” como respuesta tuvieron que desarrollar otros mecanismos para adaptarse al medio que las rodea. Interpretar ciertas variables ambientales como temperatura, luminosidad, humedad es uno de ellos y, ralentizar todas sus actividades metabólicas de crecimiento y desarrollo, otro.
Entrar en receso significa para las plantas una reducción en la actividad fotosintética y en la intensidad respiratoria, una disminución de la velocidad de absorción de agua y de soluciones nutritivas, entre otras.
Debido a estas modificaciones en el metabolismo vegetal, el invierno resulta la estación indicada para la realización de una cantidad de tareas en el jardín, como la poda, que traerá beneficios en las estaciones venideras. A continuación, un punteo sintético.
Poda en invierno
Qué podar: Árboles y arbustos caducos y persistentes
Objetivos:
para colaborar a construir una estructura firme y segura: poda de formación.
para corregir defectos de crecimiento o retirar ramas secas o rotas por tormentas: poda de eliminación o acortamiento.
para influir en la producción de flores y frutos, permitir un mayor paso del sol, mejorar la estética o incrementar la esperanza de vida de un ejemplar.
Cuánto:
para árboles y arbustos jóvenes y vitales: hasta el 40 – 50% del volumen total de la copa verde, para lograr un objetivo determinado en una sola intervención.
para un ejemplar maduro: sólo hasta un 25 – 30% del volumen total de la copa verde por intervención.
En qué momento: tanto en caducos como en persistentes, si logramos hacerla cuando hayan pasado los fríos más intensos y antes del comienzo de la brotación primaveral, menor resultará el impacto de la poda en el ejemplar y más rápido el cierre de las heridas generadas.
En qué casos esperar: especies de floración invierno – primaveral deben podarse después de la floración, como corona de novia, jazmín amarillo y polyanta, acacias, aromos, glicinas y retamas.
Cuándo podar los rosales: muchos consideran la fecha patria del 9 de julio, como el momento inmejorable, con el margen de algunas semanas antes o algunas después, siguiendo la evolución de cada invierno. En este caso, se trata de una poda para mejorar la estructura de la planta y conseguir abundante floración en el ciclo próximo. Si contamos con gran cantidad de rosales en nuestro jardín, podemos planear una poda escalonada (de mediados de junio a finales de julio) para conseguir un leve escalonamiento en el arranque de la floración en primavera.
Por Lucila Bustos
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