Su versatilidad como fotógrafa profesional la llevó a recorrer caminos diversos, siempre con un mismo foco: retratar personas. En su búsqueda está presente no sólo la belleza estética sino la belleza del alma. Su nueva serie “Creer para ver” es un trabajo multidisciplinario, artístico y documental que está dirigiendo con el fin de dar a conocer, fotografiar y entrevistar a 12 líderes espirituales de distintos credos, filosofías y orígenes de todo el mundo.
-¿Cómo empezaste con la fotografía?
-Empecé un poco de casualidad, porque fui acompañar a una compañera de la facultad a un curso y ahí me di cuenta de que me fascinaba la fotografía. Fui tomando muchos cursos con los maestros que me interesaban, hice muchísimos dentro de las diferentes ramas de la fotografía, por ejemplo, de iluminación, de distintos tipos de productos, hasta de hologramas, de fotoperiodismo, de composición, de diferentes niveles de laboratorio (porque en ese momento era todo analógico). Descubrí un mundo que me fascinó.
En cuanto a mis maestros hay dos que me marcaron. Alfredo Willimburgh porque después de un curso terminé trabajando con él de asistente en la editorial Atlántida. Él me mostró todo lo que era el mundo editorial, me ayudó y me mostró un camino en el mundo real del trabajo. Y el otro maestro es Don Rypka, es fotoperiodista que ganó el premio Pulitzer, Word Press Photo, etc. Fue un maestro muy inteligente, más conceptual, que me ayudó a buscar mi propio camino. A mi me gustan más las historias fotográficas, armar relatos contando historias, y el me incentivó mucho por ese lado, respetando la búsqueda de cada uno. Así fueron mis inicios y después… ¡mucho trabajo!
-¿Hay un hilo conductor en tu trabajo que puedas ver en perspectiva?
-Viéndolo en perspectiva fue fluyendo. Cuando empecé a estudiar fotografía, el fotógrafo hacía de todo, cubría todas las ramas, no había especialidades. En ese momento decidí que a mi me vibraba fotografiar gente. Y puse el foco ahí, en esa búsqueda. Eso fue una gran decisión, porque me ayudó a no querer abarcar todo. A mi me atrae la energía, el contacto y el intercambio con las personas.
-¿Cómo fueron tus comienzos?
-En mis comienzos me encontré con la moda, yo no busqué, no fue mi objetivo, pero se dio así. Me recomendaron para un trabajo, hice la entrevista y a la semana me tomaron. Yo tenía 19 años y las modelos eran más grandes que yo. Cuando volvi de ese viaje, ya estaba adentro de una editorial trabajando y haciendo campañas. Pasaron 12 años, una vorágine en los noventa de mucho mucho trabajo, un training que me sirvio muchísimo. Primero a entender lo que es el trabajo duro de verdad, a ser un obrero de la fotografia, y segundo a poder construir historias. A mi me divertía poder entrenarme en todo, probar y probar, entonces desarrrollé mucha técnica con tanto flujo de trabajo, hasta llegar a un nivel que me siento como pez en el agua tanto en un estudio como también en exteriores. Gracias a eso hoy manejo cualquier tipo de situación y tengo las herramientas para construir culaquier tipo de imagen.
Luego en el camino me encontré con propuestas a participar de proyectos que tenían que ver con sembrar conciencia en diferentes temas, crear ideas que puedan transmitir mensajes en distintas fundaciones. A mí me abrió la cabeza otro mundo que fue: ‘¿Cuál es la conciencia puesta detrás de la imagen? ¿Para qué estoy haciendo esto?’ La fotografía puede servir como herramienta para transmitir mensajes positivos, mensajes de conciencia, mensajes que ayuden a abrir los ojos en diferentes temas. Y eso para mí fue otra revelación como cuando empecé con la fotografía. Es una búsqueda que va más allá de lo estético. Fue también poder experimentar ese impacto, cómo lo recibe la gente y de qué manera impactan las imágenes en el otro. Qué sentimientos despierta, qué tipo de reacción. Eso fue alucinante. Dije yo quiero ir por acá. Entonces empecé mi búsqueda que tiene que ver con sembrar semillas de conciencia en diferentes temas: la ecología, el HIV, ahora lo que estoy haciendo de los maestros espirituales, la serie Estados de Conciencia, que fue poder mostrar un recorrido personal, fue poder expresarme y poder volcar en esa construcción de imágenes la intención más allá de la imagen en sí.
Una vez que uno va tomando decisiones en la vida, después lo que va haciendo es consecuencia de esa decisión. Yo decido que mis imágenes pueden transmitir conciencia y sembrar conciencia. Entonces adonde vaya con esa intención, la imagen lo va a reflejar. Poque uno va editando con la mirada permanentemente. Es porque uno quiere mostrar algo determinado.
-En todo tu trabajo se ve una conexión mas con lo positivo y luminoso, ¿es asi?
-Sí. Por ejemplo, en la serie que hice en Jujuy, La Diablada, vi algo que me maravilló y quise transmitir eso: el color, la vibración, el esfuerzo, como lo viven ellos, el contraste, el sentimiento. Podía haber mostrado una parte muy oscura que decidí no mostrar. La realidad se compone de mil matices. En todo hay partes oscuras. Podés decidir de qué manera ver la vida. Podés ver que nada es un milagro o que todo es un milagro.
-Contanos de tu último proyecto “Creer para ver”.
-Es el mayor desafío en mi carrera. Es un proyecto global en pleno proceso, que lleva una responsabilidad enorme. Los maestros confían en esta propuesta de unidad de intercredos.
Son muchas satisfacciones pero tambien implica mucha responsabilidad, el contenido, como mostrarlo, es todo. Por eso trabajamos en equipo.
Estamos a mitad de camino, ya que hasta ahora visitamos a seis maestros de los 12 y creemos que para estar listos para realizar una exposición como tal todavía falta un año más de trabajo aproximadamente.
También se sumaron apoyando el proyecto Human Rights y WISE, una pata científica muy importante que tiene en su currícula estudios sobre espiritualidad desde el lado científico.
-¿Cuál es el último maestro con el que estuviste y qué quisieras compartir de ese viaje?
-Estuve en México para ver a la abuela Margarita, chamana maya. Ella dice que no es que aprendemos si no que recordamos. Desde bebés traemos sabiduría ancestral que vamos perdiendo o desconectando. Me pasa que estoy abriendo los ojos a muchas realidades, que es la misma realidad, son partes de lo mismo. Estuve con ella en una montaña que parecía el paraíso y saco una conclusión: qué alejados que estamos de la esencia, de nuestra esencia, de la naturaleza, de los elementos. Qué alejados que estamos viviendo en la ciudad, y a la vez cómo influye esto en estar alejados de uno mismo. Al reconectar con la naturaleza, uno reconecta con uno mismo, que es lo que verdaderamente somos, parte del todo, somos una unidad.
Este proyecto se trata de compartir y dar a conocer estas vivencias, lo que dicen los maestros. Unir a todos ellos a través del arte, ya que el arte no está contaminado con ningún tipo de tendencia. Es invitarlos a este espacio que no tiene connotación ni política, ni religiosa, ni periodística, simplemente mostrar que todos estos maestros están hablando de lo mismo pero dicho de diferente manera y eso es maravilloso. Uno empieza a ver la totalidad, a hacer foco en la esencia, en lo importante. Y lo artístico te conecta en todo sentido, está directamente relacionado. La creatividad es la creación, y la creación tiene que ver con esa comunión entre todos los elementos. Ser uno con el todo.
Por Adriana Lopaczek
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