Se llama “graffiti” al tipo de pintura libre sobre paredes en la vía pública, generalmente realizadas ilegalmente en espacios urbanos. Así lo define Wikipedia y así fueron los inicios para Daniel Stroomer, con solo 12 años. Nos lo cuenta en castellano con acento europeo, y un toque porteño, ya que nació en Ámsterdam pero actualmente vive en Buenos Aires y trabaja realizando obras de arte urbano en varias ciudades del mundo. Estudió diseño gráfico en su ciudad natal, pero todo lo demás (su camino como artista y graffitero) fue totalmente autodidacta.
-¿Cómo empezaste con el arte urbano?
-Me gusta decir graffiti en mi caso porque así comenzó todo. Empecé a escribir mi nombre muy joven y no sabía en su momento que lo que hacía se llamaba graffiti. Tuve problemas con la policía, se enteró mi mamá lo que estaba haciendo… y su reacción fue educarme sobre el tema. Me regaló un libro sobre graffiti y sus comienzos en New York. No hubo vuelta atrás para mí.
-¿De dónde surge tu nombre artístico, NasePop?
-Nase es el nombre con el que me llamaban mis amigos en la infancia. POP es el nombre de mi graffiti crew. En los últimos 3 años puse el foco en crear obras abstractas y gráficas en mi taller más que ir a la calle a pintar graffitis. Me divierte mucho experimentar con esculturas de madera relacionada con la tipografía u obras pintadas en paneles de madera o aluminio. Estoy en la eterna búsqueda de nuevas composiciones y mezclas de colores y casi siempre utilizo las mismas herramientas, mis aerosoles.
-¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
-Tengo varios proyectos muy lindos pero no puedo decir mucho todavía, más que nada exposiciones y murales en el país y en el exterior. A principios de abril pinté la segunda etapa de un mural que realicé en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. Disfruto mucho la posibilidad de intervenir espacios icónicos de la ciudad. Además, hace poco se cumplió un año de uno de los proyectos más lindos que me tocó realizar. Tuve la oportunidad de intervenir una estación de bomberos en La Boca, justo debajo del puente transbordador. Un escenario perfecto para una obra site specific, ya que en esta misma locación se construyó el primer cuartel de Bomberos del país.
De la ilegalidad al Lollapalooza
Actualmente el graffiti pasó de la ilegalidad a llamarse arte urbano, a tener reconocimiento en exposiciones, galerías y festivales, hasta dar carácter totalmente nuevo a barrios completos como Wynwood en Miami, Kreuzberg en Berlín o Paper Island en Copenhague. Sin ir más lejos, en la ciudad de Buenos Aires se realizan recorridos guiados para ver murales en Palermo. Además, se llevaron a cabo tres ediciones de ColorBA, un festival de arte urbano en el cual se convoca a artistas locales, nacionales e internacionales para intervenir espacios públicos. Daniel Stroomer participó en la última edición y en el mismo año fue parte de una muestra de obras medianas sobre madera en una prestigiosa galería de Palermo. Cuando cerrábamos esta edición de la revista acababa de terminar un mural para el festival Lollapalooza 2018 que se realizó a mediados de marzo durante tres días consecutivos en el Hipódromo de San Isidro.
Su pasión por el color da nueva vida a fachadas de otra manera grises, su talento para amalgamar diseño, arte y color se expande en infinitas posibilidades y variadas escalas, pueden ser obras de varios pisos de alto o un pequeño panel de madera.
Por Adriana Lopaczek
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