En Europa existen citas obligadas a las que el “gratin” concurre invariablemente. Algunas de las más destacadas son la Copa de Oro de polo en Sotogrande, la Rolex Cup de yachting o los eventos que se suceden durante “The Season” en Inglaterra, entre los que se destaca el Royal Ascot. Pero existe un festival gastronómico que cada año tiene más presencia y de a poco va ganando un lugar en la agenda de los grandes eventos: se trata del St.Moritz Gourmet Festival, que en enero de 2018 acaba de cumplir sus Bodas de Plata.
No tiene relación con las numerosas ferias y encuentros gastronómicos que pululan por el mundo, algunos de gran calibre, ya que allí todo es diferente. Para empezar, la geografía merece un comentario: St.Moritz es la cuna de los deportes de invierno, la aldea donde la aristocracia europea acostumbra a reunirse desde hace más de doscientos años.
Sí, porque durante los siglos XVIII y XIX, la moda entre la élite inglesa era viajar a Grecia e Italia, para luego reponerse en los Alpes suizos o franceses. Y así fue cómo, en el año 1859, un posadero apostó a un grupo de ingleses que se quedaran a pasar el invierno, y en caso de que se aburrieran les reintegraba el costo de la estadía. Los sajones se quedaron e improvisaron juegos con esquís y trineos. El posadero, llamado Johannes Badrutt, ganó la apuesta y, sin saberlo, dio el puntapié inicial a los deportes de invierno. Actualmente St.Moritz, junto con Gstaad y Zermatt, es la villa alpina más glamorosa de Suiza y quizás del mundo.
A St.Moritz llegan magnates de todo el planeta, desde las viejas fortunas europeas (algunos habitués son bisnietos y tataranietos de los primeros turistas), pasando por los sauditas, hasta los nuevos plutócratas rusos y chinos que acuden al llamado de la nieve y el glamour.
Claro, porque St. Moritz es una villa deliciosa pletórica en arquitectura romanche (una de las etnias que integran la Confederación Helvética), poblada de las grandes marcas del “high end”. Maserati, Hermès, Louis Vuitton, Cartier, Moncler, Van Cleef & Arpels, De Grisogno, Jimmy Choo y Loro Piana son algunos de los nombres que penden de las discretas marquesinas de los negocios. Discretas, como todo en Suiza, un país que, a pesar de su opulencia, hace culto del bajo perfil.
El ideólogo del St.Moritz Gourmet Festival es el empresario gastronómico suizo Reto Mathis, que hace 25 años atrás tuvo la idea de aunar los encantos del centro de esquí con la cocina y el lustre de los visitantes; comenzó montando una serie de gazebos calefaccionados sobre la superficie congelada del lago donde recibía a sus invitados.
Actualmente, el festival es un fenómeno que revoluciona la región y se lleva a cabo en los grandes hoteles, como el Carlton, Kulm, Suvretta House, Badrutt’s Palace, Grand Hotel Kronenhof, Grand Hotel Kempinski des Baines, Giardino Mountain, Waldhaus Sils Maria y otros, que ofician de anfitriones de cocineros e invitados.
Cada hotel recibe a un cocinero de talla mundial que, junto con la brigada anfitriona, cocina un menú por pasos. En la última edición estuvieron Ian Kittichai, célebre cocinero tailandés, Syrco Bakker, chef del restaurant Pure (1 estrella Michelin y 17.5 Gault Millau), Jörg Sackmann, titular del restaurant Schlossberg (2 estrellas Michelin), Ana Roš, “World’s Best Female Chef 2017”, Jacob Jan Boerma, del restaurant De Leest (3 estrellas Michelin), Tanja Grandits, del restaurant suizo Stucki (2 estrellas Michelin), Dominique Crenn, del Atelier Crenn de San Francisco (2 estrellas Michelin), Eelke Plasmeijer y Ray Adriansyah, del Locavore de Bali, y Julien Royer, chef del Odette de Singapur (2 estrellas Michelin).
Además, hay una serie de eventos gastronómicos de alta gama donde se cata el mejor Champagne de Laurent Perrier, los vinos grand y premier cru que importa Jan Martel, caviar siberiano, los mejores quesos de Francia que trae el “maitre affineur” Bernard Antony, una maravillosa degustación de trufas realizada por Tanjia Grandits, y Safaris Gourmet, donde los invitados van de hotel en hotel transportados en sendas camionetas último modelo de BMW, con el objeto de comer en la “table du chef” (mesas armadas “ad hoc” en las cocinas). También hay una fiesta, la “Kitchen Party”, en las cocinas del Badrutt’s Palace, y la BMW Gourmet Grand Finale, donde todos los cocineros invitados realizan un banquete de manera conjunta.
La cocina es sólo una pieza más de este maravilloso puzzle que es St.Moritz, porque en la temporada invernal se realizan otras actividades como el White Turf, una carrera de caballos sobre el lago congelado, la Snow Polo Cup, los torneos de bobsleigh que se llevan a cabo el Olympia Bob Run. Y por supuesto, detalle no menor, uno puede esquiar en las infinitas pistas que ofrece la villa y sus alrededores, donde hay una nieve de primerísima calidad y no existen las colas, ni siquiera en temporada alta…
Texto: Luis Lahitte
Fotos: Andy Mettler – swiss-image.ch/Photo