Mansueto Manuel de Francesco: es su nombre completo, de origen italiano. Casualidad o no, visitamos el taller de este artista y escultor el 19 de febrero, día de San Mansueto de Milán. Su carácter irradia un aura especial, sosegado y tranquilo, y a la vez la contundencia gentil de la raíz valenciana por madre e italiana por padre. Prefiere trabajar en soledad, sin embargo, nunca falta la compañía de la música.
-Manuel, contanos de tu formación, ¿cómo empezaste con la escultura?
-Hace más de veinte años que egresé de la Escuela Nacional de Bellas Arte, hoy UNA (Universidad Nacional de Arte). Una vez finalizados mis estudios elegí la especialidad escultura porque siento que es el modo que a mí me resulta más orgánico, que me permite trasladar ideas a la práctica. Eso no me pasa ni con la pintura ni con el dibujo. Cuando estudiás es un paso obligado: pintura, grabado, dibujo… que está buenísimo porque te da un pantallazo de todo y es muy importante lo académico, las bases. Hoy con la pintura soy espectador, no es mi herramienta. Me encantaría que en algún momento lo fuera y encontrar esa vía de expresión con la pintura que hoy no la tengo. Con el dibujo tampoco me pasa: el lápiz no me resulta cómodo. Y sí me resulta cómodo agarrar arcilla y “dibujar” con ella, o sea que realizo mis bocetos ya con volumen, siento que me permite mucho más.
-¿Cómo llegaste a esta parte tan gestual que transmiten tus obras?
-Lo que naturalmente fue saliendo en mis esculturas es una gestualidad que tiene que ver más con lo corporal, es lo que le da intención a la obra. Quizás en el rostro no hay gestos, es más neutro. Y eso surgió de una simplificación ya desde cuando estudiaba. Al principio de mi formación trabajar sobre arcilla y con modelo me resultaba muy simple, fácil. Luego, en cuanto hubo que hacer talla en madera, talla en piedra, ahí se complicaba para mí pero a la vez tenía más libertad. En ese momento tuve un profesor, Enrique Valderrey, uno de los profesores más grandes de la escuela y de esa época, y en ese entonces tuve un indicio de búsqueda de la imagen y el camino propio. Surgió en mi esa necesidad de simplificar las formas, de hacerlas más rotundas, mucha masa y poco espacio. Empecé a esbozar algunas formas de lo que hago ahora, simplificar al máximo, aunque eran mucho más geométricas. Cuando pasó esa tormenta, ese desafío necesario de la piedra y la madera, pude volver a la arcilla trasladando esa simplificación. Pude jugar mucho más, con la corporalidad y la expresividad en el cuerpo.
-¿Qué materiales utilizas para tus obras?
-La arcilla es siempre el primer paso. Después a través de un proceso largo, más complejo, se puede realizar la obra en el material que elijas. En mi caso usé y uso mucho cemento, me gusta mucho la textura, ese brutalismo, la rugosidad. Pero es gracioso porque las saco del molde y como es un material poroso, innoble, empiezo todo un proceso de pulido, lustrado, terminación. Es un trabajo de días hasta que logro lo que yo quiero mostrar que transmita esa obra. Para esculturas de gran formato es preferible usar resina poliéster, epoxi o resinas acrílicas (que son más ecológicas y menos tóxicas) lo cual da una rigidez mayor y a la vez es más liviana, mas fácil de trasladar.
-¿Sentís que hay algún momento clave o hito en tu carrera?
-Sí. Un momento bisagra fue el 2005. En el 2000 había terminado la carrera pero como suele pasar con los estudiantes de arte, terminan y están bastante perdidos, no sabés por dónde empezar. Yo trabajaba rigurosamente en mi taller pero sin un norte, no sabía ni cómo ni dónde mostrar mis obras. Lo que tenía claro era que quería vivir de mis esculturas. En 2005 una amiga y compañera de estudios me invitó a hacer una exposición en el Centro Cultural Borges, era una muestra grande. Y a partir de ahí se fueron generando distintas cosas y hechos encadenados que derivaron en que mi obra empezó a circular bastante. Esa experiencia fue exponer lo que hacía y exponerme a mí. Me acuerdo que al principio, cuando veía una obra mía en un lugar público, sentía que yo estaba ahí. E irme y dejarla y volver a mi taller, a mi casa, era una sensación rara. Esa sensación de sorpresa cuando alguien elige tener y llevarse una obra mía a su casa no la perdí, es una alegría, y un milagro para mí, siempre.
-Una curiosidad. ¿Cómo llegaste a hacer las máscaras de la comedia y la tragedia para el Teatro del Globo?
-Manejo la Escuela de Teatro Musical de Pepe Cibrián Campoy. Hace muchos años, cuando recién me había recibido Pepe, trabajaba bastante en el Teatro del Globo y el director del teatro me pidió que haga las máscaras para dos rosetones de mármol que estaban vacíos. A mí me encanta el teatro, lo disfruto mucho, siempre hay alguna cosa mía en las escenografías de Pepe. A veces veo una escena, una imagen que me llama la atención, la retengo y después ya sé que voy a trabajar con esa imagen. Ideas hay miles, lo que uno termina haciendo es el uno por ciento, llevarlo a cabo es la clave, la concreción. Trabajo varias obras al mismo tiempo, es un proceso lento pero que tiene su ritmo, su sincronicidad.
-¿En qué estás trabajando actualmente?
-Ahora estoy preparando una exposición individual para mediados de abril en una galería en Recoleta, Espacio Ensamble. Es muy importante para mí porque hace años que no hago una muestra individual en Buenos Aires. Además, voy a participar -también en abril- de una feria en Perú, PARC, ahí estoy mandando obra. Por último, me convocaron para hacer una escultura de 4 metros de altura, la más grande que hice hasta ahora. Ya está en marcha en otro taller y va a estar terminada para abril o mayo. Es para un espacio público en San Nicolás, a metros de la Basílica, va a estar colocada en un lugar alto frente al río. Trabajamos con la gente del municipio el concepto y la intención de abrir la ciudad al río, que se integre la vida a la costa.
En general llego al día de las inauguraciones muy tranquilo, trabajo un montón pero con tiempo. No es que sea aplicado, es que odio el conflicto y no me gusta sufrir a último momento.
Por Adriana Lopaczek.
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@isladearte
Adriana Lopaczek es Decoradora Profesional de Interiores. Desde 2009 se dedica a comercialización de obras de arte. Realiza asesoramiento personalizado. Participó como curadora de diferentes ferias y eventos artísticos como Mob Art Market ediciones 2015 y 2016. Con fines solidarios ha colaborado con Fundación Nordelta, Casa Angelman, Fundación Judaica, Fundalam.