Despedimos el 2017 y recibimos el 2018 con el apuro o lentitud según lo hayamos disfrutado o sufrido. Aspiramos a un presente que hagan del crecimiento, los vínculos personales y colectivos, la imaginación, el esfuerzo y el placer una posibilidad real. La psicología en sus diferentes ramas tiene alrededor de esto su compromiso. Recordemos que el desarrollo que la psicología ha tenido en nuestro país y su presencia en el imaginario social tiene como consecuencia del importante volumen de oferta y asistencia reciben los diferentes trastornos de conducta de origen psicógeno.
Sin duda la violencia, inseguridad, aislamiento y angustia que padecemos provocan un malestar crónico con un variado cortejo sintomático que es testimonio de este sufrimiento psíquico.
Algunas veces se ha intentado minimizar y calificar como un inevitable psicológico este «mal vivir” producto de una conflictiva netamente patológica. Esto lleva a que la ciudadanía necesite buscar una ayuda terapéutica en cualquiera de sus variables para poder hacer frente a través de la reflexión y el apoyo a su padecer emocional. La presencia activa de profesionales de la salud mental con todo lo que ello significa, que existe ofrece esta posibilidad realmente útil.
Los miembros de nuestra sociedad son conscientes y están informados de las herramientas psicoterapéuticas que existen y aspiran a beneficiarse de lo que estas pueden y deben dar. El prejuicio o el miedo no deben llevar a renunciar voluntariamente a acceder a esta asistencia. Los medios de comunicación han contribuido acercándose a especialistas en el tema y sobretodo aportando una visión psicológica a la comprensión de los distintos acontecimientos, que como hemos visto con anterioridad y en los últimos días han aparecido de un modo alarmante.
Queda dibujado, entonces, un mapa donde la psicoterapia tiene peso propio e influencia en nuestro paisaje psicosocial, otorgándole a lo antedicho su perfil particular. Puede y debe actuar.
Es indispensables cuida y exigir la información y calidad de la oferta que hace a la salud mental de nuestra población. Un aspecto que el conocimiento sociológico y psicológico ha demostrado y destacado es que no es posible concebir a un sujeto aislado de su contexto, en el sentido amplio de la palabra. Mi bienestar personal no es ajeno al de mi semejante, a quien cuando registro y valoro me otorga identidad y sentido. Es saliendo de la cápsula narcisista que se puebla el mundo interno de cada uno y se genera ese ámbito común, donde se integran las diferencias, los lazos interpersonales, nace la empatía y empezamos a diagramar un horizonte que prestigiando el esfuerzo y la esperanza así como exiliando a la ilusión y la omnipotencia abrimos la puerta a nuestra creatividad y nuestra potencia para construir una arquitectura consistente.
El psicoanálisis nos ha enseñado algo que el último mes de diciembre ha expuesto lastimosamente y es que una cosmovisión que nos divide en amigos y enemigos en forma absoluta conduce a la violencia y autoritarismo, hasta la agresión física. Desde nuestro ámbito hay trabajo para hacer ayudando a enfrentar alguna de sus causas como la frustración que se manifiesta en bronca y depresión, la insatisfacción y el aislamiento y el resentimiento.
Es indispensable despertar la capacidad de amar, ejercitarla y organizar esa comunidad que genera pertenencia solidaridad y coraje.
Dr. José Eduardo Abadi
Medico-Psiquiatra-Psicoanalista
jeabadi@gmail.com
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