Devolver al arte su valor original

“Desde chiquita me encantaba ir a museos y ver durante horas las obras de arte, me acuerdo un verano en Córdoba con mi familia, yo tendría 8 años, fuimos al museo que era la casa de Fernando Fader y viendo sus cuadros descubrí que quería estudias Bellas Artes. Cuando terminé el colegio me metí derechito en la facultad de Bellas Artes (antes era la famosa Pribiliano Pueyrredón, ahora es el UNA-Universitario Nacional de Arte): justo estaba empezando la nueva institución por la anterior, no estaba del todo bien organizado en ese momento y la verdad que no era lo que me esperaba.

Magdalena Rosell Peralta Ramos

Ahí conocí a una amiga que estaba haciendo el ingreso a la carrera de conservación y restauración de bienes patrimoniales y me di cuenta que me parecía mucho más interesante abordar mi gusto por el arte desde otro lado. Cambié de carrera al año”, rememora en un rápido repaso por el descubrimiento de su vocación la restauradora de arte Magdalena Rosell Peralta Ramos, vecina de Villa Nueva.

Magdalena Rosell Peralta RamosMagdalena Rosell Peralta RamosEn muchas oportunidades pudimos ver documentales, series o películas en donde se muestra el trabajo de quien devuelve el brillo original a un cuadro, a una escultura, pero pocos sabemos cómo es verdaderamente ese trabajo. Cómo es ese mundo oculto para quienes vamos de visita a un museo y galería y no tenemos acceso al ‘backstage’ de las muestras y a las personas que se encuentran detrás de todo ese trabajo. “Cualquier intervención en una obra de arte, cualquiera fuera esta, comienza con un buen análisis de la misma, una investigación completa y la documentación de la misma, es por esto que el conservador-restaurador de obras de arte debe tener conocimientos básicos multidisciplinares en campos tan diversos como la historia del arte, la química, la física, la biología, tecnología de los materiales que comprenden una obra”, comienza explicando Magdalena a Locally. “Hay que estudiar la obra a fondo antes de intervenirla documentando todo. Se realizan distintos tipos de estudios más allá de los realizados a primera vista (estudios organolépticos), se mira la obra con distintos tipos de luces (por ejemplo, luz ultravioleta), se observa la obra con diferentes lupas, microscopio, cuentas hilos… Una vez terminada esta primera etapa se hace el diagnóstico de la obra y un mapa de deterioros de la misma. Una vez que se tienen todos estos datos recién ahí se realiza una propuesta de intervención de la obra”.

Magdalena Rosell Peralta RamosHay diversos tipos de tratamientos y materiales para las distintas problemáticas, pero lo que siempre hay que tener en cuenta es que la técnica y materiales que se empleen para la restauración sean compatibles con los de la obra. Esto es: no deben cambiar la apariencia de la obra, deben tener un comportamiento físico-químico y estructural similar al de los materiales originales, tener estabilidad y permanencia (el producto no deberá alterarse con el tiempo o lo menos posible), los materiales que se utilicen deben ser siempre reversibles o retratables (que se puedan retirar en un futuro inmediato). “Cada obra es distinta a otra, se le dedica mucho tiempo, paciencia y pasión a cada una de ellas, me siento una privilegiada de poder trabajar de esto que me gusta tanto”, asegura la vecina cuyo taller se encuentra en Tigre. “Allí tengo todos los materiales y herramientas que necesito para restaurar las obras. Distintas mesas de trabajo, caballetes, solventes, pigmentos, adhesivos, las diferentes luces, lupas, telas, diferentes tipos de papeles. Restauro distintos tipos de materiales o soportes: papel, óleos, esculturas, fotografías”.

Los clientes de Magdalena por lo general son particulares, su trabajo se comparte gracias al boca en boca. A lo largo de los años, también trabajó para equipos que forman otros restauradores, como por ejemplo cuando se realizó la restauración de los maruflajes de la cúpula de la Iglesia de la Merced en el microcentro o en algunos retablos de la Iglesia de San Ignacio Loyola.

Magdalena Rosell Peralta RamosEl costo de su trabajo varía mucho de acuerdo a la cantidad de horas que se le dedicará a la restauración: pueden ser una par de horas, varias semanas o incluso un par de meses. También hay que tener en cuenta qué tipo de intervención hay que realizarle a la obra (de allí la importancia del estudio previo de la pieza), de acuerdo a esto se determinan los materiales, muchos de ellos importados. Todos esos factores unidos son los que determinan el valor final del trabajo a realizar.

“En esta profesión siempre hay alegrías, también dificultades, como todo. Me gusta mucho ir viendo como la obra va recuperando (en cierta medida) su aspecto original. Todas las obras son distintas, entonces el trabajo nunca es el mismo: una vez ayudé a un colega con una serie de grabados de una misma colección y recuerdo que algunos de ellos reaccionaban de diferente manera al mismo tratamiento! El trabajo del restaurador es muy minucioso, hay que tener mucha paciencia y mucha pasión por lo que se hace, no hay que tomarse ningún proceso a la ligera, ¡nunca! Me encanta cuando le devuelvo la obra al cliente. Muchos se emocionan, a veces son obras que creían perdidas o muy oscuras o dañadas y no se esperan que se les devuelva la lectura original. Muchas veces son obras que han estado en la familia por muchas generaciones. Es recuperar el patrimonio familiar, más allá de la obra en sí”, afirma orgullosa.

Por Carolina Alvarez Eguileta

Restauradora de arte Magdalena Rosell
rosellmagdalena@gmail.com
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instagram: magdalena.rosell
cel: 156.047.1294

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