Cirilo Wagener tiene una mirada suave, cálida, amable, una sonrisa pura. Nos recibe en un terreno en La Horqueta. No vive en el campo, ni tiene canas. De pinta es un clásico joven de San Isidro, bien educado y muy bien parecido, de apenas 28 años. El terreno, parte de una vieja quinta familiar luce al fondo, lo que fuera alguna casa anexa a la quinta principal y que hoy fue convertida en el taller de Cirilo y el espacio de showroom de El Tero, la marca que hace algunos años lidera.
Cuando me contaron de la existencia de Cirilo me puse contenta, quería hacer esta nota. Me parece extraordinario que un joven tan joven, valga la redundancia, ¡fuera platero! ¡Qué lindo es que se revalorizan oficios tan relacionados con nuestra historia, nuestro campo, nuestros gauchos, con Argentina! Encima avanzando en la charla, me cuentan que es quien tiene encomendada la tarea de realizar el sagrario para la Iglesia Sagrada Familia de Nordelta.
Cirilo me recibió sonriente, emocionado por la que es casi su primera nota en medios (estoy segura, primera de muchas). Enfundado en su delantal de trabajo nos adentramos en su mundo. Máquinas, cinceles, metales, cosas muy rústicas. Una cruz y una imágen de la Virgen María de fondo, marcando a las claras que su paso por el colegio Los Molinos dejó huella en sus creencias.
Preparamos mate y nos hundimos en una agradable charla. “De chico era muy inquieto. A los 14 años hacía cerámica pero mi profesora se mudó y en reemplazo fui a dar al taller de Ricardo Rossi quien durante 4 años me enseñó a cultivar el oficio”, cuenta Cirilo.
Como era coherente a la vida de un joven educado en una familia de clase media, al terminar el colegio el mandato familiar y social lo llevó a estudiar una carrera universitaria y así se recibió de Licenciado en Administración de Empresas. Luego ingresó en un programa de jóvenes profesionales en la famosa empresa Odebretch y partió a Mendoza a trabajar en un proyecto. “Cuando dicho proyecto no continuó tuve la oportunidad de retirarme de la firma y ya de regreso en Buenos Aires sentí el llamado a seguir mi vocación de orfebre. Con todos los miedos encima, pensando cómo iba a vivir de esto, empecé a trabajar y producir piezas: hebillas, mate, cuchillos. Poco a poco la producción fue incrementándose”, nos cuenta.
Su pasión por crear y diseñar, combinada con sus estudios universitarios, fueron un buen mix para tomar decisiones que le permitieran equilibrar la creatividad, con la producción y por ende con la búsqueda de hacer de su pasión una empresa. Poco a poco fue desarrollando matrices para algunos e sus diseños así podía mejorar el volúmen de producción. Cuando la hija de la empleada de la casa de su familia buscaba trabajo, Cirilo le enseñó a soldar y la incorporó como ayudante. Para su casamiento, un amigo abogado, le regaló el registro de la marca, que hoy tiene como logo: la marca de ganado que fuera de su abuelo.
Hoy Cirilo sigue creando piezas nuevas y diseña elementos útiles como el protector de la yerba sobre el mate para que no se vuele la misma. El atizador de fuego para las chimeneas o parrillas. Trabaja diversos materiales nobles, plata, alpaca, madera y cuero, entre otros, y así le da origen a sus obras.
Así reparte su producción entre las piezas que vende bajo la marca El Tero Platería que hoy cuenta con producción de piezas puntuales vendidas en su showroom, on-line y en ferias específicas, así como también regalos empresariales exclusivos.
El Sagrario de la Iglesia de Nordelta
La pasión por crear es lo que renueva al artista. Cirilo no es la excepción. Tuvo la oportunidad de recibir los primeros encargos, entre los más importantes, el Sagrario de la Iglesia San Isidro Labrador.
Hoy, gracias a una persona de su colegio, recibió el pedido de quien dona el Sagrario de la Iglesia Sagrada Familia de Nordelta, para realizarlo. Atento a los requerimientos del actual párroco de la Iglesia, Damián Rodríguez Alcobenda, comenzó a bocetar su nueva obra. El proceso, sumamente artesanal, primero requiere realizar un boceto en papel, para luego pasar el diseño a la lámina de plata y luego, golpe a golpe, como la vida misma, de algo liso, como un lienzo en blanco, y a los golpes, algunos más duros, otros más suaves, va surgiendo una obra de arte.
Me esperó para, mientras realizabamos la nota, mostrarme los últimos toques de pulido a los dos ángeles que estarán custodiando el sagrario. “Uno va diseñando en papel, borra varias veces hasta tener un boceto definitivo, lo discutimos varias veces hasta llegar a lo que es hoy. Este sagrario es una pieza compleja ya que se abre en cuatro y todo debía congeniar. Un mal corte y a ¡volver a empezar! Es un trabajo que vengo realizando hace un par de meses, ya casi tres”, cuenta.
El sagrario podrá apreciarse en la próxima Navidad ya colocado en su lugar definitivo.
La humildad de Cirilo, su enorme sonrisa, sus ojos claros, transmiten una pureza difícil de encontrar hoy en día, Será que los trabajos artesanales cultivan la paciencia, la creatividad, y a la par el alma, como pocas cosas hoy día lo hacen. No lo se con certeza, pero eso es lo lo que él transmite.
Por Mercedes Cordeyro