Ya en Mar del Plata, en su juventud, vivía del teatro. Cuando llegó a Buenos Aires trabajó en el teatro San Martín y en el Astral. Hacía clásicos. Pero llegó el momento en que necesitó hacer algo propio. “Me propuse hacer algo mío. Pensé, ‘yo tengo todos estos elementos: puedo bailar, puedo cantar, puedo hacer personajes, ¿cómo lo vuelco entonces al escenario?’. Y ahí decidí hacer unipersonal”, recuerda Fabio. Tenía también muy claro, que quería hacer algo distinto a lo que la gente estaba acostumbrada, que fuera realmente “algo que nunca se vio”.
El primer espectáculo propio que estrenó duró 40 minutos y ahí nació el verdadero “Perro que los parió”, fue en 1993. Dos años después, Nicolás Repetto lo descubrió en el Centro Cultural Rojas y lo llevó a su programa de televisión. Y así llegó la popularidad. “La tele siempre te populariza y hace que más gente te vea y eso está bueno”, acota Posca. Así llegaron sus personajes: Astroboy, Pitito, Mirsha, Pamela, Hormiga y El Perro. “Fue uno de los primeros personajes que compuse. Es como un clásico, es como un mito vivo, es un mito urbano muy atemporal”, asegura.
Hoy, además de escribir sus obras, hace la puesta en escena, compone la música, y se encarga de todo lo que hace que sus unipersonales sean “distintos”, tal como se propuso algún día. Actualmente, está haciendo: Fucking Fucking Yeah Yeah, los jueves, viernes y sábados despliega todo su arte, o como él mismo define, “la experiencia Posca”, en la Sala Picasso del Paseo de la Plaza. Y los otros días sale de gira por el país.
-¿De dónde nacen tus personajes?
-La estructura de los personajes o de dónde salen tiene que ver con la ficción. Pero de lo que hablo es del comportamiento humano. Tienen una composición extremadamente creíble, real, para que la gente entre y pueda reírse y emocionarse y pase lo que pasa en cada espectáculo mío. Creo que la risa en mis espectáculos, y todo lo que pasa -desde sonrojarse, hasta algunos otros respirar la adrenalina que le causa lo que está viendo-, toda la experiencia que tiene la gente tiene que ver por supuesto con la identificación.
-¿Qué te mueve a decir voy a hacer un nuevo show?
-Me mueve mi deseo, porque en general me voy con la sala llena y los productores me dicen: ¡No te bajes de un éxito! Y siempre les digo: “Voy a volver con otro espectáculo, con otro éxito”. Ya llevo nueve espectáculos hace más de 20 años. Tiene que ver con una necesidad mía, con ganas de contar historias nuevas, con textos nuevos, ponerles canciones nuevas a los personajes que la gente ya conoce como “El perro” o “Pitito”.
-¿Cómo es tu proceso creativo?
-Empieza mientras estoy haciendo algo, por ejemplo “Painkiller” duró tres años ininterrumpidos y yo en el segundo año ya empecé a pensar en el nuevo espectáculo. Me lleva mucha energía hacer un show, cuando realmente nace es porque tengo ganas de componer, va saliendo solo, voy haciendo notas, bocetos. Pero cuando tengo que estrenar un nuevo espectáculo, me siento, me concentro y me pongo profesionalmente a laburar en serio en eso, porque si no, no sale. Me pongo a escribir a full, vos podés esbozar cosas pero a la hora de la realidad lo tenés que bajar al papel, reunirme con el escenógrafo, con los músicos. Siempre tengo canciones originales que llevan gran laburo. Uno puede ir bocetando pero llega un momento que hay que bajarlo a la realidad y eso lleva un tiempo de mucha dedicación.
-¿Cómo definirías tu humor?
-No metería la palabra “humor”, yo creo que los míos son espectáculos de risa, porque hago reír a la gente hasta que les duele la panza. Sin embargo, no sé si la relaciono con la palabra “humor”; no soy un humorista, soy un artista que transita desde los textos hasta la música de rock, paso por las distintas disciplinas, como malambo, cumbia. Estoy en un lugar que va por la cornisa entre lo dramático y la risa, por eso la risa surge a partir de la identificación, el público siente cosas como “esto lo conozco, esto lo escuché”, y eso es lo que los hace reír. La palabra humor, no sé, va para otro lado, yo diría que lo mío es una “experiencia Posca”.
-¿Te pasa que la gente espera ver ese humor fuera del escenario? En una mesa social, por ejemplo…
-Abajo del escenario soy más tranquilo, más normal (risa). Antes era un poquito más de hace reír, no podía manejar la energía. Pero cuando uno va creciendo aprende a manejarlo, a manejar la energía. Una persona me ayudó mucho, después de tantos psicólogos que han caído (se ríe), logré que alguien pueda entenderme y ayudarme en el camino del conocimiento. Creo que eso hace que uno pueda emplear la energía como corresponde y tener la cabeza domada para que te sirva y no se te ponga en contra.
-Eso tiene que ver con crecer…
-Pero hay mucha gente que crece pero no aprende nada. Las ganas de aprender y cambiar dentro de lo que vos sos, obviamente, porque no vas a ser otra persona. Sólo podés modificar algunas cosas que te joden a vos o al otro, mejorar hace que puedas tener una vida más plena.
-¿Alguna vez soñaste con instalarte en otro país?
-No, a mí me gusta vivir en Argentina. Tuve posibilidades pero siempre decidí quedarme, amo a la gente del país. Sin ánimo de ser chauvinista, con todos los defectos y las virtudes, no me imagino viviendo en otro lugar. El exilio por más que no sea obligado, siempre me parece un bajón, el que dice que es feliz, feliz, feliz, fuera de su país creo que miente. Que te vaya bien en tu país es un lujo. Obvio me gustaría poder salir y mostrar mi arte un poco más. Sé quién soy yo como artista, recién ahora estoy siendo accesible para la gente que no es tanto mi público y ampliándome, porque reconocen que soy un artista y que puedo hacer a las 9 de la noche una tira en Pol-ka y a la trasnoche mi espectáculo. ¡Me costó mucho que la gente se dé cuenta de eso!
-¿Te gusta hacer una tira, estar atado a un personaje?
-A mí me encanta, porque siempre fui un tipo muy inquieto, siempre me dieron libertad de modificar, los personajes son muy míos Yo estoy atento al vestuario, a la letra, siempre trabajo en función de la tira para sumar. Con Griselda Siciliani tanto en “Los únicos”, como en otras tiras, ponemos primera y nos vamos arengando y salen cosas increíbles. Los autores confían.
– Vos tenés un público joven, ¿cómo ves a la juventud hoy?
-Yo los veo bastante sanos, en la época de los ‘90 el público era muy zarpado, venían todos dados vuelta y venían todos arengando, ahora los veo más tranquilos, con más conciencia de no derrapar. Obviamente hay de todo. Creo que los años ’70, ’80, ‘90 han servido de ejemplo de “no” seguir. ¡Los de hoy saben cómo no quieren terminar! Lo veo con mi hijo que es músico. Es más, acaba de sacar un disco, vive en el mundo del rock y no toma alcohol. Igual sería muy ingenuo generalizar, yo te digo lo que veo en mi público, los veo más cuidándose y conscientes que los de los ‘90.
-¿A quién admiras y cómo quien te gustaría que te recuerden?
-Nunca fui demasiado admirador de nadie, por ahí más con los músicos, con los actores no admiro uno en especial. Me encantan los trabajos particulares y digo que bien estuvo en este o este trabajo, con una película que me rompe la cabeza un actor, y después en otra no tanto. Creo que voy a ser más valorado cuando no este. Igual ya siento el reconocimiento, se ha perdido el miedo, el prejuicio a ver a Posca, la gente está viniendo mucho más, está disfrutando. Venir a verme a mí, más allá de ver un artista arriba del escenario, es realmente una experiencia. Soy un afortunado en cómo me quiere el pueblo y me saludan con tanto respeto.
Escribe sus obras, hace la puesta en escena, compone la música y se encarga de todo lo que hace que sus unipersonales sean “distintos”. Un multifacético artista que a pesar de hacer reír a miles de personas con sus personajes, no se considera humorista.
Por Nazarena Bredestón