Cuando pensamos el objetivo de las próximas páginas para este suplemento especial de turismo de la edición noviembre, queríamos incluir un destino que estuviera a tiro de piedra de Buenos Aires, uno que no implicase muchas horas manejando y que sirviera de escapada fugaz, pero sin caer en los destinos obvios -pero efectivos- de la Costa Atlántica. Así fue que tomamos la Autovia 2 y en poco más de 120 kilómetros ya nos encontrábamos en modo relax a orillas de la laguna de Chascomús. El recorrido de la ciudad que aquí planteamos puede sufrir todo tipo de alteraciones dependiendo del ritmo y de las ganas de cada uno. Dividido en dos días, cubrimos gran parte de los atractivos que esta tranquila localidad bonaerense tiene para ofrecer a los visitantes.
DÍA 1: LA LLEGADA
Hotel, posada, camping o motorhome… sin importar preferencia, encontrará su lugar. En este caso decidimos alojarnos a metros de la Plaza Libertad para quedar a pocas cuadras de todos los sitios a recorrer, pero lo suficientemente alejados de la calle principal (Libres del Sur) como para evitar el -escaso- ruido del tránsito. Tras un desayuno reparador por el madrugón de esa mañana, caminamos hasta la vieja estación de trenes, reconvertida en museo, con coloridos murales a su alrededor (uno de los que más nos impactó fue el realizado por el grupo Ciclope Arte junto al artista Rotundo al costado de uno de los depósitos) y con la Agrupación Amigos de la Estación Chascomús como guardianes del patrimonio y de la memoria de las épocas de gloria. Por allí, el primer tren de pasajeros y de carga hizo su ingreso triunfal el 14 de diciembre del año 1865 ya que la plaza de la estación cobró una vida comercial sin precedentes. Desde el 1947 la misma pasó a estar bajo la administración del Ferrocarril General Roca. La agrupación actual realiza eventos artísticos y culturales, ferias y actividades recreativas para poder solventar los gastos de su mantenimiento. Sus objetivos son «concientizar sobre la importancia que ha tenido la estación en la historia de la ciudad, recuperar material fotográfico y de equipamiento ferroviario, brindar asesoramiento sobre la correcta preservación del edificio y su infraestructura», entre otros propósitos realizados a puro pulmón por los vecinos.
Volviendo por la calle Belgrano hasta la Avenida Lastra, y de camino hacia la costanera, pasamos brevemente por la Estación Hidrobiológica (encargada de realizar la reproducción y siembra de pejerrey en todas las lagunas de la provincia) y el Museo Pampeano creado en 1939 conmemorando el centenario de la Batalla de Chascomús. Para la escala del almuerzo dos recomendados: el restaurante naútico en la esquina del Parque Los Libres del Sur, o el que se encuentra en el ingreso al muelle de los pescadores. Pida lo que pida, habrá pocas chances de equivocarse. Y si, después el ritmo y el desenchufe lo amerita: siesta reparadora o lectura pacífica debajo de algún árbol.
Raúl Alfonsín, ciudadano emblemático de la ciudad, tiene su propia estatua de bronce realizada por Luciano Garbati. La misma está en diagonal al muelle. Tomando por la Costanera España y caminando nueve cuadras, se llega hasta el boulevard de la Avenida Perón, donde la feria de artesanos se despliega en varios puestos de lo más variados durante los sábados, domingos y feriados. Justo en la esquina de la calle Venezuela se erige la Capilla de los Negros ermita designada por la UNESCO como parte de la «Ruta del Esclavo» del Río de la Plata. Declarada también monumento nacional, la capilla fue construida en 1862 con características religiosas que combinaban rituales africanos y candombes rioplatenses y fue utilizada como lazareto durante las epidemias de los años 1868 y 1871. Era refugio y lugar espiritual para quienes tenían vedado el ingreso a las iglesias de la zona y que, además, no se sentían representados por las imágenes del catolicismo tradicional. Para cerrar el día, la cena tiene su amplia oferta de parrillas, pizzerías, cata de vinos y bares. La elección corre por su cuenta.
DÍA 2: LA PARTIDA
La laguna de Chascomús es la mayor del sistema de encadenadas ya que agrupa a siete lagunas, teniendo un tamaño total de más de 3.000 hectáreas. Su presencia es casi ineludible en los recorridos a pie que se proponen por los lugares clave de la ciudad, pero en el comienzo de este día decidimos darle la espalda por un rato. Nos concentramos en la plaza central que se ubica a una cuadra del reloj de los italianos, diseñado por Telésforo Sallaberry en 1939 como reconocimiento de los inmigrantes provenientes de ese país. Con una vista de 360 grados alrededor de la plaza, tenemos un pantallazo veloz de varios de los lugares destacados del casco histórico: la neoclásica iglesia catedral Nuestra Señora de la Merced del año 1832, el Palacio Municipal diseñado por el ingeniero y arquitecto Francisco Salamone, el Teatro Municipal Brazzola construído por el Círculo Católico de Obreros, la casa del hacendado Vicente Casco que tuvo como misión proteger a su familia de los malones indígenas (uno de sus hijos ya había sido secuestrado), el club de pelotas y la casa del ex presidente Raúl Alfonsín en el vértice de Mitre y Cramer.
Con las provisiones necesarias para un pic-nic tardío al borde de la laguna, bajamos por Sarmiento, pasamos por la denominada “primera plaza Ni Una Menos del país” y seguimos rumbo al sur hasta pasar el Parque de la Esperanza. El Fuerte San Juan Bautista, o lo que queda de él ya que su estado de conservación deja un poco que desear, es una réplica construida en la década del 70 en base a lo que fue el primitivo fuerte a partir del cual se constituyó Chascomús.
Para otra oportunidad quedarán el Aeródromo, la Botica de 1852, el conservatorio de música, el Almacén del Turista en la tradicional esquina llamada “Lo de Fadito”, y el Castillo de la Amistad. Para nosotros ya es momento de tomar el auto y emprender el regreso, aunque -sí se puede- bien haría en sumar un tercer día y tachar estos pendientes del listado.
Por Damián Serviddio
Fotos de Marcos Mutuverría
Encontrá más destinos en Facebook e Instagram como @viajerosapie
«Bendita sea la luz y la Santa Veracruz y el Señor de la Verdad y la Santa Trinidad. Bendita sea el alba y el Señor que nos la manda. Bendito sea el día y el Señor que los no envía.»
Plegaria que al alba rezaban Cristóbal Colón y sus tripulantes y que se encuentra grabada en la iglesia Nuestra Señora de la Merced.
CHASCOMÚS EN 6 CIRCUITOS
La secretaría de turismo local propone dividir la ciudad en seis tipos de turismo diferentes, dependiendo del tiempo, las ganas y los intereses de los visitantes:
- Cultural: teatro municipal, casa de la familia Casco, Museo Pampeano, el Fuerte San Juan Bautista, galería de arte Viejas Costumbres, talabarterías, centro de artesanos y Capilla de los Negros.
- Ecológico: vuelta a la laguna a pie o en bici, reserva ecológica La Alameda para avistaje de aves y safari fotográfico, paseo a la Laguna Vitel y descanso en los pulmones verdes de la ciudad.
- Gastronómico: pejerrey autóctono en sus diferentes preparaciones es la estrella del menú (incluído también en jugosas empanadas), además hay restós gourmet, cervecería artesanal, alfajores tradicionales, miel y chocolates.
- Naturaleza y deporte: en el camino de circunvalación de la laguna, uniendo los diferentes campings, se puede practicar kayak, kitesurf, vela, pesca deportiva, ciclismo y paracaidismo.
- Raúl Alfonsín: lugares, monumentos y la vida del ex presidente recorriendo su casa, el club social, el monumento en la costanera, el concejo deliberante, el comité radical y el monumento a la democracia de Clorindo Testa.
- Inmigrantes: manifestaciones de las diferentes nacionalidades que encontraron su lugar en Chascomús, visitando la Sede Vasca, Española, Francesa e Italiana, la Iglesia Protestante, las romerías vascas y la Festividad Laosiana, entre otros.