Pensar en las adicciones nos lleva a tener en cuenta distintos puntos de vista para su comprensión. Desde lo individual hasta lo social, y desde lo físico hasta lo psíquico y viceversa.
Hace muchos años se estudia este fenómeno, por lo cual observamos que no se trata de una problemática actual. Sin embargo, la cultura de hoy podría ser pensada como facilitadora de conductas adictivas. Nos encontramos en la era del consumo y las características de inmediatez, rapidez, búsqueda de gratificación inmediata, baja tolerancia a la frustración, valoración de los bienes que pueden obtenerse sobre otros aspectos del sujeto, son propios de esta era y coinciden con los aspectos que encontramos en las personalidades adictivas.
Más allá de esta facilitación, un estudio más profundo del tema nos lleva directamente a la observación del individuo, que inmerso en una sociedad de consumo, en algunas ocasiones se vuelve adicto y en otras no.
Para explicar este fenómeno existen teorías que provienen de distintas disciplinas que tienen al individuo como objeto de estudio. Desde la medicina, la neurociencia, la psiquiatría, el psicoanálisis, la psicología, la sociología y la filosofía, todas ellas intentan dar cuenta de lo que sucede con el sujeto adicto, principalmente en un intento de encontrar el camino para mejorar la situación en la que se encuentra dicho individuo.
Desde la medicina y la neurociencia, el fenómeno se explica mediante la descripción de lo que sucede a nivel del funcionamiento cerebral, con una comprensión cada vez mayor sobre los mecanismos psicobiológicos, las neuroadaptaciones a las sustancias a las cuales el sujeto se expone según el modo en que las utilice, y la comprensión cada vez más desarrollada sobre lo que sucede dentro de las vías mesotelencefálicas de dopamina del cerebro. Las teorías que estudian lo social y lo cultural tomarán en cuenta otros factores para dar cuenta de lo que sucede en las adicciones.
El psicoanálisis, por su parte, estudia ampliamente el tema y pueden agruparse algunas de las variadas teorías que podemos encontrar. A grandes rasgos podemos decir que existen teorías que describen el fenómeno adictivo como el intento de sobrellevar una vida afectiva difícil de soportar, sea por insuficiencia de capacidad para hacerlo o por enfrentarse a situaciones de vida con conflictos que exceden al sujeto. Aquí las drogas alivian el sufrimiento, el sentimiento de vacío, la ansiedad o la depresión, calman o activan, aunque más no sea temporalmente mientras dura el efecto de la sustancia consumida. Se trataría así de una intolerancia de los afectos que mediante el uso de la sustancia se intenta remediar.
Otro grupo describe el fenómeno adictivo como partiendo de fallas en los vínculos primarios del sujeto. Esto se refiere a la relación con su madre o sustituto en los primerísimos años de vida, modelo de vínculo que cada individuo repetirá en la conformación de los vínculos posteriores y en el modo en el que elija vivir. La conformación del psiquismo comienza en los primeros momentos de la vida, en el encuentro con el mundo al nacer. En este encuentro es fundamental la asistencia que ofrece la madre (o su sustituto), indispensable para que el niño pueda sobrevivir. Es característica del ser humano nacer en un estado de indefensión y necesidad de asistencia ajena, sin ella no podemos sobrevivir. Aquí se establece el vínculo primario con la madre. El modo en que esta relación se dé será la base de la personalidad del sujeto adulto. Cuando las cosas suceden suficientemente bien, el sujeto se constituye adecuadamente obteniendo las herramientas necesarias para atravesar la vida de un modo saludable. Cuando ésto no es así se dan distintas patologías psíquicas que encontramos en los individuos adultos, entre ellas, las adicciones. Desde esta lectura, la adicción se da partiendo de fallas en el vínculo primario, sea por exceso de presencia de la madre frente a las necesidades del bebé, o por su ausencia. Cuando es por exceso, entendemos la utilización de sustancias como una rememoración de una etapa anterior de plena satisfacción, como si el sujeto quedara fijado a un tipo de relación que gratifica excesivamente sin dejar lugar a que se genere el vacío necesario para que vuelva a surgir la necesidad/deseo. Y así es utilizado el “objeto droga” (que sería un sustituto materno en la adultez) como un objeto que llena un vacío que no se puede tolerar. Cuando es por ausencia, entendemos que se crea entre el sujeto y el “objeto droga” una relación de presencia que sólo es manejada por el sujeto, quedando el objeto a plena disposición de él. Relación que pretende reparar el daño producido por la ausencia de la madre en la época temprana de la niñez. De este modo el objeto (droga=madre) está presente o ausente a voluntad del sujeto. Sólo de él depende la relación.
Siguiendo esta lectura observamos que se trata de una falla en el vínculo primario que imposibilita la creación de un adecuado modo de vincularse con los demás. Así podemos decir que en la adicción queda manifiesto un tipo de goce autoerótico, es decir, un tipo de búsqueda de placer que no toma en cuenta al otro. Además, en psicoanálisis se hace una diferenciación entre placer y goce. El segundo conlleva en sí una vivencia destructiva. Es decir, no se trata de lo que comúnmente entendemos por placer sino de algo mucho más complejo que incluye los propios impulsos de autodestrucción, que se ven claramente presentes en las adicciones.
Al considerar las fallas en el vínculo primario, cabe destacar que para que finalmente aparezca la patología debe fallar también la función paterna, que es igualmente estructurante del psiquismo del sujeto, y que tiene como principal misión la instauración de la ley a través de la interferencia en la díada madre-hijo.
Se trataría en ambos grupos de sujetos narcisistas, compulsivos, que tienden a la repetición de actos destructivos. Son individuos que repiten la búsqueda de un placer inmediato que no toma en cuenta al otro. Sin embargo, a pesar de encontrarse con una gratificación inmediata, tropiezan de modo repetitivo con la temporalidad que caracteriza a la calma conseguida gracias al objeto consumido, entrando de este modo en un circuito que podríamos describir como necesidad-placer-malestar. Frente a la necesidad de llenar el vacío, del goce autoerótico, del encuentro inmediato con la gratificación, se dirige hacia la búsqueda del objeto=droga que lo calma pero de modo temporal, hasta que se termina su efecto, quedando nuevamente inmerso en un malestar que terminará de crear el circuito que determina la constitución de la adicción.
Clínicamente existen diferencias según el tipo de consumo del que se trate, de la sustancia en cuestión y de la personalidad del sujeto adicto. Es difícil hacer apreciaciones generales que homogenicen una explicación para las adicciones en general y que determinen un tratamiento en particular para todas la adicciones por igual. Será necesario considerar el tipo de relación que cada sujeto tenga con la sustancia adictiva, la nocividad de la sustancia en sí, y las herramientas con las que cuente el individuo para modificar su conducta adictiva.
Por otro lado es importante mencionar que al hablar de adicciones no sólo se trata de sustancias tóxicas con las que el sujeto se puede relacionar. Más allá de las toxicomanías, el alcoholismo y el tabaquismo, existen conductas adictivas sin objeto=droga, así como también vínculos adictivos. Al pensar las adicciones en su gama más ampliada, lo dicho anteriormente describe igualmente las bases de las personalidades adictivas en todas sus versiones. Encontramos patologías adictivas relacionadas al juego, a la comida, al deporte, a la imágen, a las redes, al trabajo, al gasto compulsivo de dinero, a las compras, a la dependencia de otras personas, patologías como la bulimia y la anorexia y a los dispositivos electrónicos, entre otras. Si bien todas ellas comparten un mismo tipo de funcionamiento psíquico, el estudio de cada una por separado aportará mucho conocimiento sobre cada patología y la posibilidad de encontrar los caminos más adecuados para el tratamiento de las mismas.
Para medir la gravedad de la situación en la que se encuentra el sujeto adicto es importante observar si se trata de un consumo (en cualquiera de sus versiones) que inutiliza la vida del individuo convirtiéndose en el eje central de su vida, o si el mismo no ataca la totalidad de la vida del sujeto. La gravedad no depende de la toxicidad de la sustancia sino más bien de la relación que el sujeto establezca con la misma. De igual manera su recuperación no dependerá de la “sustancia” (droga=conducta=vínculo) sino de las herramientas saludables con las que cuente el sujeto adicto para modificar su situación.
Por Lic. en Psicología Constanza Bonelli (UBA mat. 31906)
*Candidata de la Asociación Psicoanalítica Argentina