Nota Publicada originalmente en Noviembre de 2013
Distintas fuentes testimonian y ratifican el alarmante incremento del consumo de alcohol y drogas diversas en diferentes segmentos de la población. Se trata de un problema complejo, serio y preocupante que así como no responde a una causa única tampoco puede ser resuelto desde una única perspectiva. El abordaje debe ser multidisciplinario si queremos realmente comprender la densidad de su significación y sus consecuencias. Destaquemos que muchos accidentes y manifestaciones de violencia cuando son analizados descubren la presencia en sangre de un consumo previo de drogas o alcohol. Estas sustancias, por lo tanto, convierten a los que abusan de ellas en victimarios y víctimas potenciales.
Los adolescentes representan un grupo particularmente frágil dado que las fantasías omnipotentes típicas de esta etapa subestiman los riesgos y los tienta a desafiar los límites y pautas de comportamiento que ellos viven como imposiciones de la sociedad adulta. Por lo tanto, esto los hace más permeables a la seducción manipuladora de los muchos intereses delictivos creados alrededor de este tema.
Otro elemento fundamental que lleva a que muchos recurran al alcohol y a las drogas como solución mágica e ilusoria para resolver sus conflictivas personales remite a la soledad, al aislamiento, y a las carencias emocionales que definen algunas de las condiciones de nuestro vivir cotidiano. La vivencia de vacío con la angustia concomitante, la ausencia de un contexto familiar y social contenedor eficaz genera respuestas desesperadas que tienen como corolario conductas autodestructivas. Algunas veces se trata de formas sintomáticas de reclamar la atención y el cuidado de su entorno afectivo al mismo tiempo que expresan el desamparo al que se sienten relegados.
La prevención, que es el recurso prioritario al que debemos apelar y que exige un compromiso de la sociedad toda demanda del sistema educativo una didáctica que apele a un lenguaje claro, comprensible y creíble. Necesita la formación adecuada de aquellos que en distintos puestos de responsabilidad enfrentan cotidianamente este dramático problema. El conocimiento debe sustituir al prejuicio, la comprensión debe anticiparse a indicaciones apuradas y la solidaridad deben reforzar la función social que toda comunidad democrática aspira.
Dr. José Eduardo Abadi
Médico psiquiatra, psicoanalista y escritor.