Dueña de muchos títulos, madre, empresaria, conductora, es la cocinera más carismática de la Argentina. Nos recibió en su casa, para contarnos cómo es su día a día con esta enorme familia y rodeada de recetas. Cuando llegamos nos esperaba con una sonrisa, riéndose cómplice con sus productores mientras armaba el programa de Facebook de los lunes. Saludaba a un hijo que llegaba del colegio, despedía a otro que se iba a tenis, nos explicaba dónde ubicarnos para las fotos, al mismo tiempo que hablaba con los productores acerca de cuáles iban a ser las recetas que iba a presentar. Todo en simultáneo. No se inmutaba, siempre radiante y con una naturalidad increíble congeniaba la rutina de su casa con el trabajo.
Con las manos llenas de harina, firmaba las notas del colegio, al mismo tiempo que recibía con un abrazo cariñoso a la hija mayor que llegaba de un campo. Así son sus días, multifacéticos, junto a su esposo Bernardo Solá y como mamá amorosa de sus hijos Agustín (18), Lucía (16), Matías (13), Sofía (12), Santiago (10), Juan Ignacio (7) y María Inés (5). Esta familia y amor tan inmenso, la ayudaron a seguir adelante, en septiembre de 2008, con la muerte de su bebé Facundo, de 6 meses.
–¿Alguna vez están solos?
-Nunca, con lo positivo y negativo que tiene eso. ¿Viste cuando vas al psicólogo y te dice “el chico tiene que tener tranquilidad”? Bueno, acá no es así, ¡esta casa está siempre llena de gente! Logramos la tranquilidad y estar solos en familia cuando vamos al campo y lo disfrutamos muchísimo. También cuando nos vamos de vacaciones.
-¿Tus vacaciones son como las de “Mi pobre angelito”? ¿Perdiste alguna vez un chico?
-Sí, me ha pasado. Inclusive acá mismo. Nosotros los domingos desayunamos juntos en un bar y después vamos a misa y un día me llamó el barista de Starbucks para avisarme que me había olvidado al más pequeño. Parece de película. También, una vez, se me perdió Juani en Disney, porque se fue de la cola y me dijo “no quiero entrar a este juego” y se escapó. Tenía cinco años y de repente lo encontramos con alguien de seguridad del parque que nos miraba con cara de “son malos padres”.
-¿Cuándo eras chica soñabas con una familia multitudinaria?
-Siempre, nosotros somos dos hermanos y yo, pero siempre me gustaron las familias grandes, jugaba con mis muñecas que eran mis hijas. Me encantaba la serie Brady Bunch, soñaba con ellos. Me hubiera encantado tener dos hijos más. Lo que más me pesa teniendo muchos chicos es la demanda de los colegios de hoy. Pero soy madre re presente. Todos por suerte van bastante bien en el colegio.
-¿Qué te parece más fácil, ser madre de chiquitos o de adolescentes?
-Me gustan las dos cosas: a los chiquitos los disfruto mucho y me matan de ternura. Es más difícil ser madre de adolescentes, igual me gustan las dos cosas, me encanta la relación que tengo hoy con los grandes, me hacen partícipe y yo también los hago partícipes a ellos, los hago trabajar y ayudarme, comparto muchas cosas. Pero me matan las salidas, me doblan, no duermo tranquila. ¿Viste que a esa edad se sienten Superman? Está bien que sobre todo los más grandes saben que en la vida las cosas pasan, vivieron lo de Facu y son más conscientes; entonces no tienen tan la omnipotencia de la juventud que pensás que las cosas no te pasan. Yo, por suerte, tengo a Agustín, el mayor, que es un buen ejemplo para todos los hermanos, los más chicos lo están mirando siempre.
Cocinera súper star
Mientras estudiaba Licenciatura en Administración, vendía tortas en su casa, un día un amigo le dijo que Francis Mallman estaba buscando a alguien. “Fui, le lleve cosas para probar y me tomó, así que arranqué a trabajar con él como ayudante de pastelería. Francis me dijo traeme comida para probar mañana, como a mí me gusta más cocinar dulce llevé de todo”, recuerda Maru. El resultado ya se conoce. “Eran mayoría hombres y lo que yo nunca supe, hasta hace unos años, fue que ese día de la prueba estaba Pablo Massey escondido atrás de la puerta mientras me entrevistaba. Hace 8 años en una nota que compartí con Francis me dijo ‘no te tomamos porque cocinabas bien, fue porque Pablo Massey me dijo: tomala que está buena’”, completa la anécdota riéndose. En 1996 comenzó su carrera televisiva y en 2011 arranca su paso por el canal gastronómico elgourmet.com. Su carisma la convirtió en una star de la cocina mediática.
-¿Cuándo arrancaste con la cocina lo pensabas como algo para hacer profesionalmente?
-No, nunca me imaginé que iba a vivir de esto. Era como un hobbie, me gustaba cocinar. Siempre me divirtió, es más, hoy me sigue divirtiendo. A veces estoy tirada en un sillón y de repente salto y me pongo a cocinar y todos me miran y me dicen “relajate”. ¡Pero yo lo disfruto mucho! Me da placer, pruebo recetas siempre.
-¿Cómo fueron esos inicios con Francis?
-Francis fue siempre muy generoso conmigo y me apoyó para que abra mi propio local. Y lo abrí en Suipacha, a los 22 años. Por Dolli Irigoyen, que hacía cocina con mamá, me llamaron para Utilísima. Al principio iba a hacer un programa de las Trillizas de Oro y yo iba a hacer la sección de cocina. Estaba feliz, porque a mí me encantaban las trillizas. Pero finalmente vinieron y me dijeron que iba hacer la conductora, ¡no lo podía creer! Era bravo, pero fue una etapa súper divertida, pero muy exigente. A la semana de empezar Utilísima, me casé. Y la luna de miel en lugar de 15 días fue una semana, ¡empezamos mal! (risas).
-¿Sentís abstinencia cuando estás sin tele, te sobra el tiempo?
-Nunca me sobra el tiempo, siempre estoy corriendo. Cuando no es la tele es la revista, sino los locales, o el libro, o publicidad, nunca estuve parada. Dudé volver a la televisión porque es muy demandante, pero me encanta la adrenalina cuando se prende la cámara.
-¿Alguno heredó tu amor por la cocina?
-No ninguno (dice con cara de lástima). Sí cocinan algunos más que otros, pero ninguno tiene la pasión que tenía yo.
-¿Quién es la más parecida a vos de tus hijos?
-Sofi es un calco. En realidad, todos son bastante parecidos a mí en forma de ser, son todos tranquilos.
-Cambiando de tema, ¿qué opinas del sistema de adopción argentino?
-El sistema de adopción en Argentina está súper mal, hay que hacer algo. No es posible que haya que ir a buscar chicos a Rusia por trabas del sistema, cuando hay tantos chicos argentinos que necesitan una familia con situaciones no resueltas. Fui a ver a la chiquita que apareció en el tacho de basura, quería tenerla hasta que apareciera una familia o le resolvieran su situación. Cuando fui, había cola de gente para adoptarla y la chiquita creo que sigue todavía ahí sin solucionar su situación. Creo que hay que hacer algo, ¡pero ya! Hasta hablé con Carolina Stanley (Ministra de Desarrollo Social de la Nación) para ofrecer ayuda.
-¿Hubieras recurrido al alquiler de vientre si no hubieras podido tener hijos?
-Pienso en la mujer que lo tiene en el vientre y lo entrega, yo no podría desprenderme. Otra cosa es la donación de óvulos, eso sí lo hubiera hecho por una amiga; pero tenerlo los nueve meses y entregarlo no hubiera podido. Por suerte existen seres con esa valentía. Yo creo que si no hubiera podido tener hijos, hubiera adoptado, pero hay que estar en esos zapatos.
Por Nachi Bredeston
Fotos de Mariano Hotto