En principio, las reflexiones a las que voy a referirme están formuladas exclusivamente a partir de la información que circula en los medios y por lo tanto, adquieren carácter general.
De acuerdo a las acusaciones, estamos en presencia de toda una serie de conductas que van desde el abuso psicológico, donde la victima va siendo paulatinamente humillada y degradada, hasta la agresión física, donde observamos como uno de los ingredientes principales una suerte de ritual sádico que terminó poniendo en peligro de muerte a la víctima.
Sintetizando maltrato psicológico y físico, conductas perversas, impulsos sádicos y un sometimiento o sumisión patológica a un poder distorsionado que domina peligrosamente la escena. Las alternativas que comprenden estas situaciones generalmente oscilan entre variables psicopáticas y/o simultáneamente eventuales núcleos delirantes.
De ahí la manipulación, la mentira y amenazas recurrentes así como afirmaciones de un carácter pseudo trascendente que se apropian de victimas que padecen una fragilidad psicológica, o se adueña de un terreno predisponente donde una serie de variables pueden llevar a una obediencia sintomática y autodestructiva.
Las reacciones más comunes en victimas de estas situaciones son miedo y vergüenza, las cuales inhiben su capacidad de defensa, fuga y resistencia como la carta en la que supuestamente decide suicidarse.
Todo padecimiento necesitará de un proceso terapéutico reparador. Será importante un contexto que le brinde protección y afecto, pero no podemos prescindir de un tratamiento psicoterapéutico que le permita elabora lo acontecido y evitar el fantasma de la repetición que puede convertirse en una carga persecutoria angustiante. Un proceso que en último termino le permita organizar su mundo interno de un modo saludable.
Dr. José Eduardo Abadi
Médico-Psiquiatra-Psicoanalista