Si bien su origen no se conoce con certeza, se dice que es nativa de Europa y que luego se expandió a algunas regiones del norte de África y Asia, tierras en donde la agricultura se ha practicado desde los tiempos más remotos. En esos países se las puede ver en los campos sembrados de cereales y en los bordes de los caminos. “La mayoría de las amapolas son fáciles de cultivar, si se las ubica dentro del jardín en lugares de pleno sol y tierra suelta y bien drenada”, explica Josi G. Silveyra, Ingeniera Agrónoma y Jardinera, que hace poco publicó su primer libro, “Sol de Agosto, lo que aprendí de mi jardín”.
Entusiasta jardinera a la que le gusta experimentar y probar siempre semillas nuevas, Josi nos cuenta que existen muchas variedades de amapolas y entre las más conocidas podemos nombrar a la amapola roja con el nombre científico de Papaver Rhoeas, que crece en forma silvestre en diferentes regiones de Europa, África y Asia; luego la Papaver Somniferum, de la que se extraen los opiáceos y su cultivo es muy restringido en mucho países y, por último, la amapola de California con el nombre científico de Eschscholzia califórnica, que se la puede encontrar en toda la costa oeste de los Estados Unidos, México, Australia y Chile.
Época de siembra
“Las amapolas son de floración primaveral, se siembran durante el otoño, que es la estación cálida anterior”, expresa Josi y resalta que como las semillas de las amapolas son muy chiquitas hay que tener ciertos cuidados a la hora de preparar el terreno en donde se van a sembrar.
Una vez que el cantero está preparado con tierra suelta y desmenuzada, primero hay que regar el cantero con una manguera en forma de lluvia finita o con un rociador si el terreno es más chico. A continuación, se distribuyen las semillas lo más esparcidas posibles y luego se las espolvorea por encima con tierra tamizada y se apisona bien todo el terreno para fijar las semillas. Las mismas se deben sembrar a muy poca profundidad, ya que si se siembran muy hondo se pueden ahogar y no salir a la luz. En el tema del riego es preferible humedecer el cantero antes de sembrar, porque el riego en forma directa puede hacer mover o saltar a estas pequeñas semillas del lugar.
Manos a la obra en los canteros
A la hora de armar los canteros no hay una regla fija, si las amapolas se siembran en forma pegada crecen más altas, se sostienen entre ellas y se evita la aparición de yuyos. En cambio, si se siembran en forma raleada y quedan espacios entre ellas, crecen algunos yuyos y es recomendable ponerles tutores, para que no se caigan con el viento o las tormentas.
A estas flores, alegres y coloridas, se las puede combinar con scabiosas y espuelas de caballero, que contrastan con sus diferentes formas y colores. También van muy bien combinadas con un cerco bajo de azareros enanos, que le da marco y sostén.
Ciclos que se renuevan
“Muchas veces las amapolas se resiembran solas”, destaca Josi. El fruto es una capsula que contiene cientos de pequeñas semillas, las mismas al caer en la tierra quedan en estado latente y vuelven a surgir en los canteros o en los bordes del jardín en la temporada siguiente. Sin embargo, lo que se acostumbra cuando la planta se seca es sacarla de raíz, cortando y guardando con mucho cuidado estas pequeñas capsulas en algún envase bien clasificado para volver a sembrar al año siguiente. Las amapolas dan vida y color a los canteros, si bien no sirven como flor de corte ya que sus pétalos se caen fácilmente, sus frutos son ideales para combinar en arreglos florales.
Por Pauline Walker
Otros usos
- Las amapolas cuentan con propiedades tintoriales por lo que se las utiliza para teñir lanas.
- Las semillas de amapolas se usan para dar sabor a ensaladas de frutas, tartas de manzana, panes y pastas de verduras.
- Tienen propiedades sedantes y antitusivas, se fabrican jabones, esencias y jarabes para la tos.
- Los pétalos de amapolas se pueden emplear como tisanas, mezcladas con otras flores.
- Se han usado amapolas también contra el insomnio, sobre todo en niños y ancianos.