En la actualidad los modelos de familia han cambiado. Ya no se trata únicamente de la tradicional unión de una mujer y un hombre que constituyen una familia con la llegada de los hijos, sino que existen nuevos modos de parentalidad. Desde la unión de parejas del mismo sexo hasta la monoparentalidad, junto a la llegada de los hijos de un modo no natural, ya sea mediante adopción o por medio de técnicas de fertilización.
Desde el psicoanálisis sabemos que la constitución del psiquismo del individuo se da mediante el atravesamiento del complejo de Edipo, que significa que el niño se enamorará inicialmente de sus padres y luego buscará un amor fuera los lazos familiares. Así se da la posibilidad de una adecuada convivencia en sociedad asegurando la consecución de la especie. Frente a estos nuevos modelos familiares cabe preguntarse cómo se dará la constitución del psiquismo cuando el modelo difiere de lo tradicional.
En cuanto a la conformación de la identidad que tiene como base los primeros vínculos familiares, encontramos diferencias según el modelo del cual se trate. El hijo nacido de una relación sexuada heterosexual creará una “novela familiar” distinta a la que podrá realizar un niño adoptado o nacido mediante fertilización asistida. La “novela familiar” es para el psicoanálisis la historia que cada individuo crea sobre las vivencias con sus padres. El desarrollo adecuado, en términos de salud psíquica, es el tipo de novela en la cual el niño se siente desplazado de la unión sexual de sus padres, complejo de Edipo mediante, y se dirige hacia la búsqueda de un objeto de amor fuera del núcleo familiar. ¿Qué sucede cuando el hijo es adoptado? ¿Y cuándo nace por fertilización asistida fuera de una relación sexual? En ambos casos será necesario realizar un recorrido diferente.
Para entender esta situación es esencial pensar en el “deseo-de-hijo” con el cual cada individuo llega a este mundo. Y esto cabe para hijos naturales, adoptados y nacidos por fertilización. En cada caso pareciera haber diferencias.
El hijo natural deseado que llega a la vida desde una relación sexual de una pareja heterosexual, si las cosas van bien, construirá una historia de amor hacia sus padres a la cual deberá renunciar en pos del encuentro amoroso fuera del ámbito familiar.
El hijo adoptado puede llegar al mundo siendo no-deseado. Aunque pudiera estar en adopción desde otras situaciones, es probable que la historia del niño adoptado parta de un no-deseo-de-hijo seguido por el abandono de parte de sus padres biológicos. Y aunque el abandono pudiera ser por imposibilidad de sostener al bebé, él lo vivenciará como un desamor. Es decir, en el niño adoptado la historia comienza con un abandono que psíquicamente es un equivalente a nivel simbólico de haber sido matado por sus padres biológicos, por lo menos para la vida con ellos. Luego, si tiene suerte, será adoptado por otros padres que sí tendrán deseo-de-hijo y lo ayudarán a reparar las heridas de ese comienzo doloroso de vida. Pero aquí también encontramos particularidades que habrá que sortear para desarrollarse adecuadamente. El niño adoptado llega a la familia adoptante, en el caso de las parejas heterosexuales, salvo excepciones, luego de la búsqueda de un niño natural. Es decir, estos padres han buscado tener hijos y no lo han logrado, entonces se dirigen hacia la adopción. Y con las técnicas de fertilización que existen hoy, muy probablemente antes de la adopción la pareja haya intentado tener hijos ayudados por la medicina y tampoco lo ha logrado. Entonces vemos que este niño no sólo deberá elaborar el abandono de parte de sus padres biológicos, sino que llegará a una familia en el lugar vacío que dejó la no llegada del hijo natural. Y, además, deberá enfrentarse a padres que, por no haber logrado tener hijos de un modo natural, seguramente se sientan heridos en su narcisismo. Entonces podemos ver que se crea una “novela familiar” con muchas heridas que habrá que reparar para que las cosas funcionen suficientemente bien. Y en el caso de las parejas homosexuales y en la monoparentalidad, también deberán reparar las heridas narcisistas que derivan de las dificultades provenientes de la mirada social sobre su singularidad.
Además, el niño adoptado vivenciará dos “novelas familiares” en lugar de una. Es decir, deberá armar una historia en relación a sus padres biológicos y luego otra en relación a sus padres adoptivos. Sea que conozca o no sus orígenes, ya que si lo desconoce esto sucederá a nivel inconsciente. Primero se sentirá excluido y desplazado por la pareja sexual de sus padres biológicos, con la grave complicación del abandono, y luego se encontrará con los padres adoptivos, pareja de la cual también se sentirá excluido, si atraviesa adecuadamente el complejo de Edipo, pero que brindará la posibilidad de reparar el grave daño inicial.
Si bien existen complicaciones en la trama de la vida del niño adoptado, ésto no desmerece en absoluto la adopción, que más allá de sus particularidades será la posibilidad de crear una familia, para los padres que no puedan hacerlo de otro modo, y para los niños que encuentran en ésto su mejor opción. Es por esto que las dificultades señaladas sólo sirven para comprender el desarrollo emocional en estos casos y para pensar en la problemática de esta situación con el fin de poder colaborar en un posible trabajo con estas familias. Pero sin dudas la adopción es una posibilidad de amor, unión, cuidados y constitución de una familia con todo lo positivo que esto conlleva.
Y en este camino de reflexionar sobre los nuevos modos de paternidad que existen hoy, la unión de dos gametas en un laboratorio que da por resultado la creación de un ser luego de ser colocado en el útero de una mujer y esperando los meses de gestación; y pensando en las distintas situaciones en las que esto se da, parejas heterosexuales que no pueden concebir naturalmente, como así también homosexuales que subrogan un vientre y utilizan ovodonación en el caso de los varones, o de donación de espermatozoides en las mujeres, junto a la monoparentalidad, que utilizará estas distintas opciones, cabe preguntarse qué sucederá con la “novela familiar” que el individuo creará partiendo de una gestación que deja por fuera el coito de los padres. ¿Será que a pesar de partir de un origen donde la medicina interviene activamente con la fertilización, en donde queda excluida la relación sexual de los padres, se dá, de todos modos, el mismo desenlace simbolizando esta relación entre un hombre y una mujer, que es el modo natural de la concepción de la vida, y recorriendo de este modo el camino de la constitución de la subjetividad? ¿O habrá que pensar nuevas teorías que describan específicamente lo que sucede en estos casos? Quizás sea necesario reflexionar, analizar y teorizar esta situación desde la observación clínica y los años transcurridos en estos nuevos tipos de conformaciones familiares.
Me interesa señalar que la “adopción” de un hijo, es decir, hacer que un hijo sea “mío” o “nuestro”, también será necesaria en el caso de los hijos naturales. Al igual que con los niños adoptados o concebidos artificialmente, su sola llegada a la vida no los convierte en verdaderos hijos. Es necesario para que ésto suceda, que sean esperados desde el deseo-de-hijo, y que una vez que llegan sean libidinizados, es decir, cuidados y amados, respetando su singularidad, lo que promoverá una adecuada intersubjetividad familiar.
En el caso de los niños adoptados, habrá que atravesar una serie de reparaciones del narcisismo dañado tanto en el niño como en los padres adoptivos. Y según cómo haya sido la historia previa a la adopción, será necesario mayor o menor trabajo. Generalmente son niños que provienen de historias cargadas de privaciones. Seguramente no sólo no han sido deseados ni amados, sino que pueden haber sufrido carencias alimenticias y de todos los cuidados esenciales para vivir. Y teniendo en cuenta que los trámites de adopción pueden llevar años, es frecuente que se adopten niños no tan chicos, que tendrán una historia más larga previa a la adopción. Aquí el trabajo de establecer un vínculo adecuado con los padres adoptivos probablemente necesite más elaboración que si es adoptado al nacer. Sobretodo por la importancia que tienen para la vida humana los vínculos primarios que se dan desde el nacimiento, el amor y los cuidados que el sujeto recibe en sus primeras experiencias de vida.
Las dificultades de la vida no rebajan sus virtudes. Que sea difícil vivir no nos priva de lo que la vida tiene de bueno para darnos. Por ello adoptar es sobretodo un acto de amor, una unión que posibilitará, más allá de sus características, la conformación de una familia.
Por Lic. en Psicología Constanza Bonelli (UBA)
*Candidata de la Asociación psicoanalítica Argentina
Para sugerir temas: licbonelli@gmail.com