Sentir que el avión despega y uno deja al mediodía de un viernes el acelere y la tensión de la semana y que en un par de horas la montaña, los bosques y los lagos serán el próximo escenario a recorrer, predispone a renovar energías.
La idea de este viaje era sencillamente una escapada, un alto en la rutina para bajar unas revoluciones, reencontrarse con uno mismo y con la persona que uno quiere.
El arribo a Bariloche a través del vuelo de Aerolíneas Argentinas fue un poco movido debido a los 50km por hora a los que soplaba el viento. En el aeropuerto nos esperaba un auto de alquiler, contratado fácilmente por internet.
Desde allí partimos directo a nuestro destino base: el Hotel Don El Faro en Villa La Angostura. Setenta kilómetros de recorrido en una ruta excelente, rodeada de verde y en gran parte del trayecto con la vista del Lago Nahuel Huapi en su gran extensión. La Angostura se caracteriza por la frondosidad de sus bosques, por su verde. Su centro comercial es de apenas unas cuadras pintorescas pero cuenta con todo lo necesario para disfrutar de una buena estadía. Distintos tipos de alojamiento desde cabañas y hostels hasta hoteles de lujo y hoteles boutique como el que nos alojó a nosotros. Ideal para los amantes del buen vivir, del buen comer y sin duda un lugar especial para quienes quieren disfrutar del deporte de nieve ya que cuenta con el centro de ski boutique en el Cerro Bayo muy cerquita.
Como es una escapada de 3 días, el tiempo se disfruta combinando paseos con relax y con buenos sabores, todas cosas que despiertan los cinco sentidos. La primera tarde aprovechamos las bondades del alojamiento, una buena tabla de ahumados para recibir la noche coronada con el rico chocolate de la zona y a disfrutar del jacuzzi y de las vistas que el hotel proporcionaba.
Durante el sábado la idea fue recorrer la villa. En la mañana fuimos a los principales puntos de interés (ver recuadro). Al mediodía un recomendado para los amantes del buen comer es el restó Tinto Bistró. (foto del resto y del plato de trucha) Con una ambientación muy pintoresca, el restaurante tiene una carta que incluye todas las especialidades de la zona. Su chef combina texturas, colores y sabores de una manera muy acertada.
A las 14hs -al menos en esta época-, sale la lancha desde el puerto de Villa La Angostura hacia el famoso bosque de Arrayanes. Es lindo disfrutar del paseo en lancha, la excursión y caminata por las pasarelas y finalizar en la casita de té con una rica torta y chocolate caliente. Al volver al puerto, a unos metros, paramos a observar la pintoresca y pequeña capilla obra del famoso arquitecto Bustillo.
Al caer la noche, nuevamente el hotel nos esperaba con sus lindísimas habitaciones y fue el momento ideal para disfrutar de un excelente masaje en el spa seguido de relax y charla en el jacuzzi mirando el lago y su tranquilidad.
Siete Lagos – San Martín de los Andes (poner cartel con los siete lagos y foto de alguno de ellos)
El domingo fue el día para recorrer la famosa ruta de los siete lagos, ruta que une la villa con San Martín de los Andes. El recorrido son sólo 110 kilómetros. A medida que se va avanzando en la ruta, a un lado y a otro van apareciendo los miradores para parar y disfrutar de cada uno de los lagos. La flora del lugar va cambiando de un frondoso bosque a algo más parecido a una estepa y en otoño se ven desde los verdes más intensos hasta toda la gama de amarillos y ocres.
A unos 20 kilómetros desde Villa La Angostura está el desvío para conocer Villa Traful. El camino es muy lindo, siempre entre bosques, el lago que da nombre a esta villa es imponente y su poblado es más parecido a un lugar de montaña. No son tantos los kilómetros pero al ser camino de montaña y de tierra se puede demorar unos 40 minutos en llegar. Con un mate y una buena charla vale la pena hacer el trayecto,
Poco antes de arribar a San Martín de los Andes se ve el cartel para acceder al famoso centro de ski Chapelco que cuenta con un paisaje privilegiado como marco para los esquiadores.
La bahía donde se encuentra San Martín se vislumbra desde la ruta con un encanto especial, como escondida entre un abrazo de montañas. El centro es bien turístico con muchos alojamientos, un centro cívico más grande que el de Angostura y muy buenos restaurantes para disfrutar -por ejemplo- de un riquísimo cordero patagónico hecho al asador y luego realizar una caminata por el borde del lago y descansar sentado mirando el horizonte de tan majestuoso lugar.
De regreso en la ruta y sin las paradas a ver los lagos, el retorno se hace mucho más rápido y promediando la tarde uno puede estar de nuevo disfrutando del descanso, la chimenea y un buen vino en los espacios comunes del hotel.
El lunes a la mañana, y luego de disfrutar nuevamente el excelente desayuno buffet del hotel, fue el momento ideal para hacer la vuelta hacia Bariloche, recorrer el centro de la ciudad, caminar al borde del Nahuel Huapi, disfrutar del almuerzo en algún lugar de los tantos que ofrece la ciudad, hacer parada obligada a comprar chocolates y dulces en la peatonal para luego partir al aeropuerto y volver a la realidad y la rutina con la energía renovada por tanta naturaleza.
Por Mercedes Cordeyro
No hay que perderse en Villa La Angostura:
- El Río Correntoso que une el lago homònimo con el Nahuel Huapi.
- La zona de Bahia Manzano.
- El centro comercial de la Villa y sus negocios de ahumados y especias.
- Un paseo por Cerro Bayo para conocer el centro de ski con sus paseos de trekking. En el camino hay una parada obligada para conocer la cascada. Es un pequeño trekking rodeado de bosques, fácil para que puedan hacerlo en todas las edades.
- Bosque de Arrayanes.
- La iglesia hecha por el arquitecto Bustillo (el mismo que diseñó el Llao Llao en Bariloche).
Animales Sueltos
Para poner como una miscelánea aparte de la nota con foto del caballo en el camino:
La ruta está en perfectas condiciones. Sólo hay que tener cuidado porque se encuentran numerosos animales sueltos: vacas, caballos y ovejas.
Hotel Don El Faro: Boutique & Spa
Un capítulo aparte se merece nuestra estadía en el hotel. El mismo se encuentra “colgado” a la vera del Nahuel Huapi, con una construcción que emula a un faro, como su nombre lo indica. Catorce habitaciones, restaurante y un spa hacen del lugar un espacio único para disfrutar. Sus grandes ventanales sorprenden al visitante al llegar, con el lago a los pies. Desde que llegamos nos hicieron sentir especiales. La suite principal del hotel es circular (por unos momentos uno se siente en el salón oval, ja). Entrar y contemplar la vista desde los enormes ventanales lo deja a uno sin aliento, un cuarto amplio, con la cama enfrentando la chimenea y un baño compartimentado con todo lo necesario para disfrutar de una estadía reconfortante.
El servicio y la gente que atiende el lugar es súper agradable. El hotel cuenta con un restaurante, un living con chimenea y un spa con jacuzzi, gimnasio, sauna, sala de masajes y sala de relax. Para quienes vayan en verano, tiene una pileta en el deck sobre el lago.