Su paz, su geografía, su alma de pueblo, su gastronomía y la oferta de actividades
deportivas y culturales son algunos de los atractivos del lugar que siglos atrás soñó con
ser la Venecia argentina. Con muy buen acceso y a sólo 8 minutos del Nordelta Centro
Comercial se continúa por la Ruta 27 en sentido Benavídez, y al pasar Astilleros
Milberg y llegar a la rotonda donde se encuentra la policía se toma a la derecha por un
camino de asfalto donde ya se comienza a respirar la tranquilidad de sus habitantes
mientras la abundante vegetación rodea el camino. A pesar de su crecimiento
poblacional y de los turistas que cada fin de semana llegan de diferentes lugares, Villa
La Ñata y Dique Luján mantienen ese espíritu de pueblo que al estar rodeado por ríos y
canales, suele confundirse con ser parte del Delta. Como sí lo era, siglos atrás.
Son dos pueblos unidos por puentes, que unen el canal Villanueva. Recorrerlos es
encontrarse con las tradiciones criollas y los caballos en la puerta de alguna casa. Es
recorrer el camino en auto pensando que uno está equivocado de época. Es detenerse
de la rutina y sumergirse en su encanto, distenderse en un entorno natural que
mantiene el aire de pueblo y la amabilidad de los lugareños. Todos se conocen. Y se
respetan. Por eso aumenta la cantidad de familias que van a radicarse en busca de esa
paz. Desde que el Municipio de Tigre construyó el puente vehicular levadizo en 2008,
se inyectó más vida al lugar y las dos comunidades crecieron y se unieron mucho más.
Antes, sólo existía el puente peatonal, por lo que una ambulancia por ejemplo tardaba
más de una hora en ir de un lugar al otro del canal de tan sólo 70 metros de ancho.
Hoy en día, es uno de los paseos turísticos más llamativos de zona norte. Ofrece
nuevos atractivos y propuestas para descubrir que se complementan con la calidez de
su gente, de los restaurantes y clubes sociales atendidos por sus dueños que
transmiten la misma tranquilidad del entorno. Las dos localidades cuentan con una
variada oferta gastronómica y un nuevo centro comercial a orillas del Canal Villanueva.
Sobre una margen del río, del lado de Villa La Ñata, se ubican las parrillas y los
restaurantes, agrupados en sólo dos cuadras. Las mesas se ponen sobre la costa o
incluso sobre grandes muelles de madera para comer sobre el río en busca de esa paz
y silencio absoluto, que sólo es interrumpido de vez en cuando al pasar una lancha.
Antes de cruzar el puente si uno viene por el camino desde Nordelta, a la derecha se
encuentran varias guarderías náuticas y a la izquierda comienzan los restaurantes
sobre el río. Esa calle es Las Heras. Primero la parrilla El Bagual, luego La Ribera,
después la famosa Sociedad de Fomento Villa La Ñata donde se comen los mejores
ravioles caseros de verdura o -las preferidas de otros- las milanesas napolitanas. Los
platos son abundantes y los precios accesibles. Luego de esas dos cuadras termina Las
Heras y desemboca en el nuevo Paseo Comercial Villa La Ñata que continúa bordeando
el Canal Villanueva. Con una onda palermitana y hippie chic se encuentra primero Tía
Ñata el único restó que abre los 7 días de la semana desde las 8 de la mañana para
servir un desayuno original a orillas del río y con su agreste vegetación, y funciona
hasta las 2 de la madrugada cada noche. Se especializa en parrilla, pastas caseras,
pescados, mariscos y platos gourmet además de su pastelería y postres caseros.
Ariana es una de los 3 dueños aunque ni siquiera le gusta decirlo. El ambiente es muy
familiar. Ofrece menús ejecutivos al mediodía, y varias promociones como viernes
night de mujeres, los miércoles a la noche 30% de descuento y lunes y martes 2×1 en
pastas. “El río es lo más lindo de este lugar. El agua descarga y se lleva las malas
energías”, dice Ariana sentada trabajando desde el deck de madera sobre el canal.
“Depende del clima, recibimos visitas de todos lados. Los días lindos y en temporada
alta viene gente de Capital Federal y de toda la provincia. En temporada baja la
mayoría es de los barrios de Villa Nueva y corredor Bancalari, Nordelta y Tigre”. Ariana
destaca que a pesar del turismo de fin de semana donde lo único complicado puede
ser el estacionamiento, aunque el COT y la nueva policía local ordenan bastante –
sumado a algunos “trapitos”- el lugar sigue siendo tranquilo y seguro.
A continuación del Paseo Comercial se encuentra La Bodeguita del Río, un pintoresco
espacio que ofrece exquisitas pizzas, tartas, licuados y los famosos waffles elaborados
por la dueña de casa. Aloha, con sus hamburguesas caseras, sándwich de milanesa y
pinchos y luego muchos bares armados de madera sobre el mismo muelle con un estilo
food truck y productos naturales.
Al cruzar el ya mencionado Canal Villanueva por alguno de los dos puentes ya estamos
en Dique Luján, donde los habitantes también son amables y solidarios y el paisaje se
duplica. Los domingos está el paseo de artesanías locales y productos regionales del
Delta a orillas del canal que termina de darle el marco perfecto a la visita con una
treintena de puestos que exponen tejidos, muebles para chicos, mates, objetos en
madera, mimbre y adornos. Sobre la calle Belgrano, mirando el Rio Luján cerca del
Canal Arias está La Polola, otro destacado restó que además funciona como posada,
también atendido por sus dueños. Federico Dillon, cocinero y uno de ellos, cuenta que
“era la quinta familiar de toda la vida que hace 8 años abrió sus puertas para el público
con ganas de disfrutar el aire libre sobre el gran jardín que tiene a orillas del rio Luján”.
No es un recreo. Se sirven exquisitos platos y ahora también organizan paseos por el
río en yate privado de una hora o más. En el mismo predio se encuentra la casa de té
Tú me puedes con pastelería casera para la mejor hora de la tarde.
También hay opciones para los más aventureros y la posibilidad de realizar deportes
acuáticos en embarcaciones propias o alquilando, trekking, ciclismo o paseos turísticos
en bici. Dicen los lugareños que quienes tiran la caña de pescar sacan mojarras, bagres
y pequeñas bogas. Y Para los amantes del río que tienen embarcaciones, la zona tiene
una amplia oferta de guarderías náuticas. Cada fin de semana llegan desde Palermo a
la Guardería Altos del Canal, Grace Nogués y su marido, Pablo García Bourg, quienes
reconocen: “Llegamos a Villa la Ñata casi de casualidad, buscando una guardería para
nuestra lancha en algún lugar tranquilo y que facilite los accesos al río”. Y así se fueron
enamorando cada vez más de La Ñata y Dique, como se las abrevia. “Tienen la
combinación perfecta entre pueblitos que parecieran sostenidos en el tiempo, con toda
la riqueza y el encanto del pasado, algunos clásicos bodegones y la onda de algunas
parrillas y restós más modernos, llenos de lucecitas y ambientaciones muy amigables”,
dice Grace.
A quinientos metros del mencionado Puente Eva Perón, el canal artificial Villanueva
desemboca en el Río Luján y el paisaje pasa a ser mucho más amplio y con mucho
movimiento de embarcaciones.
Casa Museo de Xul Solar
Escondida justo donde se unen el Río Luján y el canal Villanueva se encuentra la
recientemente recuperada Casa Museo de Xul Solar, donde el artista vivió los últimos
10 años de su vida y lugar que fue su fuente de inspiración para sus obras más
reconocidas. El proyecto de puesta en valor fue un trabajo conjunto del Municipio de
Tigre y la Fundación Pan-Klub, institución dedicada a preservar y difundir su obra.
Ambos realizaron las tareas necesarias de ampliación y restauración de la casa que
constituye un patrimonio histórico. Comprada en 1954 y construída sobre pilotes, Xul
la bautizó “Li-Tao”, “Li” por su esposa Lita y “Tao” que significa “camino” en chino. En
esta misma casa construyó también su Taller Río Luján, en un entorno ideal e
inspirador para un hombre solitario.
La Ñata y Dique. Dos rincones alejados del mundo pero a pasos de Nordelta y Villa
Nueva y a 35 minutos de General Paz, donde el objetivo –a pesar de su crecimiento y
gran oferta gastronómica y cultural- es mantener la paz que los caracteriza y que las
bicicletas puedan seguir tiradas en las puertas de las casas. Un imperdible paisaje
isleño al que se puede llegar en auto con un acceso nuevo y seguro.
Un poco de historia
A fines del siglo XIX el propietario de estas tierras era el Doctor Benito Villanueva,
Vicepresidente de la Nación y Presidente del Senado, quien poseía la estancia Los
Arenales, cuyo casco estaba en el actual Ingeniero Maschwitz y sus fondos daban al río
Luján. Villanueva se propuso aprovechar la llegada del ferrocarril a sus bajas tierras
para crear una nueva urbanización, llamada "Ciudad del Delta". Para lograrlo debía solucionar el problema de las inundaciones, para lo cual construyó una serie de canales para desagotar los campos. Un ambicioso proyecto que incluía canales similares a los de Venecia, encargado al ingeniero civil Saturnino Ortúzar. En 1902, Ortúzar construyó
una casa junto al río Luján y bautizó Isla Ñata el muelle de su propiedad, en homenaje
a su esposa, la inmigrante austríaca María Clara Gisinger. El plan de Villanueva era que allí funcione el Puerto de Frutos que luego se trasladó a su ubicación actual en Tigre. En 1933 con su fallecimiento quedó abandonado su proyecto aunque los canales consiguieron el dragado de varias tierras y actualmente cumple la función de drenar el agua de la zona. El lugar quedó como una zona isleña y en la actualidad muy visitado por miniturismo.
Por Carolina Alvarez Eguileta