Periodista y escritora, pero sobretodo madre. Siempre se dedicó, como periodista, a contar la vida de otras personas, pero de repente su vida dio un giro y su experiencia personal la llevó a hablar de su propia historia, ayudando a muchas mujeres que pasan por la misma situación. “Un día, en el 2009, sentí la necesidad de contar mi historia para poder ayudar a todas las personas que no pueden tener hijos en forma natural a encontrar una solución”, revela Marisa Brel. Recorrió un largo camino lleno de escombros para llegar a poder abrazar a sus dos hijos: el menor Timoteo y la mayor, Paloma, llamada como el personaje que interpretaba Nora Cárpena al que ella admiraba cuando era chica. En una charla íntima con Locally recuerda parte de ese duro recorrido.
Luego de su dolorosa experiencia de haber perdido un embarazo y ya con el diagnóstico certero de infertilidad, lloró mucho. Pero, lejos de quedarse en esa situación, empezó su lucha. “Tirada en la cama llorando no iba a quedar embarazada”, asegura. Después de 6 in-vitros nació su primera hija. “Me tomé unos años para recuperarme, hasta que decidí arrancar nuevamente la búsqueda”, recuerda. “Mi marido no quería que pasara por otro tratamiento y verme sufrir física y psíquicamente. Así que decidimos adoptar. Lo intentamos mucho y en el juzgado nos dijeron que teníamos que esperar diez años. Intentamos adoptar en Haití, pero también se nos complicó. Como mucha angustia decidí: ‘Voy a subrogar un vientre’. Para Timoteo, conté con la gran e imprescindible ayuda de un ángel al que le estaré eternamente agradecida, Joy, una mamá sustituta. Ella llevó en su pancita durante nueve meses a mi bebé, que necesitaba su vientre para ser alimentado y abrazado. Viajé muchas veces para estar con ella y con su familia en su casa para darle muchos besos a la panza, hacíamos Skype con las ecografías”, relata.
Marisa agradece el haber encontrado las herramientas para no bajar los brazos, principalmente el apoyo de su marido: “Es indispensable que te acompañe en la lucha, no importa de quien sea el problema de infertilidad dentro de la pareja hay que lucharla juntos. Llegué a las manos del mejor médico, el doctor Pascualini -mi padre en la Tierra- y luego el doctor Ackerman en Estados Unidos, con Timoteo. También recibí el gran apoyo de una especialista en psicología en fertilidad. Por suerte estaba sostenida entre tanto dolor”.
-¿Cómo se te ocurrió escribir un libro, cuál fue la intención al hacerlo?
-Fue muy duro, porque a mí me hubiera encantado tenerlo en la panza, pero la verdad que estoy muy agradecida de haberme animado. Y quise transformar nuestra lucha en algo que le sirva a todas las parejas que pasan por esto. La gente tiene fantasías con adoptar, otros con subrogar un vientre, pero cada uno hace lo que puede. Falta saber más, por eso me ocupo de contarlo. Luché para que mi libro “Voy a ser madre a pesar de todo” se transformará en ley. Aparte de ser madre y ser feliz quería que se tomara conciencia y participé de la derogación de la ley para ayudar a otros “futuros papás” con problemas de fertilidad. Buenos Aires fue la primera ley en Latinoamérica. Mi lucha cobró sentido legal para otras mujeres.
-El apoyo del hombre es muy importante en estas situaciones. En general, ¿son las mujeres quienes ponen más garra para seguir con la lucha?
-La infertilidad es una prueba de vida para la pareja, te une o te separa, porque la frustración de no poder formar una familia es muy dolorosa. Un alto porcentaje de las parejas se separan, otro se unen mucho. E incluso otros, quienes lograron tener a sus hijos, se separan también, porque estuvieron tan enfocados en ser padres que se olvidaron de la pareja.
Hay que entender que la infertilidad es una enfermedad, que en la mayoría de los casos tiene cura, y sería bueno que se informen bien para encontrar la mejor opción para cada caso, para poder tener a sus hijos como yo. Además, las mujeres tenemos un reloj biológico así que hay que seguir en la búsqueda sin bajar los brazos, la mejor manera de ayudarlas es abrazarlas y empujarlas a no quedarse quietas.
-¿Cómo tomó Paloma la llegada de su hermano?
-Paloma fue mi compañera en el deseo, en el camino, en esta búsqueda. La búsqueda de Timoteo no fue una decisión de pareja, fue una decisión de los tres. Ella esperó mucho a su hermano porque fue una búsqueda larga. Yo pensé que iba ser más rápido, que una vez que ya había sido mamá iba a ser más fácil, pero las cosas se fueron complicando. Por eso, llegamos a subrogar un vientre. Ella con su cabecita de 8 años fue, por supuesto, la que más naturalmente se lo tomó. Los adultos tenemos muchos tabúes que vamos adquiriendo, los chicos son sabios.
-¿Cómo creés que le afecta a la madre sustituta en su vida?
-No le afecta nada, porque para ser mamá sustituta tienen que cumplir muchos requerimientos médicos y legales. Tienen que ser sanas en mente y cuerpo. Tienen que haber sido madres, nunca tiene que haber abandonado a un hijo, no tienen que haberse drogado, ni tomado alcohol. Deben estar preparadas, no cualquiera puede ser mamá sustituta. Es una fantasía pensar que una mamá sustituta va a querer quedarse con el chico, por ahí hay uno en un millón de casos. No lo hacen por dinero, se les paga sólo 20 mil dólares que hasta tienen obligación de recibirlos. Si eso lo dividís por los nueve meses que lleva el embarazo, son más o menos 2 mil dólares por mes y vive en Estados Unidos, esa plata no le va a cambiar la vida. Es realmente por amor, por servicio y no por plata. En realidad, ese dinero es más que nada para cuidar a tu bebé y estar tranquilas los meses que lo llevan en la panza, para poder tomarse un taxi, comer bien, hacerse los estudios o comprarse ropa por su cambio corporal.
-¿Pensás que es posible que esa ley puede llegar a nuestro país?
-Acá estamos muy lejos de poder hacerlo. Yo, al principio, tuve la intención también de luchar por la ley de subrogación de vientre, pero después me di cuenta de que los argentinos todavía no estamos preparados para eso. No es algo que se haga por necesidad, es sólo porque quieren ayudar. Acá habría que hacer mucho, mucho trabajo, la sociedad todavía no está preparada.
-Enfocándonos en tu profesión de periodista, ¿extrañás la tele?
-No, para nada. A partir de la llegada de Timoteo, decidí que no quería trabajar más en la tele, empecé a descubrir un mundo nuevo que es el mundo de los negocios, descubrí el Network Marketing (N.de la R: se traduce como “mercadeo en red” o “multinivel”) y a partir de ahí empecé a disfrutar estar más en mi casa trabajando desde ahi. Ahora soy “networker”, soy líder en Jeunesse, una compañía de multinivel número uno en el mundo que está llegando a la Argentina en un mes. Soy la encargada de abrir mercado en nuestro país. Así como desperté conciencia a través de mi historia en los libros, a través de este trabajo sigo con este camino de ayudar a la gente a no ser esclavo del negocio. Es un sistema moderno de hacer negocios.
-¿Dentro de esos parámetros de más libertad es que elegiste vivir en Nuevo Delta?
-Cuando Paloma tenía cuatro años decidimos venirnos a vivir para la zona norte. Huimos de la ciudad de la furia, vinimos para Tigre, que era mucho más campo que ahora. Me encanta tener mi río, mis árboles y mis pajaritos. Los chicos empezaron este año en una escuela Waldorf. Yo trabajo en pijama, disfruto mucho estar en mi casa. Estoy como soñé estar.
Por Nazarena Bredeston