No todos los amantes de la música viven su pasión de la misma forma. Algunos deciden demostrar aquello que les generan la mágica armonía de las notas con un instrumento en sus manos, otros lo evocan con un sincronizado movimiento de pies. Sin importar cuán distintos sean los métodos, cada una de estas formas busca expresar de la manera más fiel ese sentimiento inicial, la emoción más pura de lo que la melodía imprime tan profundamente en ellos. Miles de disciplinas logran proyectar ese punto de expresión primal hacia un público, cada uno con sus propias fortalezas y fanáticos, pero todos estos caminos convergen en un solo lugar, la música.
Luján Blaksley tiene 17 años, y creció en un hogar donde la música nunca paró de sonar. Su padre, fanático de la música clásica, acompaña su vida con su piano. Su tía en cada reunión familiar demuestra su voz sin igual. Sus hermanos eligieron blandir instrumentos, e incluso uno de sus primos dedica su vida a la comedia musical. Es gracias a este ambiente que Luján no recuerda sus primeros acercamientos a la música, sino que más bien la reconoce como parte inherente de su vida. A los 5 años ya estaba interpretando sus primeras canciones ante un público, y a los 12 se acercaba por primera vez a los estadios para poner sobre la mesa lo que por tanto tiempo estuvo aprendiendo. Fuera con clases de tap, de piano, canto en vivo; la música acompaña a Luján como una compañera de vida con quien alcanzar nuevos destinos.
Hoy elige, sin embargo, enfocarse en uno de los tantos caminos que supo recorrer. Luján acaba de terminar el colegio y tomó la decisión de dedicarse por completo a una de las disciplinas que más alegrías le trajo, la comedia musical. En el colegio ya había tenido la oportunidad de hacer numerosos papeles en las obras estudiantiles, pero cuando en sexto grado surgió la oportunidad de postularse para un papel en el musical de “La Novicia Rebelde” no lo pensó dos veces. “En esa época yo no tenía muy claro qué cantaba, simplemente lo hacía como hobby y sin técnica”, recuerda Luján. “Pero en la medida que avanzaban las audiciones empecé a quedar, y quedar, y quedar hasta la última instancia final de decisión”. Lamentablemente ese libreto terminó en manos de otra persona, pero si bien no inició efectivamente su carrera, fue la experiencia que le abrió las puertas a la sensación de que el mundo de la comedia musical estaba a su alcance con los brazos abiertos. Y no tardaría mucho en tomar la oportunidad.
Desde ese momento la joven artista decidió empezar a tomar su voz más en serio, y con la asistencia de varios profesores empezó a encontrarse en el canto y el escenario. Hoy reconoce entre sus artistas favoritas a cantantes como Jessie J, Christina Aguilera, Alicia Keys; le gusta sobre todo la música internacional, y si bien se encuentra mucho con canciones de R&B y Jazz, prefiere no comprometerse con ningún género y explorar distintos estilos de música. Lo mismo con los personajes que interpreta: “no me encasillo con mis papeles; en la diferencia que pueda tener el rol conmigo como persona hay un desafío, y eso lo hace más divertido”. A principios del 2016, su último año de colegio, Luján tuvo la posibilidad de participar en un casting por una de las propuestas más ambiciosas de la escena bonaerense, el musical de “Peter Pan”. Consiguió el papel como uno de los niños perdidos y compartió escenario con Fernando Dente, Ángela Torres, Natalie Pérez y el Puma Goity, entre muchos otros. Y luego de 50 shows repletos de personas disfrutando del espectáculo, a mediados del 2017 la esperan con una nueva oportunidad de sumarse al elenco de la obra.
Pero mientras espera el reestreno del 8 de julio, ella se está preparando para dedicarse de lleno a la comedia musical. Está comenzando una carrera universitaria en la escuela de Julio Bocca, mientras asiste a dos escuelas de actuación y clases particulares de canto. Pero asegura que “donde principalmente se aprende es con la experiencia”, sabe que la escuela difícilmente pueda darle el rigor del vivo y la experiencia de escenario que conseguirá participando de nuevas obras. Y eso sin mencionar al exhaustivo entrenamiento que hacen en la preparación del espectáculo. “El ensayo de Peter Pan del año pasado consistía en ocho horas por día”, dice ya sin sorpresa, “entrenamiento vocal, físico, atlético, artes marciales” casi como formar parte de una escuela más. Un lugar donde siempre puede seguir perfeccionándose.
Es difícil escuchar a Luján hablar de comedia musical y no querer subirse a un escenario. Y es que en sus palabras parece ser algo tan natural como levantarse cada mañana y enfrentarse a un nuevo día. Ella camina, siente, vive y disfruta este arte. “Hasta salgo a correr escuchando musicales”, confiesa entre carcajadas. Todo cobra sentido cuando explica su camino en sus propias palabras: “Yo creo que si de verdad querés algo y le ponés el esfuerzo podés conseguirlo. Las ganas son las que te llevan adelante. Sólo depende de vos”. Y con ese lema de vida, no sorprende que varias de sus amigas hayan decidido repentinamente tomar clases de canto.
Por el momento el camino para Luján es claro: aprender lo más posible. Aunque cuenta que probar suerte en el exterior es una tentación. Sobre todo las llamativas luces de Broadway, el escenario principal del mundo donde las obras más exitosas de la historia suenan sin descanso. “De poder hacer cualquier papel, elegiría Mimi de Rent o Elphaba de Wicked”, ambos personajes femeninos protagónicos de algunas de las obras más conocidas del mundo. Roles con carácter, lo que no llama la atención viniendo de la chica que ríe después de admitir que nunca le tocó hacer de princesa en sus obras. Pero el foco por ahora está en Argentina, en su educación (dentro y fuera del escenario), y en hacer una carrera y un nombre localmente desde donde mostrar el amor que siente por este arte, y todo lo que puede hacer con él.
Luján no tiene miedo por lo que pueda pasar. Hoy se sube al escenario con tanta naturalidad que puede encontrarse lo mismo cantando en eventos (como en la fiesta de fin de año de Locally en 2016), en la televisión pública, en diversos casamientos o en el Gran Rex. “Pero todavía tengo mucho por mejorar”, confiesa Luján. “Por suerte, todas las personas con las que trabajo saben mucho más que yo. Entonces todo lo que me dicen y enseñan cada día me resulta súper valioso”.
Por Pedro Canton Corbelle