Los perros que viven en la avenida troncal de Nordelta y otras calles de la zona de Nuevo Delta han dado que hablar entre los vecinos. Y las voces no son unánimes. Miedo, incomodidad, pena, empatía son algunos de los sentimientos que despiertan. Y, entre varios actores involucrados en la problemática, hay quienes -voluntariamente- los alimentan, vacunan, esterilizan y, finalmente, los sacan de las calles consiguiéndoles un hogar.
Este último es el caso de la ONG Perro Comunitario y la agrupación de vecinos SOSanimal. Las dos asociaciones se dedican hace años a mejorar la calidad de vida de estos animales y, como consecuencia, a aliviar la situación. Coordinan acciones con zoonosis y refugios de los alrededores.
Karina Kissling, presidenta de la Asociación Perro Comunitario, explica que empezó alimentando a los perros que veía en la zona. Y, si alguno necesitaba asistencia especial, se lo llevaba a su casa transitoriamente hasta sanarlo y encontrarle un hogar. De este modo, un par acabó ganándose su corazón. “Es un trabajo donde los golpes bajos son muchos más que las victorias”, comenta, “pero vale cien por ciento la pena”.
Actualmente ella trabaja en conjunto con seis mujeres más, también vecinas de Nordelta. Y calcula que en la zona hay unos veinte perros fijos, más los que tienen en refugios, que están cerca de la decena. Semanalmente, todas las voluntarias se turnan para alimentar a los perros. Cada mes esterilizan y vacunan a los nuevos, y curan a los que presenten algún problema. Estas acciones las suelen coordinar con Zoonosis del municipio, aunque son ellas las que llevan los perros hasta los móviles.
Una vez que el perro está en buenas condiciones de salud, le colocan un collar rojo que lo individualiza como “perro comunitario”. Y esto significa que está listo para ser adoptado. Sin embargo, mientras espera una familia permanece en la calle porque no hay un espacio donde pueda ser trasladado. Sigue siendo comunitario, de todos.
Aquí llega la otra parte del trabajo de esta ONG: generar conciencia social. Para Karina es el principal pilar para mejorar la situación. Ella lo expresa de este modo: “si todos nos comprometemos podemos ser parte de la solución”. Su plan es que voluntarios de la ONG brinden más charlas gratuitas, especialmente en colegios, para generar esa conciencia social desde chicos y formar ciudadanos más activos.
Hasta hoy, Perro Comunitario hizo realidad más de 400 adopciones. Sin embargo, hay otras formas de ayudar: se puede apadrinar un animal, ofrecer tránsito por unos días o semanas, o sumarse como voluntario de la ONG.
Abrir las puertas de un nuevo hogar
Otra agrupación de vecinas que trabaja sobre la misma problemática es SOSanimal. Claudia Decoppet explica que son cinco las personas que colaboran de manera fija, pero que constantemente recibe ayuda de otros vecinos, ya sea a través de donaciones, apoyo económico para sostener a los perros que viven en refugios (suelen ser los animales que, por problemas de salud, no pueden estar más en la calle) o con rondas para alimentar a los de la zona.
Para ella, lo primordial también es la educación y la concientización. Menciona la necesidad de esterilizar (a machos y hembras) para que las crías no deseadas no terminen en la calle, y de fomentar la adopción. “Los perros callejeros son muy agradecidos y, al adoptarlos, no sólo cambia su vida sino también la de quien les ofrece un hogar”, asegura.
Actualmente, SOSanimal se hace cargo de diez perros que viven en refugios, cinco que están en tránsito y, además, los voluntarios hacen rondas de alimentación para los que están en la calle. Claudia calcula que, por año, entre 70 y 100 perros dejan la calle para ser adoptados. Muchos van con familias de Nordelta, Villa Nueva, Santa Bárbara y otros barrios de alrededor.
Cada tanto llegan nuevos perros, desplazados de otros barrios, en busca de alimento. La Asociación Vecinal Nordelta pone el foco en la prevención de esto, y señala la importancia de la “limpieza y recolección de residuos”. En este aspecto, los vecinos pueden activar su participación al clasificar y separar residuos ya que, de acuerdo a lo que comentan desde AVN, “reduce el volumen de las bolsas con desechos húmedos que son los que más atraen a los perros callejeros”.
De los planteos de los distintos organismos involucrados, pareciera prevalecer una consigna común que interpela a los vecinos: la necesidad de involucrarse, en la medida de cada uno, para ser parte de la solución.
Por Agustina Schiffelbein
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“Si todos nos comprometemos podemos ser parte de la solución”.
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