Los chinos fueron los primeros en trasplantar árboles enanos de las laderas de las montañas y los precipicios a recipientes ornamentales para apreciar la belleza peculiar de estos árboles en sus hogares y jardines, ya que los consideraban un vínculo de unión entre Dios y el hombre. Sin embargo, fueron los japoneses quienes luego perfeccionaron el arte del cultivo de los árboles bonsái. La palabra bonsái es un vocablo japonés de origen chino (Pen sai), que significa árbol en bandeja. El bonsái no es una planta genéticamente empequeñecida. Se mantiene pequeña dándole forma y podando el tronco, las hojas y las raíces. Un pequeño jardín bonsái puede reunir los más maravillosos ejemplares de la flora y las necesidades diarias de este tipo de árboles son exactamente las mismas que las de cualquier otro árbol. No hay que dejar que se seque, necesita tierra con nutrientes para que sus raíces se desarrollen y un ambiente con aire y luz.
Recomendaciones para su cultivo
Como el objetivo del bonsái es reflejar toda la forma de un árbol silvestre maduro en miniatura, hay que elegir con mucho cuidado las variedades para el cultivo. Para los que no tienen experiencia es recomendable empezar con un pre bonsái, que son árboles jóvenes cultivados en macetas pequeñas, que con el tiempo y cuidado, pueden convertirse en verdaderos bonsái. Para los que se animan a experimentar en este arte son preferibles las especies con agujas u hojas pequeñas. Los árboles perennes más populares son los pinos (Pinnus), enebros (Juniperos) y piceas (Picea). Al elegir árboles con flores y frutos hay que tener en cuenta el tamaño de éstos y de las hojas para que crezcan en forma proporcionada. Por ejemplo, un manzano normal resultara muy raro cuando tenga sus frutos, no así un manzano silvestre (Malus) en donde sus frutos estarán a escala perfecta con el desarrollo del árbol. Otro arbusto de flores y frutos pequeños para formar un excelente bonsái es el Cotoneaster.
La función de las macetas y estilos de bonsái
Las macetas deben complementar al árbol y no restarle valor destacándose por colores demasiado vivos o llamativos. Las macetas altas se usan sólo para los árboles en cascada, mientras que los cuencos bajos se usan para grupos y paisajes. Las mismas deberán tener suficientes orificios de drenaje para permitir la salida del agua residual y dar aire a las raíces.
En cuanto a los estilos de bonsái varían mucho según su tamaño y su forma de crecer. Por tamaño, pueden ser mini bonsái de hasta 15cm, los pequeños hasta 30cm, los medianos pueden llegar a medir 75cm, y los grandes de 60cm a 1,20mt. A su vez, los estilos se clasifican conforme el ángulo que forma el tronco con la maceta, en dónde varían desde el estilo erguido “formal”, en el que el tronco crece recto y vertical, hasta el de cascada completa, que crece por debajo de la maceta. Los estilos más populares son el erguido informal y los inclinados junto con pequeños grupos.
La poda y el alambrado
Son los dos métodos que se usan para mantener y disciplinar el tamaño del árbol. El alambrado se emplea para dar al tronco y las ramas del árbol la forma deseada, es una técnica rápida y radical que generalmente se aplica cuando el árbol es joven. La poda, por su parte, suele ser ligera pero se realiza con más frecuencia y hay que hacerla aunque sólo hubiese que cambiar la posición de una rama. La poda crea y conserva la forma del árbol y ayuda a mantener también las hojas pequeñas. Hay que destacar que existen cinco estilos de poda, que están inspirados en las formas que crea la propia naturaleza. El estilo “Vertical formal”, llamado también Chokkan, que está inspirado en los árboles que crecen en los valles y llanuras. El majestuoso estilo Shakan, que recuerda a los árboles inclinados por la acción del viento en los acantilados. Los estilos en Cascada y Semicascada, llamados Kengai y Han- Kengia respectivamente, inspirados en las formas adquiridas de precipicios y desfiladeros. Por último, es más popular y fácil de conseguir, Moyogi, con su condición vertical informal, representa a los árboles que crecen sobre un terreno accidentado.
Cultivar un bonsái es una larga y paciente tarea, tan larga que se extiende más allá de nuestra propia vida. Quienes se dedican a este arte tan particular, saben que a esta obra nunca le pondrán un punto final, que se pasarán los secretos de su cuidado de generación en generación.
Por Pauline Walker