Se acercan las vacaciones y junto con la ilusión del anhelado descanso se presentan algunas situaciones que será necesario tener en cuenta para organizar el receso de las actividades del año. Es así que nos encontramos con las preguntas sobre cómo vacacionar, destinos, tiempos y tipo de vacaciones que queramos realizar. Esto atañe tanto a una persona que está sola, como a una pareja o a un grupo familiar. Hoy en día se ve con mayor frecuencia a parejas jóvenes que organizan sus vacaciones proyectando momentos juntos y otros separados. Es decir, eligen momentos para compartir en pareja y otros en los cuales prefieren pasar unos días de descanso en compañía sólo de amigos. Esta situación es vivida de diferentes maneras por quienes llevan a cabo la experiencia. Algunos toleran de mejor modo la separación y los celos que dicha situación puede provocar, aprovechando y conectándose con aquello que un espacio en soledad tiene para brindar y otros lo disfrutan menos, con mayores dificultades para sobrellevar las emociones que esta separación temporal puede causar, quedando más a la espera del reencuentro que experimentando y vivenciando el espacio personal.
No sólo por elección sino también por no coincidir en el tiempo que cada miembro de la pareja tiene para vacacionar es que pueden pensarse las vacaciones por separado. Si uno de los dos cuenta con más días o si no pueden hacer coincidir los tiempos que sus trabajos les otorgan para el descanso aparece la situación de pensar qué hacer con ese espacio para vacacionar si estamos en pareja. Aquí quedará en primer plano el modo de vínculo que tenga la pareja en cuestión. Están quienes pueden transitar de buen modo la situación de que el otro viaje unos días solo o con amigos, quienes lo toleran pero no tan fácilmente y quienes, directamente, no lo pueden llevar a cabo. Cualquiera sea el caso, es importante poder pensar en los espacios compartidos y en soledad que tiene cada pareja. Lo más saludable es que los vínculos puedan alternar y disfrutar los espacios compartidos y los no compartidos. Y poder pensar que el bienestar de la pareja depende de que ambos espacios sean cuidados. En aquellos menos dispuestos a estar varios días separados tal vez puedan crearse espacios más chicos de soledad, dando lugar así al espacio individual, y en quienes sea tolerable la separación temporal, aprovechar esa situación para encontrarse con aquellas cosas de uno que estando en pareja no se pueden priorizar. Este es un buen modo de conectarse con uno mismo sin dejar de estar en pareja. Algo similar sucede cuando uno o ambos deben realizar viajes laborales y el otro debe adaptarse a dicha circunstancia.
Otra situación, pero en este caso referida al grupo familiar, es la que se plantea cuando uno de los miembros de la pareja dispone de menos tiempo libre para vacacionar mientras el resto del grupo familiar tiene tiempo, deseo y posibilidad económica de prolongar el período de descanso. Se da en estas ocasiones que, generalmente el padre, pasa menos días en el lugar de destino elegido y alterna períodos en el trabajo con viajes al sitio de descanso. Esto implica organizar las actividades teniendo en cuenta dicha situación. La madre estará a cargo de los hijos sin la compañía del padre mientras él trabaja y deberá enfrentar sola las situaciones que se presenten durante ese momento. Elegir actividades a realizar contando con el apoyo de los hijos para llevarlas adelante será una buena estrategia para pasarla bien. Sin dudas, lo esencial será encontrar una armonía tanto en presencia como en ausencia del padre. Y la madre, que elige este modo de vacacionar, saber que habrá momentos tal vez más trabajosos cuando se encuentre sola con sus hijos en el lugar de vacaciones y otros, quizás, más relajados cuando participe su pareja de las vacaciones compartidas.
Otra situación que se desprende de la pregunta sobre si vacacionar todos juntos o por separado es la que se refiere a los hijos adolescentes. Mientras el grupo familiar contaba con hijos pequeños, todas las elecciones que se hacían eran, seguramente, recibidas de buen modo por los hijos dispuestos a disfrutar de las propuestas de los padres. Pero cuando crecen comienzan los “problemas”. Los hijos adolescentes ya no disfrutan tanto de la compañía familiar, sobre todo porque se encuentran en la etapa de diferenciación y creación de la propia personalidad. Esta es una etapa difícil de transitar tanto para los padres como para los hijos. Es una separación necesaria y saludable pero que cuesta realizar. En la transición nos encontramos con espacios de descanso en los cuales las elecciones que se hacen no son compartidas por hermanos chicos y adolescentes, o con los padres. Aquellas actividades que entretienen a los menores no son recibidas de buen modo por los más grandes, y tampoco ellos se sienten a gusto con actividades muy cercanas a los padres. Seguido a este momento de transición muy probablemente llegue el pedido del adolescente de vacacionar con sus amigos. Aquí los padres se enfrentan a esta separación dolorosa que plantea el crecimiento de los hijos. Aparecen además los temores sobre lo que implica que los chicos jóvenes viajen solos.
La adolescencia en general es una etapa que trae consigo una serie de miedos. Es el momento de empezar a soltar la mano de los hijos confiando en las herramientas que les hemos brindado durante su educación y confiando, también, en la capacidad que ellos tendrán para comenzar a desenvolverse en la vida adulta. Las primeras vacaciones solos son un momento crucial en el cual ellos pueden ponerse a prueba en su capacidad de ser autónomos. Es un período corto que les permite dar un vistazo sobre lo que significa prepararse para la vida. Esta puede ser una excelente experiencia para encontrarse con lo que se sabe y con todo lo que les falta aprender. Lo mismo para los padres. Es una oportunidad para evaluar si sus hijos han recibido lo necesario para comenzar a vivir sin el sostén que han recibido desde siempre. Como se trata de un primer paso hacia la adultez, no hay que olvidar que aún son chicos y necesitan del cuidado de los padres. Es una transición a otra etapa, la adultez, pero que se dará gradualmente. Es decir, habrá que soltar pero de a poco. Pensando puntualmente en el período que plantean irse con amigos, cada familia evaluará si ese adolescente está apto para emprender esta aventura o si todavía le falta estar más preparado para ser autónomo. Es importante no olvidar que al salir a la vida nos encontramos con una serie de riesgos frente a los cuales los adolescentes podrían enfrentarse y, por lo tanto, es fundamental determinar si este es el momento indicado o si habrá que esperar. Excesos, drogas, alcohol, sexualidad e inseguridad son algunas de las situaciones frente a las cuales podrían quedar expuestos. Si no cuentan con las herramientas necesarias, como aún tienen un psiquismo en formación, ningún exceso es bien recibido y pueden encontrarse en un alto riesgo. Pero si creemos y confiamos en que ya es hora de dar el paso, contando con la tranquilidad de que ellos sabrán protegerse en nuestra ausencia, será entonces un momento de crecimiento experimentado por padres e hijos que comienzan a separarse.
Vacacionar juntos o separados es una elección y como en toda elección obtenemos algunas cosas y dejamos de lado otras. En cada caso será distinto. Lo importante es poder respetar tanto los espacios compartidos como aquellos en soledad. Encontrarse a gusto en compañía y con uno mismo. Y elegir el modo de descansar que mayor gratificación nos pueda brindar, a nosotros y a quienes nos rodean.
Por Lic. Constanza Bonelli
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