La meditación es una práctica muy antigua, en la cual el hombre ha encontrado estados de consciencia diferentes al estado normal de vigilia y ha buscado ampliar el espectro de sus percepciones y el conocimiento de la realidad. Meditar es escuchar, silenciar y observar, es abrirse al reconocimiento de nuestros diferentes cuerpos, su acción y su relación entre ellos. A través de la meditación vamos accediendo progresivamente a nuestro propio ser para resituarnos en el todo, en nuestra propia interioridad y en relación al exterior.
La Meditación del Tiempo Presente es una técnica de meditación que nos sitúa en el tiempo universal al que llamamos tiempo presente. Nos permite actualizar el tiempo interior para que esté totalmente en fase con el tiempo universal que es el presente de la realidad universal. Es una meditación activa y consciente porque produce una transformación por medio de la energía de conciencia, energía universal que emana de la Creación, para reconocernos como seres pertenecientes al Orden Universal. Se basa en el reconocimiento y la toma de consciencia de nuestra anatomía y de nuestro sistema energético y en el trabajo de la respiración que es fuente de vida en el universo.
Consiste en estar en un “movimiento interior estructurado”. A partir de trabajar activamente los centros energéticos y depurarlos, logramos mejorar la circulación energética general. La finalidad es acceder progresivamente al ser en su globalidad, abrirnos a lo universal y eterno, y distinguir lo que realmente pertenece a nuestro ser de lo que no pertenece.
Muchos de los sufrimientos e incomprensiones a los que nos hemos acostumbrado, fueron creados por nuestra mente y nuestro ego, y nos alejaron de nuestra verdadera expresión de vida, de lo que realmente somos. La meditación nos permite silenciar los pensamientos, las creencias y el ego y buscar la libertad y la trascendencia. El silencio interior nos abre a la escucha, luz del espíritu que revela, ilumina y disuelve todo lo innecesario, sin lucha, sin juicio, sin análisis, disolviendo lo superfluo, las resistencias, las angustias, los miedos, y entonces del vacío de la soledad pasamos al lleno del silencio, un silencio que nos da alas para ir más allá de los límites marcados por la mente dual, por los conceptos, por las creencias y por todo aquellos que nos ata al mundo de las apariencias y de los sentidos y por unos momentos saber que no hay nada que decir, no hay nada que desear, no hay nada que pensar, sólo nos queda encarnar cada instante único de vida, segundo a segundo en un flujo interminable, en un único y eterno acto de amor.
En el silencio se revela esa presencia que nos habita y nos une a todo lo que tiene vida, a todo lo que es en un instante eterno, nos convertimos en instrumentos del espíritu, en vectores de consciencia animados de vida y fecundados de silencio, maná de los planos más sutiles. Hacer espacio en nosotros conlleva sacar, remover, soltar, vaciar, todo aquello que ya no es, apariencias, ilusiones que forman parte del pasado. Es reconocer el lugar que ocupan en nosotros las proyecciones del futuro que nos impiden disfrutar nuestro presente, de la vida aquí y ahora, dejar que lo que es ocupe su verdadero espacio.
Este espacio es pura consciencia que engendra vida y que habita en cada partícula que conforma la existencia, por eso podemos llegar a este espacio por cualquier vía que profundice mas allá de las apariencias, de la dualidad.
Meditar es vaciarse para expresar, subir para profundizar y silenciar para escuchar. Es un camino de búsqueda de nuestra integridad.
Beneficios de la meditación
No existe mayor misterio ni mayor incógnita que el descubrimiento de uno mismo. Desde ahí es desde donde tiene sentido el hombre como microcosmos hecho a imagen y semejanza del Creador y de su Creación.
Tener una visión amplia de como se expresa la vida en uno, es reconocer la creación en su multiplicidad y en su diversidad. Cada zona de oscuridad en nuestro interior puede ser bañada por la consciencia como luz del espíritu y empezar a expresar su realidad existencial. Así nos vamos liberando de las cadenas de la inconsciencia, de las programaciones alienantes, del burdo ruido de fondo que mantiene frágiles construcciones de falsas creencias, masoquismos y sabotajes sobre uno mismo siempre proyectados sobre los de fuera.
Liberarse uno es liberar una célula del hombre universal del que formamos parte sanando la parte del karma colectivo que uno ha decidido soportar, haciendo resonar las otras células alrededor en una vibración de libertad, de consciencia, de amor.
Meditar libera las tensiones acumuladas durante la jornada, aumenta la capacidad de atención y concentración, nos permite reencontrar la calma y la paz, disminuyendo nuestro estrés, regula nuestro equilibrio y aumenta el tono vital.