Martín Gagliardi tiene 21 años, es estudiante de Comunicación Social y baila folclore desde los 7; Malala Figari, que cumple 70 el año que viene, se dedica a sus nietos como al disfrute de su casa en Santa Bárbara, y comenzó el profesorado de esta misma danza a los 64. Ambos son parte del gran grupo que conforma el Ballet e Instituto Saravia en General Pacheco.
El Ballet de Arte Folclórico Argentino (BAFA) nació en 1966. Más tarde se abrieron las puertas del Instituto Saravia, nombre que le rinde homenaje al conjunto de Los Chalchaleros. Como Escuela de Arte Integral, buscan transmitir a través de la danza y la música el ardor patriótico, las raíces espirituales y el sentimiento de Identidad Nacional. La historia y la trayectoria del BAFA dirigido por Miguel Ángel Saravia, los premios adquiridos y su reconocimiento internacional dan cuenta de la calidad de enseñanza que se brinda en el Instituto Saravia y de la solidez del proyecto educativo. Sin mencionar su costado social e inclusivo desde la Fundación DIARC que otorga becas a chicos de los colegios de Pacheco para que ellos también puedan tomar sus clases.
Al lugar indicado llegó entonces Malala, sin saber que le gustaba bailar, pero sí segura de que la conmovía el folclore como género musical que atesora tanta tradición argentina. Como en ese entonces en la escuela sólo se dictaban clases bajo el formato de profesorado, no tuvo otra opción que aventurarse en un nuevo desafío de 3 años que, al traerle tanta alegría, se prolongó varios más.
Malala resume su experiencia en pocas pero contundentes palabras: “No me gusta el folclore, lo necesito. Escucho una zamba, se me ponen los pelos de punta y sólo quiero salir a bailar.” Por su parte, Martín Gagliardi, que conforma el ballet desde que tiene memoria, asegura que bailar con Malala “es un placer porque siempre tiene buena onda”. Sobre su experiencia en la danza y en el instituto expresa: “está adentro mío desde muy pequeño. El grupo es como una gran familia.”
Y la expresión que utiliza Martín para referirse al clima familiar no es meramente simbólica, sino que alude también a la conformación del ballet y la escuela. Miguel Ángel Saravia y su esposa María Martínez fueron los fundadores; pero ahora participan, conservando el mismo espíritu, sus hijos e incluso nietos que al bailar demuestran traer consigo esta invaluable herencia.
La Escuela de Artes de Pacheco es entonces un punto de encuentro de personas de todas las edades que aman la música y la danza. Si bien el profesorado es para jóvenes de 15 años en adelante, en el ballet empiezan a verse las nuevas generaciones que con talles muy chiquitos suben a los escenarios más aclamados. Asimismo, la nieta de Malala, Lucía, ha comenzado a tomar clases de violín en el instituto y a su corta edad ya comienza a incorporar conocimientos de violín.
En este 2016 el BAFA participó del Festival Internacional de Folclore Nova Metropolis en Brasil y logró poner al público de pie en todas sus presentaciones. Participaron tanto los integrantes del ballet principal como también los que concurren a los talleres. En el viaje en micro no faltaron las guitarras, los mates y las tortas fritas para el precalentamiento. El más pequeño fue Nazareno de 7 años, luego bailarines de 15 a 30… y después Malala que, más que nadie, ha comprobado “nunca es tarde para empezar a bailar”.
Redoblando la apuesta de años anteriores, estuvieron en Brasil durante 8 días. Como es costumbre, abrieron las presentaciones con el Himno Nacional y los vestuarios flameaban sobre el escenario con los colores de la bandera. Martín Gagliardi, también a cargo de la prensa del Ballet, señala que el espectáculo contó con una gran variedad de coreografías, todas representativas de nuestro país. La presentaciones pasearon por los ritmos mesopotámicos, por el ímpetu del Norte, por la porteña Buenos Aires; incluyó también el colorido coya, las típicas chacareras, zambas de Santiago, el infaltable malambo y las destrezas con bombos. La gran apuesta que llevó el grupo en esta oportunidad fue un Homenaje a Don Martín de Güemes donde contaron, a través de la danza, la vida y obra de este prócer argentino y sus hazañas realizadas junto a Juana Azurduy.
“Es un gran orgullo sentir el aplauso tan cálido del público brasileño y las delegaciones de otros países que participaron del festival, que esperaban ansiosos que saliéramos a escena. Es realmente emocionante ver cómo valoran nuestra cultura y nuestro arte en particular, la danza, al punto de ponerse de pie para aplaudirnos”, destaca Miguel Ángel Saravia, Director General del grupo, que según la experiencia tanto de Martín como de Malala, no solamente se destaca en la dirección de los bailarines sino en su oficio de amigo, padre y abuelo. “El BAFA es una maravilla, puedo contarte con lágrimas en los ojos los comentarios del público cuando yo no bailaba y me sentaba en la platea para ver a mis compañeros. Ponen el alma en lo que hacen y son un ejemplo de personas en todo sentido”, expresa Malala, feliz de haber sido parte de tan conmovedora experiencia.
Este año el Ballet de Arte Folclórico Argentino cumple 50 años. Podría mencionarse también que fue honrado por la UNESCO o que en febrero pasado en Mar del Plata recibió el Faro de Platino a la Trayectoria; pero al margen de los premios y honores, lo cierto es que el despliegue escénico lo dice todo. Para festejar su medio siglo, harán un evento el 12 de octubre en el teatro Nini Marshall abierto a todo el público. Sólo queda entonces comprobar el testimonio de Malala: “la gente enloquece con el BAFA, el zapateo los deja sin palabras, y ahí es cuando los aplausos se encargan de decir todo.”
Por Sofía Moras
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