Ellas nos abren las puertas de sus talleres y nos cuentan cómo fueron armando sus emprendimientos. Piezas de bazar, esculturas y obras de arte, miles de posibilidades para expresarse.
Ángeles Castro Corbat, cuenta que desde los 8 años está conectada al mundo de la cerámica. Empezó por casualidad yendo a clases con sus hermanas, en un taller que tenían las monjas de su colegio. Después siguió su desarrollo en otros talleres hasta que después de recibirse de Diseñadora de Interiores empezó a trabajar y dar clases con una amiga ceramista. “Siempre aprendí haciendo y es algo que me apasiona y me parece un privilegio poder vivir de esto”, afirma Ángeles, mientras trabaja en el torno una escultura que pronto expondrá en Arte Espacio en San Isidro. De boca en boca la gente fue conociendo su obra y es así también, como llegaron los pedidos de los negocios y los decoradores. Para ella el oficio son las horas de hacer, errar y triunfar. Conforme el taller se fue agrandando se fueron sumando otros integrantes, como su hermana Inés, que además de dedicarse a la creación organiza el negocio. “Me gusta experimentar con distintos materiales, hubo épocas que en el taller hacíamos patinas sobre hierro y madera. Hoy nuestra producción se centra en la cerámica, piezas de bazar de distintos tamaños, aunque no dejamos de innovar con otros materiales, como puede ser la línea de jardín, con mesas de tapas de cerámica con patas de hierro, maceteros, sillas y demás”. También cuenta que nunca dejo de dar clases a adultos, es un espacio que le divierte y la distiende. Con varios premios por su obra en el Salón Internacional de Cerámica, este año se anima a exponer esculturas referidas a la naturaleza en Arte Espacio.
Por su parte, hace más de 10 años que la Fundación los Naranjos se dedica a ayudar a jóvenes de bajos recursos, para que encuentren un sentido a sus vidas a través de la formación, la enseñanza y la práctica del antiguo oficio de la alfarería. “Con paciencia y dedicación, trabajamos para rescatar los valores, la autoestima, el amor y la vitalidad que cada uno de estos chicos tiene escondido en su corazón”, explica Josefina Espigares, maestra alfarera y directora ejecutiva del equipo. Pero esta escuela de vida está creciendo en su calidad de propuestas, han sumado talleres de huerta y jardinería, arte, taller de la palabra. Además, cuentan con un equipo social que acompaña cada etapa de cada joven, para que puedan terminar sus estudios, para ser trabajadores formados de Los Naranjos o puedan trabajar de su propia vocación. En cuánto a novedades comerciales Josefina cuenta que están cerrando alianzas con distintas empresas que ofrecerán algunos modelos, en forma exclusiva, en sus locales de venta y piensan lanzar ofertas y líneas personalizadas para festejos, como el día de la madre, la secretaria, navidad, etc, en su Show Room de San Isidro. “Como Los Naranjos nos estamos presentando en varios concursos a nivel internacional, porque estamos en proceso de convertirnos de Fundación Taller, en Empresa B, es decir, queremos crecer y proyectarnos porque sabemos que los productos que hacemos tienen muy buena aceptación y por otro lado, la contribución social para los jóvenes es muy significativa. Sí el proyecto prospera, nuevas chicos podrán ser incorporados y será, en gran medida gracias a su propio esfuerzo y dedicación”.
María Laura Pini, es una artista plástica que no para de buscar nuevas formas de expresión, su obra es muy versátil y está relacionada con la temática de una mujer que busca, que cambia, que vuelve a las bases y se transforma. Trabajó siempre investigando muchos materiales y hace unos años ha empezado a intervenir sus piezas de cerámica con un dibujo suelto y juguetón en donde pone de manifiesto el humor sobre las cosas de la vida cotidiana. Produce piezas en diferentes escalas y cada pieza es una pequeña obra de arte personalizada, ya que busca que su obra pueda estar al alcance de todo el mundo. Así fue como nació su línea de bazar, “arte utilitario para vender”, como afirma ella, que le permite vivir. “Las piezas de bazar por suerte se vende muy bien y hoy cuento con dos chicas egresadas de la carrera de Bellas Artes que me ayudan a producir, formamos un buen equipo”, afirma María Laura. Sin embargo, nunca dejó de lado su búsqueda artística y participo de varias muestras individuales y colectivas exponiendo sus esculturas de madera, gofrados y pinturas que recibieron premios y distinciones en nuestro país y en el extranjero. Este año, después de tres años, de su última muestra individual, presentará en septiembre una nueva muestra en RAP. “Quiero juntarme con mis cosas, expresar desde lo roto y lo quebrado y reciclar el sentimiento”, expresa Pini, que fusionará esta vez la cerámica y la pintura para dejar hablar a las múltiples mujeres que habitan en ella.
Por Pauline Walker
Fotos: Valentina Ortelli