Los jardines de invierno son espacios especialmente diseñados, por lo general cerca de la casa, para poder disfrutar de flores exóticas durante todo el año. Pero su uso ha evolucionado y muchos lo usan también como atelier, rincón de lectura o espacio alternativo de reunión.
“Hay muchas formas de hacer un jardín de invierno y también con diversos materiales”, explica la paisajista Lula Köenig. “Entendemos por jardines de invierno a los espacios interiores con muy buena luz solar, ventilación y disposición que permita convivir distintas especies de plantas”.
Según Köenig, hay una tendencia general para realizarlos en vidrio con estructuras de metal o de madera. Pueden ocupar una parte del jardín o ser un anexo al área construida, donde los paños fijos de cristal o grandes ventanas proveerán unas vistas increíbles que hacen que valga la pena su colocación. Su techo puede ser de vidrio plano o en pendiente y en muchos casos es abierto como un patio. Estos lugares preconcebidos tanto para el relax como para el trabajo, tienen una premisa: siempre deben armonizar con el entorno.
Las plantas más sugeridas para este tipo de jardines, y las que mejor se acoplan a la decoración, son los arbustos: buxus, eugenias y herbáceas perennes de hojas grandes, que garantizan un follaje verde constante. Otras variedades podrían ser algunas especies más exóticas: orquídeas, palmeras, helechos, formios, agaves o muchas variedades de jazmines, acacias y acer, estos dos últimos ejemplos de árboles, se pueden usar de a uno, es decir, como punto focal.
En jardines donde se puede aprovechar más las luces y sombras, pueden ubicarse plantas con siluetas interesantes cerca de una pared, donde se proyecte a la mañana o atardecer su sombra. Se pueden incluir también en estos espacios elementos extranaturales paneles de cañas, para que la luz pase entre los huecos generando un resultado atractivo, esculturas y fuentes.
Todo lo que hay que saber sobre invernáculos
“Cuando hablamos de proteger diferentes cultivos del excesivo frío o calor, hablamos de construir invernáculos. Los mismos pueden ser de distintas formas y materiales”, expresa la paisajista María Laura Vidal Bazterrica. “Desde un gigantesco modelo industrial hasta la versión miniatura. Los portátiles están construidos con materiales ligeros y un tamaño de 9 metros cuadrados. Los fijos están construidos sobre una base de ladrillo o madera a ambos lados o caras acristalados. Es fundamental ubicarlos en lugares despejados. Lejos de árboles grandes, especialmente de hojas perennes. También es aconsejable que el suelo sea plano y que estén sobre una pared, al este o sur de la casa”, aconseja.
Para Vidal Bazterrica, si hablamos de cultivos, es importante aclarar que hay dos formas de cultivar las plantas de invernáculo: creando un ambiente que reconstruya el hábitat natural de las plantas (reduciendo notablemente el espacio interior) o en macetas, sobre repisas o colgantes (esto amplía el espacio interior y permite más cultivos). La luz debe ser suave para el cultivo de orquídeas, helechos y hiedras y debe ser intensa para el cultivo de cactus, crasas, petunias y bulbos.
Dentro del riego, hay distintas alternativas: por atomizadores con reguladores, que riegan dando una densa pero suave nube de agua; por goteo, que proporciona a los cultivos agua en forma continua y dosificada; y por riego capilar, mediante arena o fibra de vidrio situado bajo los envases, que mantiene constantemente húmeda la base gracias a su sistema automático. Es importante destacar que hay que equilibrar la cantidad de luz en verano para que las plantas no se quemen y el exceso de calefacción o vapor de agua en invierno para que no se llenen de plagas. Se recomienda en forma preventiva rociar, cada tanto, con insecticida y fungicida de amplio espectro, como también sacar las plantas en primavera y otoño, para ventilar y desinfectar.
Texto: Pauline Walker
Fotos: Pachu Tufro?