Gabriel Sanders, vecino de Nordelta y lector de Gallaretas, nos envió la siguiente carta de lectores respecto a la discusión de la apertura de la avenida troncal de la ciudad pueblo:
«En los últimos días se habló de la apertura de la Troncal, con argumentos de necesidad de adaptación a los nuevos tiempos, agregando que el modelo de barrio privado produciría aislamiento, y que habría que pensar en la integración.
Nada de eso se había escuchado durante los primeros años de Nordelta. Por el contrario, «seguridad y tranquilidad» fueron argumentos de venta. ¿Cómo se puede tener «seguridad y tranquilidad» con una Troncal abierta, cuyos barrios frentistas no tendrían el diseño adecuado para cumplir con ese objetivo?
Los barrios privados son un modelo de comunidad, en constante crecimiento en los países desarrollados. En mi opinión, contrariando los argumentos escuchados estos días para abrir la Troncal, vivir en un barrio privado es una elección de forma de vida de un grupo de personas.
Esa elección justamente se basa en la búsqueda de tranquilidad y seguridad, entre otras razones.
La inseguridad es un hecho cada vez más habitual, y no una sensación. Algunos vecinos de Nordelta han sido víctimas de robos durante los últimos años, con la Troncal «cerrada». ¿Cuál sería el nivel de inseguridad con una Troncal abierta?
Los ruidos, la contaminación ambiental, la suciedad, la falta de respeto por las normas de tránsito y de convivencia, constituyen otra innegable realidad de la sociedad actual, que podría afectarnos si se abre la Troncal.
Por otro lado, mantener una Troncal cerrada no implica aislamiento o falta de integración. Cada uno podría cerrar su casa con llave, colocar cámaras de vigilancia, tomar ciertos recaudos, y ello no implicaría aislarse de su vecino inmediato, ni del resto de la gente, sino preservar su intimidad y mantener la seguridad.
En el presente de Nordelta, podrían evaluarse alternativas de diseño y trazado de la Troncal, como también la construcción de calles perimetrales que eviten los congestionamientos de tránsito que se producen en los accesos, amplíen la posibilidad de circulación y sean utilizadas por los residentes de barrios externos, con mayor comodidad y beneficio; dejando como uso exclusivo de los propietarios frentistas, el actual sector desarrollado de baja densidad.
Justamente los nordelteños estamos pagando una tasa municipal por un uso exclusivo que no se cumple, y que no tiene ninguna contraprestación que la justifique. Nuestra calidad de vida y patrimonio están en juego».