No es necesario vivir dentro de Nordelta para sumarse a la fundación. Valga la aclaración como comienzo de esta nota para despejar cualquier tipo de dudas: desde hace mucho tiempo que la institución también se conforma y crece gracias al aporte de vecinos que viven en Talar del Lago, Villa Nueva, Pacheco, Laguna del Sol y todos los barrios de Nuevo Delta. Y es por eso que en esta ocasión decidimos conocer a los voluntarios que viven más allá de Nordelta y que se sumaron con su trabajo, su esfuerzo y colaboración para integrar los programas que se desarrollan en Las Tunas. “La Fundación Nordelta es de la comunidad” es el lema que se repite cual mantra desde hace más de cinco años con el objetivo que todos los vecinos de la zona sientan como propios los logros alcanzados y los objetivos por concretar.
Victoria Camogli es vecina de Talar del Lago 2 y colabora hace un año y medio en la reparación de juguetes y en la feria de los mismos en Las Tunas y asegura que decidió sumarse “a este lindo proyecto ya que ahora tengo más tiempo libre y muchas ganas de ayudar. Por lo general cuando llegan las bolsas llenas de juguetes a casa las dejo cerradas hasta el fin de semana. Trato de buscar un momento familiar para abrirlas y compartirlo con mi familia, ya que es un momento muy especial. Mis hijos ayudan a sacar los juguetes de las bolsas y disfrutan mucho viendo todo lo que se ha donado. Cada uno se encarga de separar y seleccionar los juguetes de acuerdo a edades y categorías. Son ellos los que dan las mejores ideas de clasificación y armado. Es una tarea gratificadora para todos y un momento en familia que nos une”. Asimismo, comenta que la feria de juguetes es otra actividad súper enriquecedora ya que se puede ver a la gente que va a disfrutar del trabajo que se hizo y cómo esa pequeña ayuda vale la pena.
Los voluntarios hombres son pocos en comparación con la nomina de voluntarias, pero basta aquí con un caso notable: Carlos Ricur de Santa Bárbara ayuda con las obras que se realizan para las familias de Las Tunas. Su historia se remonta a agosto de 2012 cuando recibió una invitación de la fundación para colaborar, como arquitecto, en la solución del problema de vivienda entre las familias que atendía el PAD. Entre las visitas que realizaron, una de las familias manifestó su propósito de intervenir personalmente en las obras que hubiera que realizar a su hogar. “Trabajando juntos en un proceso de ajustes del proyecto definimos una solución y la forma de construirla. La familia era numerosa, el padre trabajaba toda la noche y no tenía conocimientos de construcción. Su mujer debía atender a su familia y a sus hijos discapacitados, por lo cual su ayuda real era limitada. Además los fondos comprometidos eran acotados. Nuevamente juntos, decidimos realizar la obra en madera siguiendo el modelo usual en muchos naciones. En una larga reunión tripartita que terminó con un fuerte apretón de manos, se acordó que la fundación aportaría los fondos según avanzara la obra, ellos se comprometían a realizar la obra con mi apoyo real, en obra, actuando como instructor en el campo”, recuerda Carlos. “La obra, de fácil construcción, la realizaron poniendo todo su empeño y haciendo grandes sacrificios. Pronto vieron los frutos de su esfuerzo y se embarcaron en una segunda etapa que también terminaron con la colaboración de vecinos motivados por su ejemplo. Cada uno de los miembros de esa familia creció junto con su casa. Creció como persona, como familia, como vecino. Son diferentes. Mejores”, reflexiona. “Agradezco a la fundación esta oportunidad para ser parte de un proyecto cuyos resultados he podido ver día a día, en este caso y en otro en Rincón de Milberg trabajando también con el apoyo de los padres del Colegio Michael Ham”.
Las motivaciones y los modos de llegar a la fundación son diversos y muy variados. Por ejemplo, Cecilia Perassolo es vecina de Santa Teresa, está separada y es mamá de dos hijos de 5 y 6 años. Además, trabaja full time de manera independiente. Ella es guía de Conbeca desde principios del año pasado. También dio apoyo escolar una vez por semana en 2014 en la sede de la fundación en Las Tunas. “En muchas ocasiones, el primer temor que nos surge ante una propuesta como la de ser voluntario o voluntaria de la fundación es la falta de tiempo, las obligaciones laborales, los horarios de nuestros hijos. Sin embargo, cada uno puede sumarse con el poco o mucho tiempo que tenga. Se puede colaborar en muchas áreas. En mi caso, como guía de Conbeca actualmente acompaño a Sofía, una adolescente de 16 años, en sus últimos años del secundario”, explica Cecilia. “Nos juntamos una vez al mes y, luego, nos mantenemos en contacto vía whatsapp o telefónicamente. Si bien el objetivo del programa Conbeca es ayudar a Sofía a terminar el secundario, afortunadamente hemos logrado entablar un vínculo de confianza que va un poco más allá de lo meramente escolar. Mi tarea en la fundación tiene un impacto muy positivo en mi vida, porque me ayuda a correrme de mi realidad y preocupaciones cotidianas. Me permite abrirme y ayudar, a través de la escucha, los consejos, la contención y el interés por el otro, a alguien que no tuvo y no tiene la misma suerte y posibilidades que tuve yo. Creo que es una manera de contribuir con un granito súper diminuto de arena, con el tiempo y los dones o habilidades que cada uno tiene, a que vivamos en un país mejor”, reflexiona.
Otros casos que también sirven como muestra son los de Patricia Brady de Talar del Lago que colabora en la reparación de juguetes, María Adriana Pedrosa de Santa Catalina que ayuda en el refuerzo escolar, y María Della Paolera de Santa Bárbara quien también fue importante en la campaña Vuelta al Aula y en Conbeca. “Soy voluntaria hace varios años y decidí sumarme porque me pareció una excelente oportunidad de acompañar, en este caso a Sarita, en parte de su etapa escolar, motivándola a completar sus estudios secundarios. Es una tarea sumamente gratificante, enriquecedora y llena de muy buenos momentos compartidos. Cada encuentro con ella es muy valioso y con el tiempo vamos afianzando el vínculo”, detalla María.
Para sumarse a la Fundación Nordelta, contactar a Sylvina González Venzano, responsable del área de voluntariado y relaciones con la comunidad, al 4871-3766/2622/3782 o sgvenzano@fundacionnordelta.org
Por Damián Serviddio