1) No existen soluciones universales. Aquellos que allanan el camino hacia la felicidad y el amor posible son personales. Sólo se encuentran a partir del autoconocimiento y de elecciones conscientes en relación con el modo que se desea vivir en vinculación con lo demás. Las soluciones mágicas y veloces que llegan desde afuera profundizan el vacio interior, además de apoyarse en la autosuficiencia y el egoísmo.
2) «Los predicadores del amor” -¡vaya personajes!- son aquellos que prometen alternativas mágicas, jugando subrepticiamente a que lo sobrenatural está en nuestras manos y con formulas excesivamente fáciles y falaces intentan adormecer las carencias, favoreciendo el crecimiento de ilusiones de cotillón.
3) Los seres humanos vamos siempre al encuentro de otros seres para encontrar nuevas alternativas a partir de una fragilidad que conviene reconocer, asumir y atesorar antes que negar.
4) La potencia humana auténtica está ligada a la vulnerabilidad y no a la omnipotencia. La pretensión posesiva se opone al ejercicio de dar y recibir.
5) El amor es el ejercicio básico por el cual tenemos la posibilidad de vivir lo más sanamente posible.
6) La actitud madura nos empuja a elegir, a optar. Y lo que se elije amplia nuestras posibilidades de libertad y autonomía.
7) Amor y coraje: asumo una posición y en función de eso me juego y me enfrento. Sé que puedo ganar o perder pero si pierdo no es el fin del mundo y si gano no soy Dios, pero hago mi elección y apuesto a mí libertad.
Sepamos que los riesgos son parte inevitable de toda relación humana, íntima, y por supuesto amorosa, y también inherentes a nuestra misma condición de personas. Con esto quiero recordarles que en nuestra existencia la certeza esta desterrada; pero además y afortunadamente, esa misma ausencia es motor de los aspectos más positivos de nuestra vida.
8) Las relaciones más vitales y duraderas son las que se atreven a explorar y concretar sus propios deseos, para satisfacer necesidades propias y singulares.
Cada uno debe encontrar su ecuación para dar sentido al amor.
9) Es condición del amor admitir y trabajar la aceptación y el reconocimiento del otro. Sólo desde allí podremos avanzar en su tejido multicolor.
Si no hay reconocimiento del otro no hay amor. Si no lo aceptamos como un diferente (de mi) no existe ninguna posibilidad de amar.
10) Amor es capacidad de construcción, es la posibilidad de dar y la generosidad afectiva es el vehículo para la felicidad.
*Extraído del último libro: “¿De qué hablamos cuando hablamos de buen amor?
Dr. José Eduardo Abadi
Médico psiquiatra, psicoanalista y escritor
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