En un informe publicado por el diario La Nación durante el fin de semana, se indica que las nuevas autoridades pilarenses frenaron al menos 11 nuevos proyectos inmobiliarios en el partido y que, a su vez, ya convocaron a más de 50 countries para ver de qué forma se pueden mitigan anegamientos e inundaciones a los barrios aledaños. «Diálogos hídricos» se llama la convocatoria que comenzó la semana pasada y que afecta principalmente a los barrios de la cuenca del Río Luján, los cuales tuvieron miles de evacuados en las inundaciones de noviembre de 2015. Hay que tener en cuenta que sólo en Pilar hay 152 countries y desarrollos urbanos, lo que se traduce en el 24% del territorio de todo el municipio.
Según lo publicado por el periódico, Pilará será el primer barrio en encarar planes para mitigar el avance del agua (en este caso son atravesados por el Carabassa) mediante la construcción de reservorios en espacios verdes, como ser las canchas de golf. «Uno de los aspectos positivos de estos barrios es que tenemos la posibilidad de hacer mediciones de los fenómenos. Queremos entender cómo funciona dentro de la cuenca y queremos identificar el problema. Desde el inicio este barrio quiso trabajar en estas cuestiones», asegura Adolfo Díaz Alberdi, CEO de Pilará, en La Nación. «Tuvimos que identificar reservorios, hacer mantenimiento de cauces de agua y fuimos identificando desde lo menos a lo más conflictivo con involucramiento del sector privado», explica el intendente de Pilar, Nicolás Ducoté.
Respecto a los barrios que aún no se han construido, desde el municipio planean incorporar tecnología digital para dar seguimiento a estos nuevos desarrollos que por el momento están en stand-by. Un último dato importante: «La llanura de inundación del río Luján en el límite Pilar-Campana pasó de tener un ancho inicial de 4593 metros a 2573 metros, ya que fue ocupado en Pilar por una de estas urbanizaciones cerradas. Esta pérdida representa una disminución del ancho de la llanura de inundación del 44% en aproximadamente seis kilómetros. Obviamente, todo esto tiene un costo ambiental y social. El río queda «encajonado» por estos emprendimientos, con menos espacio para que se disperse y discurra el agua en forma normal, por lo que entonces busca nuevos caminos, se acumula e inunda otras zonas que se encuentran aguas arriba», explica la Comisión Asesora del Comité de Cuenca del Río Luján.