Ayer domingo, para los observadores atentos, en las torres de alta tensión frente a Portezuelo y el supermercado Disco hubo una sorpresa. A la mañana, y como si nada, dos hombres trabajaban a gran altura en la reparación de lo que parecía ser un aislador gigante. Una primera vista no los descubría, pero al mirar con atención, se los veía allí arriba, pequeños, atareados. Como equilibristas de un circo, pero a mas altura y sin red.