Su nombre para los fanáticos es Pony Car, por el caballito que es su logo. El Mustang es ya un clásico del automovilismo, que ha evolucionado mucho a lo largo de las cinco décadas y seis generaciones de su vida. “Pero hay ciertas características visuales que constituyen temas recurrentes y aparecen como constantes a lo largo del tiempo vinculándolo con el modelo original”, dicen los diseñadores de Ford. “Ejemplo de ello es la inclinación de la trompa, el formato de los focos, el tablero de pestañas gemelas y el perfil de línea de palo de hockey”, agregan. Todo eso está presente en la última versión lanzada este año al mercado, y que llegará al país en 2016.
Por primera vez en sus 51 años de historia, el modelo es una plataforma global: será comercializado en más de 120 países, incluida la Argentina. En el último Salón Internacional del Automóvil de Buenos Aires se exhibieron las versiones Coupé o Fastback y el Convertible del nuevo Mustang, ambos impulsados por el potente motor V8 de 5.0L Ti-VCT que entrega 435CV. Allí los fanáticos pudieron ver las novedades respecto al diseño, que incluyen una carrocería más baja y larga, una reducción en la altura del techo, guardabarros traseros más extensos, parabrisas y vidrio trasero más inclinados y un perfil más elegante. Los faros traseros son tridimensionales de tres barras con intermitencias secuenciales; el frente contiene una parrilla trapezoidal en forma de boca de tiburón. “Los diseñadores de la marca han identificado los elementos básicos del ADN de este vehículo, y los han combinado para crear el look Mustang”, destacan en Ford.
El tablero está inspirado en un panel de avión con información de fácil lectura, diseñado con un alto nivel de terminación. El interior es espacioso y ergonómico, los controles e instrumentos son claros y de fácil acceso. La parte trasera es más larga para aumentar el espacio que ocupan los hombros y las caderas de los pasajeros de atrás.