“Doctor, hace tiempo que no duermo bien…” Con que frecuencia escuchamos esta frase mis colegas y yo en nuestros consultorios. Y también: “No duermo bien, deme algo por favor” ¿Qué es ese algo?
¿Qué hacer frente a una de las alteraciones más frecuentes de nuestro tiempo, la del sueño? En una época de tiempo vertiginoso, tirano, demandante, con muchas actividades por cumplir, algunas de nuestro agrado y otras en cambio solo por obligación. Tiempo, además, de facilismo consumista, desde la ingesta de medicamentos que alivien los síntomas, hasta la fantasía de la idea de bienestar completo que impone al vida moderna.
El sueño es un fenómeno regenerativo fisiológico y funcional desde el punto de vista médico y es una producción del inconsciente, como sabemos los psicoanalistas. Los pacientes que se hallan bajo tratamiento psicoterapéutico saben que los sueños, desde la época de Sigmund Freud, son textos enriquecedores pasibles de análisis e interpretación. Es importante dormir, pero también poder despertar y recordar los sueños. Son un fruto rico a ser desmenuzado y pensado en un análisis. Es una experiencia enriquecedora y productiva. Pero eso es un tema aparte en este párrafo de hoy.
Muchas personas manifiestan que el mal dormir interfiere con sus actividades diarias. O sea, trastornos del sueño o descanso inadecuado se traducen en menos energía durante el día, más fatiga y somnolencia. El insomnio se caracteriza por la dificultad para conciliar, para mantener, el sueño, o por un despertar temprano. El insomnio de conciliación se asocia con depresión o ansiedad, síndrome de desgaste profesional o con algún trastorno primario como el síndrome de piernas inquietas. El despertar nocturno repetido refleja la alteración de los mecanismos normales del sueño, que por lo general son causados por trastornos clínicos como la artritis o el síndrome de apnea obstructiva del sueño. Ronquidos, jadeos o dificultad respiratoria nocturna son muchas veces causados por la obesidad, la hipertensión y las enfermedades cardiacas, entre otras causas.
Por lo dicho hasta aquí, desde la medicina, los trastornos del sueño se han relacionado con diversas patologías ya sea orgánicas o de tipo cognitivo, con la disminución del rendimiento laboral y escolar y también con los accidentes de tránsito. Un lugar también para el alcohol, que sin ser un trastorno adictivo, sabemos que esas copas de vino nocturno en lugar de ayudar a dormir mejor, son las causantes del despertar en medio de la noche e interrumpir una fase del sueño. De igual manera, el uso de aparatos electrónicos mantiene activa la atención y causa ansiedad.
Si pasamos a otros estados, como los duelos, la perimenopausia, la vejez, los embarazos, nos encontramos con que también tienen períodos de insomnio, traducidos en cambios de carácter y en cansancio diurno. Vemos así que las causas son múltiples, desde las más graves hasta las más leves, dependiendo de múltiples factores.
¿Cómo se trata el trastorno del sueño? Primero se realiza un buen diagnóstico de situación. Y luego se evalúan las posibilidades de tratamiento. Tratarlo no es fácil, pero si un desafío. Poder cerrar las puertas a los estímulos diurnos y desconectar los sentidos para poder llegar al merecido descanso después de una jornada intensa es algo que necesitamos todos. Otras veces se trata de hacer resurgir ciertas cuestiones subjetivas, que nada tienen que ver con adormecerlas y aquietarlas. Tal vez, el camino psicoterapéutico aleja a las pesadillas diurnas y nocturnas que aquejan. Despertar al deseo, tal vez de eso se trate….
El descanso condiciona la calidad de nuestros días y nuestros planes cotidianos y a futuro. El descanso también condiciona nuestras relaciones humanas.
Llegar buscando un medicamento puede no ser la única solución para encontrar otro discurso, otras palabras y otras cosas que llenen el alma, que traigan alegría y paz para poder entregarse a las divinidades de la noche .
Dra Patricia Torres
Medica Psicoanalista
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